En Itagüí celebran la otra faceta de Leonardo Favio: la de director de cine
Con la presencia de Nico Favio, el Festival ofrece funciones de los filmes de Leonardo Favio, que son clásicos del cine argentino.
Nico Favio canta el repertorio de su padre, el mítico Leonardo Favio. Es uno de los invitados al Festival de Cine de Itagüí, que en esta edición rinde homenaje a los filmes de Favio. Fotos: Carlos Velázquez y Cortesía.
En la entrada del Teatro Caribe, de Itagüí, el cantante Nico Favio relata las maratones cinematográficas de su padre en la juventud. Lo hace mientras acomoda las hebras de tabaco en un papel blanco. En su relato, Leonardo Favio entraba a los cines de Buenos Aires con un cronómetro y un cuaderno. Cuando veía algo en la pantalla grande que lo conmovía o le producía sorpresa, activaba el reloj y apuntaba en el cuaderno la duración de las escenas y los movimientos de la cámara. Iba una y otra vez a las funciones de una misma película para aprender las formas en que los maestros tejían los relatos y estremecían al público.
Esta formación —una muy similar a la que los escritores tienen cuando leen un libro con la sensibilidad despierta o cuando un pintor pone su caballete frente a un cuadro famoso para reproducir las pinceladas del maestro— hizo de Leonardo Favio uno de los directores argentinos más importantes de la historia del séptimo arte.
Sí, no está leyendo mal. El cantante de Fuiste mía un verano o Ellayameolvidó —himnos de la balada latinoamericana de los sesenta y setenta— fue también un cineasta muy respetado en los circuitos del cine-clubismo y de la crítica. De hecho, Favio fue primero un director que un cantante. Al menos eso queda claro al leer la línea de tiempo del portal Universo Favio, una web dedicada a fomentar el estudio de la obra del argentino.
Allí uno se entera de que sus primeros filmes Crónicadeunniñosolo y ElromancedeAnicetoylaFrancisca se estrenaron antes de su debut discográfico, que fue con la grabación del álbum Fuiste mía un verano, de 1968. Es precisamente este el argumento que tuvieron las directivas del FestivalInternacionaldeCinedeItagüí —que tendrá una programación del 28 de septiembre al 1 de octubre— para dedicar esta edición del evento cultural a exaltar la memoria de Leonardo Favio.
En la programación del Festival hay tres momentos dedicados a la obra de Leonardo Favio. El primero es el viernes 29 de septiembre en el Centro Cultural Caribe. Comienza a las dos de la tarde con la proyección de Soñar soñar, un largometraje que contó con la actuación del mítico boxeador Carlos Monzón y del músico italo-argentino Gian Franco Pagliaro.
A las cuatro de la tarde se proyectará un fragmento del documental Perón, una sinfonía del sentimiento, una incursión de Favio en el cine político. Y a las ocho de la noche será el turno de la película Nazareno Cruz y el Lobo, que tiene el título de ser una de las películas más taquilleras del cine argentino, incluso compitiendo con Relatos salvajes y El secreto de sus ojos, obras más recientes.
El segundo momento del homenaje al director y músico será el sábado 30. Y esta vez, además de las proyecciones de las películas, los asistentes disfrutarán de dos instantes musicales. Uno será a las diez de la mañana y otro a las cuatro de la tarde. Las funciones de cine comienzan a las doce y media del día con la proyección de El dependiente.
A esta obra le sigue la exhibición de Juan Moreira a las dos de la tarde y de Gatica, el mono, a las seis de la tarde. El gobierno argentino declaró este último filme un bien de interés artístico nacional, por lo que sus negativos están guardados en los registros de la Nación argentina.
Y el tercer momento del homenaje será el domingo 1 de octubre a las seis y media de la noche con la proyección de El romance del Aniceto y la Francisca.
Estas proyecciones pretenden acercar la obra fílmica de Leonardo Favio a los públicos que conocen por gusto o por herencia las baladas de sus discos. A la manera de los hombres de la antigüedad, los intereses artísticos de Favio fueron muy variados. Y se pueden resumir en la ternura, al menos para su hijo Nico. Él no duda en decir que en toda la obra de su padre se siente la ternura de un artista que buscó la simplicidad para conectar con las gentes de todos los estratos sociales y educativos. A fin de cuentas, el artista le habla de sus cosas y emociones con el lenguaje de la gente.