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“Es en el silencio donde habita la música”: Pablo Sáinz Villegas, guitarrista español

En el evento también participarán los talentos de la Filarmed dirigidos por el maestro Juan Pablo Valencia.

  • Pablo Sáinz Villegas es uno de los solitas más aclamados de la música clásica actual. Su trabajo con la guitarra le ha validos numerosos reconocimientos. Foto: Cortesía.
    Pablo Sáinz Villegas es uno de los solitas más aclamados de la música clásica actual. Su trabajo con la guitarra le ha validos numerosos reconocimientos. Foto: Cortesía.
04 de septiembre de 2023
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El Concierto de Aranjuez es uno de los hitos de la historia de la guitarra clásica española. En su partitura —hecha en 1939— Joaquín Rodrigo puso buena parte de su talento compositivo. Eso y el hecho de que sea Pablo Sáinz Villegas el responsable de pulsar las cuerdas de la guitarra hacen del concierto del cinco de septiembre a las ocho de la noche en el Metropolitano una oferta musical para los oídos más exigentes. Y es que para los expertos, Sáinz Villegas es hoy el más depurado representante de una tradición musical que incluye, de alguna forma, los nombres de Paco de Lucía y de Andrés Segovia.

EL COLOMBIANO conversó con Pablo sobre la música y las conexiones espirituales que esta propicia entre el intérprete y los expositores.

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¿Cómo fue su encuentro con la guitarra? Tuvo que haber pasado algo muy especial para tomar la decisión de consagrar la vida a un instrumento en particular...

“A los seis años mis padres me compraron una guitarra y empecé a tomar clases. En esa etapa inicial puedes vivir un momento mágico de conexión con el instrumento. Mi relación con el instrumento se dio de manera natural, como si se tratara de un juego. El momento mágico, en mi caso, se dio a los siete años, cuando salí al escenario por primera vez y era en un teatro muy bonito, en mi ciudad Logroño, de La Rioja, en España. Recuerdo que sentí el cañón de luz, sentí al público, pero no lo podía ver. De repente, tocaba mi pieza y eso mágico de lo que te hablo pasó. Ahora, con la perspectiva de adulto, creo que esa magia está en la conexión que me permite a través de la música sentir tantas almas y eso es muy poderoso. Y la música, al final de cuentas, pertenece a las experiencias que no vemos ni tocamos, pero sentimos. La música es el lenguaje de las emociones”.

El artista en el escenario está obligado a mirar para dentro, creo. Hablemos de su relación con el público, de la forma que hace de lo personal algo colectivo...

“Para mí todo el propósito de la música está alrededor del público. El público es el testigo de la creación de la música. Los asistentes crean conmigo ese espacio de conexión, ese espacio de celebración de la humanidad, de nuestras emociones. Todos los años que llevo tocando están orientados para el público. Es decir, mi tiempo está dividido entre el estudio, el ensayo y las presentaciones. Y ese ochenta por ciento de tiempo que paso estudiando o practicando está orientado al veinte por ciento que paso con el público.

Para mí compartir con la gente en el escenario hace que la música sea algo más grande que yo y que el instrumento en sí. Estamos hablando de una conexión emocional profunda, de celebrar nuestra humanidad, de celebrar nuestra empatía. Y lo que, en un principio, es mensaje mío hacia el público se convierte, por una transmutación mágica, en el mensaje que cada persona recibe. Entonces hay este aspecto de la individualidad y el colectivo. Todos hemos sentido en un concierto o en algún acto litúrgico ese espacio mágico, que es el silencio. Es en el silencio donde habita la música y cuantas más personas somos conscientes de él, más poderosa es esa conexión”.

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Cuando se googlea su nombre se una uno cuenta que usted está considerado por muchos críticos como el representante más importante de la guitarra española actual. Debe ser mucho el peso de esa idea, sobre todo si se tiene en cuenta la dimensión de los guitarristas españoles...

“Sí, tenemos una gran tradición de guitarra, tanto en la guitarra flamenca, que los máximos exponentes han sido Paco de Lucía y Tomatito, en estos momentos, como en la guitarra clásica española, que ha tenido a Narciso Yepes y a Andrés Segovia, grandes nombres que han hecho internacional la guitarra. Asumo esas palabras con la naturalidad de quien busca dar lo mejor de sí mismo cada vez que sale al escenario. Soy muy metódico. Y al final todo se trata de aspirar a la excelencia, que no la perfección.

Y sí que es precioso que la gente pueda decir esas palabras o que me consideren el máximo exponente de la guitarra en estos momentos. Lo llevo con naturalidad, tampoco pienso mucho en ello. Cada momento que salgo al escenario busco que sea un momento mágico, profundo, la trascendencia de lo físico para entrar en lo metafísico. Busco trascender el instrumento, la técnica, el trascender todo aquello que es un medio para alcanzar algo mucho más profundo. Al final lo que me hace levantarme cada mañana y coger la guitarra es esa experiencia mágica del compartir la música, ya sea en el Carnegie Hall o ya sea en un colegio de Tijuana. La música es una de las expresiones del presente. La música solamente existe en el presente y ese es su poder”.

Hablemos un poco de cuál ha sido su conexión con esta obra...

“El Concierto de Aranjuez es una obra que empecé a escuchar en una colección de discos de LPs que tenía mi padre en casa. Yo tenía 6, 7, 8 añitos y esa grabación me hizo soñar de una manera natural. La importancia de los sueños es uno de los valores que yo también promulgo. Somos seres creativos capaces de crear nuestros sueños. Eso es lo que somos los seres humanos, creativos. Y en ese sentido esta obra me enseñó a soñar, a soñar el deseo de llegarla a tocar algún día. Siempre fui un estudiante metódico, que no se salía de los patrones que mi profesor me decía, para bien y para mal. Entonces nunca me atreví a explorar tocar el Concierto Aranjuez antes de que mi profesor me dijera “ahora ya estás listo para tocar el Concierto Aranjuez”.

Ese día llegó cuando tenía 16 años. Fue una gran, gran emoción. Y cuando llegan esos momentos, cuando te aprendes la partitura, lo siguiente que quieres es tocarlo con orquesta. Y bueno, ese día llegó en el Palau de la Música de Barcelona cuando tenía 18 años y lo toqué con la Orquesta Sinfónica del Vallès.

Ahí empezó una historia muy personal, muy confidente con lo que es esta pieza. Esta pieza es parte de mí o yo soy parte de ella, no sé, somos uno. La he tocado tantas y tantas veces alrededor de todo el mundo con tantas orquestas que siento que cada vez que interpreto esta obra tengo una conversación íntima y muy cercana con el compositor, con Joaquín Rodrigo. Y es una obra que representa en gran medida el espíritu, la historia, la idiosincrasia de España.

El maestro Joaquín Rodrigo y su mujer habían perdido un bebé y en medio de esta experiencia tan trágica, el maestro compuso esta bella melodía que es inmortal y universal y que ha hecho famoso al Concierto de Aranjuez, donde la guitarra representa el dolor humano, su voz, su dolor como ser humano en una plegaria con Dios, que está representado por la orquesta”.

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