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Sostener la cultura, una tarea que se ha hecho más compleja

Tras casi 15 meses de pandemia, mantener a flote los esfuerzos que giran en torno a la cultura ha sido un desafío mayor. Así ha sido para algunas entidades en el Valle de Aburrá.

  • La Corporación Fernando González está pidiendo apoyo a la Alcaldía de Envigado. Dicen que han venido pidiendo una mano desde hace cinco meses. Se abrió un espacio de concertación entre las partes. FOTO Edwin Bustamante
    La Corporación Fernando González está pidiendo apoyo a la Alcaldía de Envigado. Dicen que han venido pidiendo una mano desde hace cinco meses. Se abrió un espacio de concertación entre las partes. FOTO Edwin Bustamante
02 de junio de 2021
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A pesar de que las esperanzas estaban puestas en un 2021 que le diera un nuevo aire a los proyectos culturales, la pandemia todavía no ha dado tregua y los efectos han sido notorios en esta primera mitad del año. No ha sido un camino fácil para toda clase de proyectos culturales.

El 4 de marzo, por ejemplo, el sector de los teatros de la ciudad anunciaba su regreso y hubo toda una celebración en el Teatro Pablo Tobón Uribe en torno a ello. La gran reapertura contó con programación para 40 espacios culturales donde el público se congrega alrededor de las artes escénicas. Los tomó por sorpresa otro golpe, sin embargo, el tercer pico del covid-19, que hasta ahora ha sido el más fuerte.

Al mes exacto de reabrir, el Pablo Tobón suspendió funciones nuevamente el 5 de abril. Los martes fueron días de teatro, pero nuevamente migrados a la virtualidad y los eventos presenciales (con un aforo mucho menos al de su capacidad total) tuvieron que volver a esperar.

“2020 fue un año muy desafiante, el más desafiante que hemos tenido como institución cultural”, recalcó Juan Carlos Sánchez, director del teatro, a este diario en marzo de este año, al cumplirse un año de haber cerrado sus puertas. “Tiene más de 751 eventos en 365 días”, apunta, aunque eso fue antes de que llegara la pandemia, que “aporreó, afectó e impactó a todo ese ecosistema cultural que se potencia desde el Teatro Pablo Tobón Uribe”.

Este teatro pensó en un plan de salvamento para 2021 y arrancó el año con la idea de poder desarrollar 100 espectáculos de pequeño formato y 30 coproducciones de danza y teatro, aunque considerando que el aforo es mucho menor al que pueden tener. Esos conciertos más pequeños se planearon bajo el concepto de darle 70% de ganancias para el artista y 30% para el teatro. Por otro lado, dentro de su plan están contempladas ferias temáticas enfocados en apoyar empresarios del sector cultural.

La historia se repite para muchas otras instituciones culturales que siguen en esa misma lucha: el Teatro Matacandelas tenía funciones preparadas para su montaje de la obra O Marinheiro para finales de marzo y todo abril. Los toques de queda que se implementaron los fines de semana fueron aplazando una fecha y luego la otra y así. Hasta ahora, esa programación está tomando forma de nuevo. El 4 y 5 de junio regresará O Marinheiro al Matacandelas de forma presencial.

La vida de las casas

Otro de los ejemplos más notorios en la última semana fue el de la Corporación Fernando González Otraparte, que ya suma 19 años de historia manejando la Casa Museo, ese espacio que le perteneció al escritor Fernando González desde 1937.

Funciona en comodato y se renueva año tras año, pues una parte la maneja la corporación y otra la manejan Comfama y la Alcaldía, dueña de ese espacio en realidad. Recientemente, la Corporación le ha insistido al gobierno de Envigado que les de una mano para seguir adelante en su gestión y que avance el proceso de contratación que cada año entablan.

La administración municipal respondió en Twitter que evaluará la posibilidad de que la operación completa del espacio ahora quede en manos de la Secretaría de Educación. La solución está pendiente y habrá una reunión el 8 de junio para dialogar.

Las alianzas público privadas en el caso de la cultura son la manera natural de trabajo en Medellín y, en general, en Antioquia, las políticas públicas de la cultura son muy jóvenes”, explica María del Rosario Escobar, directora del Museo de Antioquia.

Antes, la Secretaría de Educación cumplía funciones de cultura en Medellín y apenas en 2002 tomó su propia secretaría. “Entonces casi todas esas iniciativas que hacen de Medellín y de Antioquia un lugar de la cultura han nacido de la sociedad civil y se han fortalecido con la asociación con los entes municipales o departamentales”, explica.

Otraparte se relaciona con Envigado por su ubicación, no podría aplicar a las convocatorias de becas y estímulos de la Secretaría de Cultura Medellín, que tiene un número más amplio de becas y estímulos.

Escobar destaca que aproximadamente, un 90 % de las instituciones culturales de Medellín no reciben más de un 20 % de recursos públicos “y lo demás lo gestionamos mediante proyectos y recursos propios. Gracias a esta proporción es que se ha logrado que las instituciones puedan sobrevivir estos tiempos de pandemia tan difíciles”.

José Julián Villa, director de La Pascasia, otra casa que alberga cultura, pero en Medellín, afirma que una de las lecciones que ha dejado este momento es que a pesar de que los lugares físicos son importantes para un proyecto cultural, al ser la cara más visible de esos esfuerzos, tienen sentido “por la gente, los contenidos y los proyectos que las habitan. Nadie debería tener una casa si no tiene como llenarla de información”.

En su caso, La Pascasia también ha tenido que doblar esfuerzos para mantener a flote no solo el arriendo de la casa, sino su nómina y los múltiples proyectos musicales, literarios y artísticos que han cobijado dentro de la Corporación Común y Corriente

El equipo asumió el costo del arriendo cuando dejaron de entrar ingresos tras el cierre de los primeros meses de cuarentena. “Las instituciones culturales sufrimos de las mismas dolencias incluso antes de la pandemia: siempre estamos en el límite del abismo. La pandemia lo que hizo, seguramente, fue acercarnos un poco más al abismo, pero aunque suene disparatado, la única solución depende de la terquedad y el sacrificio de los habitantes del proyecto”.

Entregar hasta el pellejo por esas iniciativas, pues finalmente no son solo sustentos de vida, “sino una forma de vida”. Siguieron adelante, en gran medida, por esos esfuerzos que daban sentido a cualquier terquedad. Hubo alianzas con otras instituciones culturales, becas a las que aplicaron y recibieron y buenas voluntades. Ahora que la casa retoma parte de su programación normal, y que la Alcaldía de Medellín anunció reapertura económica total a partir del 8 de junio, les recuerda a quienes la visitan que son ellos también los que le permiten tener vida.

40
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