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“La poesía es la invención de un nuevo lenguaje”: Pilar Gutiérrez

La antioqueña es la autora de Solo tenías que darme la mano, un libro que cuenta con piezas artísticas de Juliana Correa. El libro fue publicado por Tragaluz Editores.

  • Pilar Gutiérrez es comunicadora social de la Bolivariana. Es la fundadora de la editorial Tragaluz FOTO Jaime pérez
    Pilar Gutiérrez es comunicadora social de la Bolivariana. Es la fundadora de la editorial Tragaluz FOTO Jaime pérez
17 de junio de 2024
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Los libros siempre son muchas cosas. Entre esas muchas cosas, son artefactos del espíritu, objetos de la industria, piezas de la artesanía. Esto queda claro frente a Solo tenías que darme la mano, la primera obra en conjunto de la escritora y editora Pilar Gutiérrez –fundadora y motor de Tragaluz– y la artista Juliana Correa. Durante seis meses de labores dominicales, Pilar escribió un texto que en muchos pasajes apela al registro de la segunda persona para narrar una circunstancia concreta de su vida. Y fue a partir de ese escrito que Juliana comenzó sus exploraciones textiles, que la llevaron a estampar en los temas un ocelote albino y las otras presencias del relato poético. Al final de muchas conversaciones y visitas al taller, el libro está en las librerías. Y es una pieza con la marca de fábrica de Tragaluz. Es decir, es un libro en el que el diseño cumple un papel protagónico y no instrumental.

EL COLOMBIANO habló con Pilar, que, además de este libro, ha publicado Mil orejas y Pies atados.

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Frente a los materiales, el trabajo de un editor es necesariamente distinto al de un autor. Hablemos de su tránsito de editora a autora...

“Llevo en ese tránsito muchos años. Tragaluz es una editorial que se especializa en libros objeto. Para nosotros hablar de esa materialidad y del diseño como libro objeto es algo que tenemos en el ADN. Es completamente natural. Y este libro responde a ese trabajo que venimos haciendo nosotros hace mucho tiempo, en el que, después de tener un texto, empezamos a diseñar un libro muy cuidado, muy diseñado. Entonces, digamos que para nosotros es algo natural”.

Desde que comenzó a escribir los textos, ¿ya tenía alguna idea de cómo iba a ser el libro como pieza?

“No, fue todo un proceso. Cuando empecé a escribir el relato poético no tenía pretensiones de publicación. Era más una escritura que respondía a una necesidad muy específica. Y una vez lo terminé me dije que lo iba a poner en consideración del comité. Les pregunté a ellos si creían que era un libro para publicar. Y cuando me dicen, sí, empiezo a soñar en ese objeto. Y todo se fue dando como paso a paso. Mi contacto con Juliana Correa, que no es una ilustradora convencional, se dio cuando fui a una exposición de ella. Y saliendo de la exposición, ella me dijo:¿sabes que el sueño mío es hacer un libro con Tragaluz? Entonces, en ese momento, le dije: “yo ya lo tengo y es un libro mío”. Así surgió esa dupla de Juliana y yo. Fue un proceso distinto al de la ilustración convencional, porque ella es una artista que trabaja con lo textil. Trabaja con las telas, las interviene, las tiñe. El proceso fue un poco más largo y distinto, hasta llegar a la conclusión de que íbamos a separar el texto de las ilustraciones. Y luego aparece ese tercer elemento del libro, que es la pieza sonora hecha por la Sociedad Anónima del Sonido”.

¿Cómo trabajó con la ilustradora?

“Primero ella leyó el relato sola. Luego me escribió y me dijo que necesitaba que entre las dos trabajáramos el relato. Entonces, eso nos llevó a varias conversaciones, varios días, conversaciones fuertes, obviamente muy íntimas, y ahí ella le empezó a dar forma a su trabajo. Al principio este consistió en piezas tridimensionales. Empezó a hacer un nido, con hilos y todo. Después llegamos a su obra, a sus telas. En esa búsqueda ensayamos muchas cosas hasta que separamos ambas cosas. El texto está separado de las imágenes, pero los une el diseño. De alguna manera, las dos íbamos editando el trabajo de ella. Visité varias veces su estudio y ella me mostraba el resultado de sus trabajos”.

Hablemos de la escritura del texto...

“Este texto tardé en escribirlo tres meses. Es el resaltado del trabajo dominguero. Sí, yo diría que más o menos unos seis meses trabajé en él, pero no sé decir exactamente. La escritura tiene un ir y venir, un volver a corregir, un momento en el que tú crees que ya se terminó la escritura y precisamente ahí es donde empieza”.

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Muchos pasajes del texto tienen un tono muy cercano al de la carta. ¿Hay un destinatario: usted, el lector?

“Puede ser muchas cosas y ya depende de la interpretación de quien lo esté leyendo. Durante la escritura era otro ser, pero también en momentos era yo. Pero cada cual, desde su realidad y experiencias, le puede dar un sentido al escrito”.

¿Por qué utiliza el término relato poético para hablar de su libro?

“Este es un solo relato, no es un poemario. El poemario reúne varios poemas. Este es un solo relato. ¿Y por qué? Por la manera como está contado, como está narrado. Es más prosa poética. Por tener una historia de por medio no es poesía pura, es un relato. Además, el lector puede descubrir que pasa algo específico. Sin embargo, la manera como está escrito el poema, la utilización de cada palabra, tienen ese objetivo tan claro de la poesía que es la invención de un nuevo lenguaje”.

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