A poco más de un año de su fallecimiento de Fernando Botero, el Palau Martorell de Barcelona acoge la exposición Fernando Botero, un maestro universal. Con más de cien piezas –algunas inéditas o procedentes de colecciones privadas–, la exposición contó con la curaduría de Lina Botero y Cristina Carrillo de Albornoz.
“Fernando Botero. Un maestro universal también analiza la importante relación del artista colombiano con España e Italia, así como la influencia crucial que ambos países tuvieron en su obra. Por este motivo, se podrán ver por primera vez en Barcelona, dos obras excepcionales: una versión de Las Meninas, de Velásquez, que siempre estuvo colgada en su estudio parisino, y Homenaje a Mantegna, un préstamo procedente de una colección privada de Estados Unidos”, se lee en el comunicado de prensa de la exposición.
EL COLOMBIANO conversó con Lina Botero sobre la labor de cuidar el legado del pintor más importante de Antioquia.
Hablemos del origen del proyecto Botero, un maestro universal...
“Esta exposición fue una invitación de parte del Palacio Bonaparte inicialmente en Roma para conmemorar el primer aniversario de la muerte de mi padre y luego una versión de esa exposición se trasladó a Barcelona. Esta exposición tiene dos enfoques. El primero es el de resaltar la riqueza y la diversidad de las múltiples técnicas con las cuales Fernando Botero trabajó a lo largo de su carrera. Fueron pocos los artistas de su generación que trabajaron una gama tan completa de técnicas. Él tenía una frase que me encantaba: “Los buenos artistas buscan soluciones, los grandes artistas buscan problemas”. Él continuamente buscaba nuevos problemas que significaran nuevos retos y que lo obligaran a recorrer caminos diferentes. Y bueno, ese es uno de los enfoques principales de esta exposición, por lo tanto, tenemos salas enteras dedicadas a su trabajo en pastel, en acuarela.
Adicionalmente, le dimos importancia a algunos de los temas más importantes que aparecieron en la obra de mi papá. El núcleo de su obra es América Latina y sus recuerdos de infancia y adolescencia creciendo en Medellín en los años 30 y 40. Hay una sala muy importante dedicada a los cuadros que él hizo como homenaje a los artistas que admiró e influyeron de manera importante en su vida. Mi padre él consideraba que el aporte más importante que puede hacer un artista al arte de su tiempo es su estilo, que es la forma más personal de expresarse. Y en el caso mi papá, su estilo es hoy en día reconocido universalmente porque a través de su estilo llevó al volumen a una exaltación sin precedentes”.
La exposición tiene más de cien obras. ¿Todas son la de Fundación Fernando Botero?
“Sí, con excepción del Homenaje a Mantegna, el cuadro que pintó mi papá en 1958 y con el cual ganó el Salón Nacional de Artistas de Colombia. El cuadro se vendió en ese momento y nunca volvimos a saber dónde estaba. Un día me llamó Cristian Padilla para decirme: “Acabo de ver una cuenta de Instagram de una marquetería en la Florida y creo que estoy viendo una esquina del cuadro en el fondo de una foto”. Entonces me metí en la cuenta de Instagram y efectivamente yo también dije, “Creo que es el cuadro de que estamos buscando.” Llamé a la mercería y me confirmaron que el cuadro existía, que lo tenían en su taller, pero que no me podían decir a quién pertenecía. Y el año pasado, la casa subasta Christie's me llamó para decirme que el cuadro lo acababan de vender en venta privada a una colección americana. Tuvimos la suerte de contactar el coleccionista y pedir el cuadro en préstamo para esta exposición y no solo lo prestó para la exposición en Roma, sino también para esta exposición. Total que hay varias obras inéditas en esta exposición, cuadros que nunca antes se habían presentado al público”.
Otro cuadro inédito es un retrato maravilloso de Pedrito, de mi hermano que murió a los 4 años de edad en un accidente automovilístico en España. Este retrato fue pintado cuando Pedrito estaba vivo, es un pastel maravilloso con una sutileza de colores. Después de que murió Pedrito, mi papá no quiso saber absolutamente nada de su pasado y estaba este cuadro en Nueva York y quedó guardado en un depósito que permaneció cerrado durante más de 40 años”.
¿Hay un cálculo aproximado de cuántas obras componen el universo Botero?
“No, la verdad todavía no, porque eso es un trabajo meticuloso, largo. Estamos terminando de crear el inventario, pero el inventario es cada obra con una foto, con su ficha técnica, es decir, estamos apenas en ese trabajo tan grande que implica crear ese inventario total. El trabajo que eventualmente comenzaremos próximamente es la creación del catálogo razonado, que es la columna vertebral del legado de un artista. Tenemos un trabajo enorme por delante”.
Se cuestionó mucho la decisión de que se subastaran obras de Botero junto a camisetas, guayos. ¿Cuál es su reacción al respecto?
“Entiendo que fue un tema polémico, pero te pido disculpas, prefiero no hablar acerca de eso, prefiero concentrarme en lo que estoy haciendo actualmente”.
¿Cómo se trabaja el legado de un artista de la dimensión de Botero?
“Llevamos una vida entera preparándonos para este momento. Yo llevo empecé a trabajar con mi papá de manera muy cercana en el 2012, hice muchas curadurías de sus exposiciones, colgué muchas de sus exposiciones, yo sabía como él le gustaba que se presentara su obra. Es decir, no es una cosa improvisada”.