En junio de 1992 la muerte sin rostro visitó el bar El Carriel, un sitio de fiesta de la comunidad Lgbt. Allí fueron asesinadas una cantidad no precisada de personas. Las cifras varían, dependiendo quién haga las cuentas. Eso es lo que cuenta el escritor Juan Fernando Jaramillo, que publicó una novela sobre esa masacre. El libro lleva por título El vuelo de las loras y es su primera incursión editorial en la literatura para adultos, luego de publicar varios libros destinados a los niños y a los adolescentes.
La obra hace parte del catálogo de la editorial Eafit.
EL COLOMBIANO conversó con el escritor sobre este hecho, que ha dejado heridas abiertas en la historia reciente de Envigado.
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¿Cómo fue el paso de escribir de libros para niños y adolescentes a abordar una novela con esta temática?
“Los niños y los adolescentes son lectores que piden mucho, tienen una mirada distinta. Entonces, probablemente, la escritura para niños y jóvenes es la que más retadora me resulta. Y hace rato tenía muchísimas ganas también de escribir para adultos, porque quería explorar unas preguntas específicas. Y no porque en la literatura infantil no podamos explorar cualquier duda, sino porque la literatura para adultos abre un mundo distinto, una posibilidad distinta de entender la existencia. Entonces, el paso entre la literatura infantil y juvenil y la literatura para adultos representó un reto a nivel formal, porque tenía que preguntarme también por las técnicas de la escritura en esa nueva dimensión, y, finalmente, soltar también una voz a la que estaba quizá acostumbrado, que era una más orientada hacia los niños y jóvenes. Finalmente, la literatura es universal y ha de ser leída por cualquier persona en cualquier momento de la vida”.
¿Cómo conoció la historia de la masacre que narra en la novela?
“Nunca escuché esta historia cuando era niño ni cuando era adolescente. La conocí ya de adulto cuando un amigo, mientras caminábamos por esa zona de Envigado, me la contó. Yo empiezo a preguntarme por qué nunca me habían hablado de la masacre de El Carriel, por qué se han silenciado las voces de los familiares de las víctimas y de los sobrevivientes. Hemos optado por esconder bajo la alfombra la historia de esta ciudad. Entonces, comencé una investigación y me doy cuenta de que existe muy poco registro sobre lo que pasó en El Carriel esa noche. Claro, lo que ocurre es que El Carriel era un bar frecuentado por personas de la comunidad LGBT, y esa masacre se volvió una historia de la que no queremos hablar, no queremos contar lo que pasó esa noche, porque, además, hacerlo implica tener conversaciones incómodas. Hacerlo implica no solamente hablar de la violencia en la ciudad, que ya es un tema suficientemente incómodo, sino que implica también hablar de las personas de las que usualmente no hablamos.
Comencé a escribir un primer borrador de la historia, pero me di cuenta de que el texto era impersonal, que no tenía ni idea de lo que estaba escribiendo, que no sabía hacia dónde estaba yendo la historia. Lo eliminé todo y me senté con los sobrevivientes del Carriel, con las familias de las víctimas. Algunos no quisieron hablar del tema, me dijeron que ese es un tema peligroso”.
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¿Cuánto tiempo duró la investigación?
“Esta investigación duró más o menos unos tres años, sin escritura, solamente sentándome con las personas, con los sobrevivientes, con las familias, intentando seguir la pista de ciertas historias, viendo fotos de las personas que estaban en El Carriel. Fueron tres años de una búsqueda, que a ratos parecía no tener salida”.
¿Qué fue lo que pasó la noche de los acontecimientos?
“Hubo una fiesta en El Carriel, una pequeña celebración, nada extraordinario. De la nada entraron unos hombres y comenzaron a dispararles a las personas y lanzaron una granada. Hubo pocos sobrevivientes”.
¿Cuántas muertes se registra en la prensa y de cuántas muertes hablan los sobrevivientes?
“Usualmente, se habla de entre seis y ocho muertos, dependiendo de los registros que se consulten, pero los sobrevivientes hablan de más o menos quince personas que fallecieron esa noche, o incluso algunos hablan de veinte. Fue una escena aterradora, según sus testimonios. Las cifras varían porque no todos murieron de inmediato. Muchos murieron después, por las heridas, y no se contaron como víctimas del atentado. Todo esto ha sido complejo porque ha consistido en entender cómo funcionan las líneas entre la historia oficial y la historia no oficial, lo que nos cuentan y lo que no nos cuentan”.
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¿Hay indicios de los responsables...?
“Hay varias versiones al respecto. La primera indica que se trató de un ejercicio de limpieza social contra de la comunidad LGBT en Envigado. Parece que a algunos se les ocurrió ir al bar a matar a ‘los maricas’ de Envigado.
Otra versión que circula es que se trató de un ajuste de cuentas. Por matar a alguien dentro de bar mataron a todos los que estaban ahí. Existen esas dos teorías, esas dos posibilidades. Me inclino por la idea de la limpieza social.
En la novela el asunto queda ambiguo. Los familiares de las víctimas no tuvieron noticia de que se hiciera una investigación del caso. Hablamos de un hecho que ocurrió en plena guerra contra el narcotráfico y las cifras de los muertos alcanzaron niveles absurdos”.