Desde su nacimiento, en un frío diciembre de 1985, en Guelph, Ontario, Canadá, Karlus Morales estuvo predestinado a sentir una gran pasión por la Tierra: heredó el amor por los insectos de su padre, un apasionado entomólogo, y la fascinación por la naturaleza de su madre, una talentosa ingeniera agrónomam, explica el hombre sobre su nueva exposición Más que un bestiario, que abrió sus puertas el pasado primero de agosto en la Sala de Exposiciones Efe Gómez, de la Universidad Nacional de Colombia.
Se trata de una muestra, en la que el espectador puede encontrarse a solas y muy de cerca con esos bichitos pocos carismáticos a los que, como por mandato divino, la mayoría de los humanos aprendieron a repeler e incluso a temer, para comprender que no son seres malvados de otro planeta, pues a través de una serie de 15 macrofotografías Karlus logra darles tal personalidad, que el sujeto que razona y piensa delante de cada uno en vez de querer aplastar o alejarse, quiere quedarse parado, en silencio, inmóvil, contemplando y reflexionando sobre tal belleza.
—Con Más que un bestiario quiero mostrar que estas criaturas pueden ser verdaderamente hermosas e invito a que se den la oportunidad de admirarlas, ya que en un mundo cada vez más urbanizado, es fácil olvidar nuestra conexión con las criaturas que nos rodean. Al mismo tiempo, quiero cuestionar aquellas percepciones infundadas, presentando imágenes de animales que pueden resultar fascinantes, pero también sorprendentes, y que eso conlleve a que sean vistas con otros ojos.
Pero no solo se trata de exponer la belleza. Con sus composiciones limpias y simétricas, en donde el color es fuerza y vibración, el fotógrafo espera crear conciencia sobre el importante papel que juega cada criatura. Karlus se inició de manera empírica hace más de 20 años —aunque es graduado de ingeniería mecatrónica— ya que su pasión por retratar el entorno había surgido desde niño, cuando tuvo la oportunidad de explorar los paisajes naturales de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Colombia y México.
—A veces olvidamos que no somos los únicos habitantes de este planeta, entonces esta exhibición no sólo es una muestra de la belleza que esconde la naturaleza, sino también una invitación a reconsiderar nuestra relación con el mundo, creando conciencia sobre la importancia de la biodiversidad en los ecosistemas y en nuestras propias vidas. ¿Por qué? Porque cada especie, por pequeña o insignificante que parezca, cumple una función vital en el equilibrio natural, o sea, la pérdida de una sola especie puede tener un impacto negativo en todo un ecosistema y afectar la calidad de vida de los seres humanos, por ejemplo.
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Por ello, Karlus, no solo fotografía bichos, fotografía todo tipo de paisajes y de animales, solo que antes de presentarse a la convocatoria pública de la Universidad Nacional para mostrar su trabajo en la Sala de Exposiciones Efe Gómez, se fue a revisar su portafolio y encontró una carpeta llamada Bestiario, una palabra que proviene del latín bestiarium y que hace referencia a un compendio de animales fabulosos, notó que en su mayoría las fotos eran insectos con los que se había tropezado genuinamente durante sus viajes o su cotidianidad, y que darle ese hilo conductor a la exposición sería una bonita manera de entrelazar su historia personal con el oficio que escogió por pasión.
—Luego, para elegir el nombre bajo el que se recogerían estas fotografías, pensé que quería uno que reflejara lo que siento por estas criaturas y lo que quiero comunicar y de pronto hacerle ver a la gente que no son los animalitos feos que tienen en su mente, por eso usé la palabra que había aparecido de manera inesperada, “bestiario”, y “más”. O sea, Más que un bestiario es la oportunidad para que la gente vea estas criaturas desde otra óptica y se dé la oportunidad de asombrarse con los colores, texturas y formas, y para que se vayan para sus casas con la intensión de seguir investigando más sobre el tema.
La exposición, en la que los detalles de las chapolas, las mantis religiosas, las arañas, las hormigas o los escarabajos son protagonistas, puede visitarse de manera gratuita y estará abierta al público hasta el próximo 31 de agosto.
Estas son algunas imágenes que se podrán ver expuestas:
“La agilidad, la gracia y la destreza son algunas de las cualidades que podemos observar en las sorprendentes arañas saltarinas de la familia Salticidae. Estas criaturas impresionantes pueden saltar varias veces su propio tamaño, gracias a un sistema hidráulico interno que les permite extender sus extremidades sin la necesidad de grandes músculos. Son expertas en emboscadas y no construyen redes para cazar. En cambio, saltan sobre sus presas y las atrapan, y si las cosas se ponen difíciles tienen una línea de vida: un hilo de seda que producen en la parte posterior del abdomen para colgarse y luego trepar de regreso a su sitio. Aunque puedan parecer pequeñas y frágiles, las arañas saltarinas son depredadoras expertas y juegan un papel importante en la cadena alimenticia, ademas sus ocho ojos les permiten tener un campo visual de 360°. En definitiva, estas arañas saltarinas son verdaderamente una maravilla de la naturaleza y nos recuerdan que la belleza puede encontrarse en lugares inesperados”.
“Los grajos, de la familia de los Pentatomidae, no son sólo mal olor. Detrás de su defensa química, estos insectos albergan sorpresas muy interesantes. El ejemplar de la foto pertenece al género Rhyssocephala, un grupo polífago que se deleita con distintos tipos de alimentos. Su aparato bucal se ha transformado en un tubo que les permite digerir la comida en forma líquida. Los Pentatomidae, como se les conoce científicamente, tienen antenas de cinco segmentos y un escudo detrás de la cabeza que los protege de los depredadores. Muchas de las hembras de esta familia se quedan cuidando los huevos en un acto de responsabilidad y compromiso maternal. Aunque se les considera plagas secundarias de algunos cultivos, en países como Laos son un manjar exquisito por su sabor fuerte. Así que la próxima vez que veas un grajo, atrévete a mirar más allá del olor y recuerda que estás ante una obra de arte de la naturaleza”.
“Las mantis religiosas, de la familia Mantidae, siempre me ha maravillado con sus movimientos hipnóticos y poses premeditadas, que a veces hacen la alusión al rezo. Aparte de bellas, las mantis son una máquina depredadora y una pieza clave en el ecosistema del bosque. Su habilidad para camuflarse y su impresionante agilidad para cazar presas hacen de ella una criatura verdaderamente sorprendente. Su movimiento es lento, imitando el de las hojas en el viento, lo que les permite camuflarse aún más. Tienen la capacidad de girar su cabeza 180°, disfrutando de una visión panorámica y, una vez que han localizado a una posible presa, la enfocan con los dos ojos y lanzan sus patas anteriores, provistas de espinas, lo que les permite atrapar a sus víctimas sin posibilidad de fuga. Su peculiar comportamiento reproductivo las hace aún más intrigantes; las hembras de esta especie a menudo decapitan a los machos durante el apareamiento, y aunque esto parece cruel, es un comportamiento beneficioso para ambos, puesto que ayuda a garantizar el éxito reproductivo y le evita a la hembra tener que exponerse a cazar. Así que la próxima vez que veas a una mantis religiosa, tómate un momento para admirar su belleza y deleitarte con sus fascinantes características”.
“Este pequeño y colorido gusano de la familia Erebidae me cautivó con su tranquilidad y pasividad, enseñándome la valiosa lección de detenerme y disfrutar del momento. Pero sus enseñanzas no terminaron ahí, me recordó que la verdadera grandeza no reside en la fuerza o el poder, sino en la paz y la serenidad que encontramos dentro de nosotros mismos. A pesar de su aspecto frágil y suavidad aparente, algunas larvas de esta familia pueden ser urticantes y peligrosas para la salud humana, pero como todo juega su papel en el equilibrio de la vida, estos insectos no son la excepción y cuando se transforman en mariposa, se convierten en una importante fuente de alimento para los murciélagos. Así que toma un momento para apreciar la belleza y sabiduría que estos gusanos tienen para ofrecer y únete a la tarea de proteger nuestro planeta para futuras generaciones”.