Con las exposiciones que inaugura hoy, el Museo de Arte Moderno de Medellín cierra un año dedicado al conocimiento en el arte. Dice el curador jefe de la institución, Emiliano Valdés, que se trata del arte como conocimiento de nosotros mismos, del otro y del entorno. En ese sentido, lo que se presenta desde este miércoles tiene al arte conceptual como protagonista, según el curador, algo que finaliza esa manera de entender el arte, esta vez como conocimiento, como ideas.
De las tres muestras que se empiezan a exhibir, la de Bernardo Salcedo y la de Jorge Marín, son conceptuales. Lo son porque en ellas la producción artística cobra sentido por los procesos que tuvieron, todo lo que implicó construir los objetos que se exhiben.
Salcedo está en la mayoría de las salas de Talleres Robledo. Su figuración obedece al homenaje que anualmente hace el Mamm a un artista colombiano, esta vez para él. En enero de 2017 se cumple un decenio de su fallecimiento, por eso también es una oportunidad para conmemorarlo.
La retrospectiva de Bernardo Salcedo, curada por Ana María Lozano Rocha, es diversa en formatos, pero toda asociada al uso del lenguaje.
A veces ese lenguaje es explícito (obras con grafías). También se presenta de forma implícita, pero no porque los trabajos que se recogen en la muestra carezcan de un nombre. El que Salcedo les dio pareciera no corresponder con aquello que realmente quiso decirles a quienes verían las obras. Aunque, ¿quién podría estar seguro de qué quería expresar?
Algunos de los nombres son: El viaje, Retrato en cámara lenta, Los siete clavados y el minuto de Dios, Mujer emprendedora, Evita e Isabelita, entre otros.
Las obras hacen parte de la exposición que llamaron Cómo hacer cosas con palabras, por eso la importancia de que estas se manifiesten de forma explícita, sobre todo, o implícita.
Emiliano explica que toda la obra de Bernardo que se incluyó en este homenaje, “está leída o pasada por el filtro que tiene que ver con el lenguaje”, esto, porque una de las definiciones tradicionales de arte conceptual, dice el curador, es “el arte que puede ser sustituido por una descripción verbal de la obra”.
Allá en Talleres Robledo, el espacio del Mamm donde se expone la obra de Salcedo, específicamente en la sala de fundiciones, los visitantes se encontrarán con un grupo de bolsas reunidas, 500 en total, todas marcadas con números del 1 al 500 en blanco y negro. Dentro de ellas: heno. El nombre de la instalación: Hectárea de heno, considerada como la primera en realizarse en Colombia, presentada exactamente en 1970 durante la segunda Bienal de Arte de Coltejer, acá en Medellín.
Bernardo, bogotano y arquitecto, presentaba por esos días lo que para muchos era inexplicable, lo denominaron uno de los pioneros del arte conceptual en el país, donde nació en 1939 y murió en 2007.
“Hectárea de heno es como una abstracción del paisaje. Hay números en blanco y números en negro por motivos arbitrarios que él reconoció como tal, es así, porque no es de otra manera, y están ahí porque no están en otro lugar. Esa determinación del gesto artístico es importante en Bernardo Salcedo. Había una conciencia muy fuerte de qué quería decir, es una instalación, pero ante todo una designación de una cosa”, comenta Emiliano.
Por encima de Hectárea de heno, una serie de carteles o vallas en las cuales el Escudo de Colombia, símbolo patrio, va desapareciendo, si se observan de forma secuencial. Además, en ellas, frases que Salcedo incorporó como crítica. Se llama Primera lección (1970), y según Valdés es importante porque se inspira en lenguajes que no son necesariamente del arte.
La obra (Primera lección), se expuso en Cali en 1973, pero fue retirada por petición del alcalde. La idea era que a medida que la gente se acercara al Museo de la Tertulia la fuera leyendo e interpretando mediante la desaparición del símbolo. Entonces, según cuenta Emiliano, la instalaron en el lugar de una manera “más museográfica”. Después, en 2002, se ubicó teniendo en cuenta las pretensiones del artista en la VIII Bienal de Arte de Bogotá. Ahora, en el Mamm, también buscaron que su instalación correspondiera a esa intención de Salcedo.
“Se puede ir leyendo por un lado de una manera secuencial, en una escala y posición que corresponde a la valla pública, a la publicidad”, señala el curador jefe del Mamm.
En las otras salas, donde están expuestas las demás obras del homenaje a Salcedo, el texto sigue presente como eje que traza la exposición. No es que todas las obras tengan textos en ellas, “pero hay una relación de tensión con el lenguaje”, dice Emiliano, quien agrega que parte de la producción objetual de Salcedo tiene títulos que articulan la tensión entre objeto y los significados que podría tener cada una de las piezas.
Allá se podrán encontrar las cajas blancas, entre las obras más reconocidas del artista, y otras menos conocidas entre la vasta obra del bogotano como la serie Autopistas. Todas traídas de colecciones nacionales, obras del Banco de República, del Museo de Arte Moderno de Bogotá y de colecciones privadas que, según Emiliano, pertenecen a personajes que tuvieron una relación cercana con Salcedo.