El genio de italia, Leonardo da Vinci, se preguntó cosas sencillas y hasta básicas: ¿Qué hay al interior del corazón? ¿Puede el ser humano volar como las aves? Las respuestas fueron grandes contribuciones a la anatomía y le ayudaron a formular principios de aviación, vuelo y paracaidismo que años después fueron retomados.
El reconocido pintor inventó, diseccionó cadáveres, fue cocinero, ingeniero, humorista, diseñador, estratega de guerra y hasta organizador de banquetes. Sus contribuciones en diferentes campos lo convirtieron en un arquetipo de genio creativo, epíteto que lo ha descrito y lo ha hecho famoso. Este año justo se celebran 500 años de su muerte.
Curiosidad y disciplina fueron la base de su genialidad. Los estudios en psicología cognifiva han definido que esta cualidad, la de genio, la tienen individuos que hacen contribuciones sin precedentes, originales y creativas a la humanidad. Académicos señalan que esa gracia no es dada por los dioses ni por la naturaleza. Son un conjunto de elementos los que se unen y coinciden para que alguien sea un genio. Un Da Vinci. Estas son algunas:
contexto y características sociales
Cristóbal Ovidio Muñoz, psicólogo social y docente de la Universidad CES, plantea que la raíz del pensamiento creativo está en las relaciones con el otro. Las personas se comportan según la experiencia, que puede ayudar o coaptar la libertad de razonar.
“Al niño se le enseña que el sol es amarillo no verde; desde ahí le estamos castrando la creatividad”, explica Cristóbal y aclara que la sociedad, por lo demás, invita a seguir normas. “Solo los muy creativos se sublevan y rompen esas órdenes”, explica.
Incluso las acciones de las personas con inventiva no son individuales: “Se considera como un acto sistémico de interacción entre la persona y su entorno sociocultural”, comenta Luz Marina Vélez, jefe de la especialización en intervención creativa de la Colegiatura Colombiana.
Investigaciones, especialmente de psicología cognitiva, han demostrado que el referente de cada creador es su pasado. “Las experiencias (muchas, pocas, alegres o tristes) en un momento nos hacen enfrentar a retos”, comenta Ómar Muñoz, doctor en comunicación avanzada, magíster en creatividad y profesor de la Facultad de Publicidad de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB).
Añade que lo que las hace más o menos imaginarias es el entorno que las rodea –familia, amigos, educación–, por lo que cada quien tiene una experiencia diferente. “Esa es la razón por la que muchos colegios están desarrollando desde la infancia el pensamiento creativo, porque saben que luego habrá una alta probabilidad de crecer así”, explica Ómar.
Los saberes no son innatos ni heredados
Durante muchos años se pensó que la creatividad era algo hereditario. Si el padre era un excelente matemático, pues el hijo tendría el mismo talento.
Pero, en realidad, ¿el creador nace o se hace? Desde la psicología “está demostrado que para ser creativo hay que abrirse al conocimiento”, dice el profesor Cristóbal. Quiere decir que este tipo de pensamiento no es una aptitud sino una actitud: “La mente de Da Vinci fue abierta y siempre se preguntó por todo. Y si uno revisa la literatura, uno se da cuenta de que el asunto es hacerse preguntas diferentes”.
Genios de la historia, desde el músico Beethoven hasta el químico Pasteur (ver recuadros), tuvieron esa búsqueda del conocimiento. “Creatividad depende de los estímulos, el azar, el inconsciente, el saber y el deseo de aprender”, añade Luz Marina Vélez.
Caracterización de los creativos
Ómar Muñoz indica que desde los estudios cognitivos se han identificado varios niveles: el genio creativo, en el que estaría Leonardo, por sus contribuciones globales; la persona creadora, es decir, quien hace contribuciones a un sector o comunidad (como una solución urbanística o un problema de sanidad); la persona creativa, es decir, el ser humano común, cualquiera que le da soluciones cotidianas a sus retos, y los pseudocreativos, que son dos, quienes aparentan ser creadores y los que usan esta para hacer el mal, “que son muchas”.
El genio que pintó La última cena está en la primera fila de creativos del mundo. Su capacidad inventiva alcanzó muchas áreas del conocimiento de entonces, pero para llegar allá primero aprendió a ver los animales, la vegetación y el paisaje en Anchiano, la vereda donde nació.
Su enseñanza fue desordenada y solo pudo asistir a clases particulares, pero como le ha sucedido a los genios, supo hacerse preguntas y pensar diferente a los demás .