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La locura que habita en la Biblioteca de Aranjuez

El Manicomio Departamental de Antioquia es hoy la Biblioteca Comfama de Aranjuez. Poetas, y hasta papas, fueron internos psiquiátricos.

  • La hoy Biblioteca Comfama de Aranjuez antes fue el Manicomio Departamental de Antioquia. Foto: Carlos Alberto Velásquez.
    La hoy Biblioteca Comfama de Aranjuez antes fue el Manicomio Departamental de Antioquia. Foto: Carlos Alberto Velásquez.
  • En 1960 el Manicomio fue cerrado y los pacientes llevados al nuevo Hospital Mental de Antioquia, en el municipio de Bello. Foto: Cortesía Comfama - Biblioteca Pública Piloto.
    En 1960 el Manicomio fue cerrado y los pacientes llevados al nuevo Hospital Mental de Antioquia, en el municipio de Bello. Foto: Cortesía Comfama - Biblioteca Pública Piloto.
  • La biblioteca es solo una parte de toda la sede. También hay una zona administrativa y una recreativa con canchas y piscinas. Foto Carlos Alberto Velásquez.
    La biblioteca es solo una parte de toda la sede. También hay una zona administrativa y una recreativa con canchas y piscinas. Foto Carlos Alberto Velásquez.
13 de junio de 2022
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Las montañas están tristes porque Epifanio “el Loco” Mejía ya no les canta. El autor de la letra del himno de Antioquia, “Oh, libertad que perfumas / Las montañas de mi tierra”, atravesó durante 36 años un sueño profundo: el de la locura.

Los cálculos son precisos: caminó casi la mitad de su vida las instalaciones del Manicomio Departamental de Antioquia. Allá siguió escribiendo, aislado y melancólico: “Amelia era sencilla, dulce y buena; / murió, pero aquí vive, es mi consuelo, / y dice que estoy loco... esa es mi pena”, anotó en 1912, un año antes de morir.

Carlos Mario Gil camina hoy los mismos corredores que caminó el poeta. Es el actual promotor de lectura de la Biblioteca Comfama de Aranjuez que se erige sobre los mismos muros que, hace 102 años, apartaron a los locos del departamento, a los enajenados, díscolos y alienados, como eran oficialmente caracterizados.

Desde su llegada al cargo, Carlos quedó maravillado por la historia del lugar y los relatos sobre los pacientes que allí padecieron. “Epifanio, hasta que murió, estuvo escribiendo. Tiene unos poemas muy profundos, hermosos, pero sobre todo muy melancólicos. Él siempre tuvo ese ánimo que, cuentan, fue lo que le produjo la locura”.

La arquitectura del sitio también lo fascinó. Conoce con detalle cómo fue el tránsito físico de manicomio a biblioteca.

El centro cultural (donde están alojados los libros y expuestas algunas fotografías) es solo uno de los tres espacios que constituyen la sede Comfama de Aranjuez —los otros dos son la sede administrativa y la sede recreativa— y es el único que conserva la infraestructura tal cual era en la época del manicomio.

En 1960 el Manicomio fue cerrado y los pacientes llevados al nuevo Hospital Mental de Antioquia, en el municipio de Bello. Foto: Cortesía Comfama - Biblioteca Pública Piloto.
En 1960 el Manicomio fue cerrado y los pacientes llevados al nuevo Hospital Mental de Antioquia, en el municipio de Bello. Foto: Cortesía Comfama - Biblioteca Pública Piloto.

De manicomio a biblioteca

Las paredes son las mismas de hace más de cien años, lo único que hizo el arquitecto encargado de la obra, Laureano Forero, fue “desempañetarlas”, es decir, explica Carlos, quitarles la tierra y la cal que recubría los ladrillos. Ahora tienen un aspecto más rústico, de obra negra.

El manicomio fue trasladado en 1960, bajo el título de Hospital Mental, al municipio de Bello con el fin de ofrecerle mejores instalaciones y mayores atenciones a los enfermos. El espacio vacío que quedó en Aranjuez tuvo múltiples usos. Entre ellos, un taller de artes que perteneció al Liceo Gilberto Alzate Avendaño. Allí se formaba la gente en marquetería, electricidad, electrónica, confección, bordado, todo muy acorde al proceso de modernización, ya madurado, por el que pasaba Antioquia.

En el mismo terreno, añade Carlos, el primer padre de la Parroquia San Cayetano, Hernando Barrientos, tomó un pedazo del lote abandonado para ubicar allí a cerca de 14 familias de bajos recursos. La historia es larga, Comfama no llegó a comprar el lugar sino hasta 1986, es decir, más de 25 años después de haber sido clausurado.

Los tiempos eran convulsos, la violencia urbana, derivada del narcotráfico, trajo precariedad económica y social. Quienes vivieron aquellos años cuentan que incluso parte del terreno boscoso —hacia lo que hoy es la sede administrativa— llegó a ser, no solo un botadero de escombros, sino también de muertos.

Desde 1995, en el espacio funciona la Biblioteca Comfama de Aranjuez.

La biblioteca es solo una parte de toda la sede. También hay una zona administrativa y una recreativa con canchas y piscinas. Foto Carlos Alberto Velásquez.
La biblioteca es solo una parte de toda la sede. También hay una zona administrativa y una recreativa con canchas y piscinas. Foto Carlos Alberto Velásquez.

¿Quién soporta la ciudad?

Cuando el doctor Manuel Uribe Ángel revisó a Epifanio Mejía dijo que lo que el poeta necesitaba era regresar a Yarumal, al campo, a la finca donde había vivido con su papá.

Desde mucho antes, con apenas 28 años, ya huía de la ciudad adentrando su escritura en la montaña. Tenía un ojo hecho para los detalles de la naturaleza. Juan de Dios “el Indio” Uribe, en un discurso de 1893, se refirió así a Epifanio y su locura: “(...) su mirada fina, que distingue los matices de las hojas y de las flores, los caprichos de las nubes y las tragedias de los nidos, se entorna en la oscuridad y se cierra en lo recóndito”, para entonces el Loco Mejía llevaba 14 años interno.

Loco puede ser cualquiera, acota Carlos. Lo es todo aquel que se comporte o atisbe algo distinto a lo socialmente aceptado. “Cuando se inauguró el manicomio ni siquiera se hacían diagnósticos psiquiátricos, todos eran locos: las mujeres histéricas, los borrachos con sus enlagunamientos, los homosexuales, los del partido político contrario”.

La locura de Epifanio fue atribuida a su melancolía, no siendo él el único personaje de entonces que percibió el mundo de forma particular. Junto a él, en el manicomio, estuvo también la Loca Dolores, con la que, según se lee en el libro Epifanio Mejía: ¿Locura o libertad?, de Orlando Montoya Moreno, vivió varias anécdotas. Era una mujer perspicaz y simpática a la que una vez el Poeta Triste —como también se le conocía— la escuchó gritar, desde el negocio de su tío: “Todo el mundo está loco, menos el doctor Uribe Ángel que es bobo”. La persiguió dejando sin cuidandero el local y cuando regresó le habían robado todo.

También anduvo por aquellas habitaciones el dentista Antonio Hurtado, autoproclamado el Papa de Barbosa. Tras la muerte de Pío XI, envió al Vaticano una carta pidiendo ser el sucesor. Como nunca recibió respuesta, ofició como pontífice y atrajo a más personas que el párroco del municipio. No estuvo mucho tiempo en el manicomio. Fue diagnosticado con locura mística, lo que significaba que no representaba peligro para la sociedad.

La biblioteca que hoy guarda parte de la memoria de la melancolía de Epifanio, también conserva sus libros y los de miles de autores más (ver Recuadro). Entre muchas páginas, versos para nombrar la locura. “Todos estamos locos, / grita la loca / ¡Qué verdad tan amarga / dice su boca!” (Epifanio Mejía, 1869).

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