En el garaje de una casa en los bajos del Cerro Nutibara nació un sueño hace 35 años. Una institución que puso a Medellín a bailar danza clásica: la Asociación Cultural Ballet Metropolitano.
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El Ballet Metropolitano nació hace más de tres décadas en una casa cerca al Cerro Nutibara. Esta es su historia.
En el garaje de una casa en los bajos del Cerro Nutibara nació un sueño hace 35 años. Una institución que puso a Medellín a bailar danza clásica: la Asociación Cultural Ballet Metropolitano.
Esta iniciativa cultural se construyó gracias a los amantes de la danza clásica que querían ofrecer eventos de este tipo para la ciudad, y también cualificar a los bailarines locales: hacerles un puente entre la formación académica y el mundo profesional.
Juliana Acosta, actual directora ejecutiva del Ballet Metropolitano de Medellin, BMM, detalla que “el punto de encuentro fue inicialmente hacer proyectos, montar grandes ballets para que el público de Medellín tuviera la oportunidad de ver grandes obras, como por ejemplo Cascanueces, un clásico de la danza a nivel internacional”.
Pero el Ballet Metropolitano no era ni una academia ni un centro de estudios, era un punto de encuentro, un grupo que reunía a personas de todas las academias de la ciudad para crear espectáculos y enamorar a Medellín del ballet.
“En 1989 había muy pocas academias de danza clásica entonces para uno poder presentar un espectáculo completo, con entre 120 y 150 bailarines en escena, había que unirse, aquí la premisa de la unión hace la fuerza fue vital”, detalla Juliana.
Ese es el primer gran hito del ballet local, lograr ese vínculo entre bailarines de la ciudad para así poder articular proyectos como talleres internacionales, traer a grandes maestros Y unir academias por proyectos que los cohesionaran a todos.
“Así funcionamos durante muchísimos años, y a la Asociación Cultural Ballet Metropolitano de Medellín pertenecieron academias que todavía existen en la ciudad, y que realizan un trabajo bellísimo desde la danza clásica, y hoy todavía nos unimos en el momento en que tenemos proyectos”.
Un segundo logro
Tras 20 años de trabajo ininterrumpido en pro de la danza clásica en Medellín llega el segundo gran hito del BMM: crear una escuela de formación en danza clásica.
“Esto nació como una iniciativa también de aquellos fundadores que querían quitar del imaginario colectivo la idea de que la danza clásica era un arte de élite y que quienes podían acceder a la formación debían tener muchos recursos para poder tener una educación de calidad. Entonces la escuela del BMM nació con una misionalidad social y es que todo el mundo pudiera recibir formación de calidad en danza clásica”.
Con el apoyo de fundaciones y de la empresa privada se crearon las Becas de formación, un proyecto de impacto social en el que se hacen audiciones abiertas para que personas que amen bailar, de todos los barrios, de todas las comunas de Medellín, lo puedan hacer. “Sabemos que lo que hay es talento en esta ciudad”, dice Acosta.
Un tercer momento
Con la unión, como primera estrategia y la formación en un segundo momento, era hora de seguir avanzando.
El tercer hito se dio hace seis años cuando nació la Compañía Profesional del Ballet Metropolitano de Medellín. “Y ella nace por dos grandes necesidades. La primera es que estos niños y niñas que llegaron a la escuela, empezaron a formarse desde chiquiticos, estaban terminando el ciclo, y las preguntas, para estos niños con talento eran, ¿ahora qué sigue? ¿Cómo completamos este circuito? Y la segunda era saber que nuestra ciudad no tenía una compañía de danza clásica”.
En Colombia, explica Juliana, hay una compañía que podría llamarse “la mamá de los pollitos”, el Instituto Colombiano de Ballet Clásico (Incolballet), pero regionalmente no había una apuesta de este tipo, “en la que no solamente los formáramos, sino que también fuera una plataforma donde pudieran desarrollarse como bailarines profesionales”.
La escuela nació con una misionalidad completamente social. Casi que todos los estudiantes que llegaban eran estudiantes que veían al BMM como una opción para ser bailarines, pues había una institución y unas personas que los estaban apoyando.
El gran mantra
Si hay algo claro para el Ballet Metropolitano de Medellín, es que tras estos 35 años aún hay mucho por hacer.
“Hoy llegamos a este aniversario con experiencia y una hoja de ruta clarísima: sabemos para dónde vamos a dar el siguiente paso, queremos identificar qué rol jugamos dentro de la ciudad con nuestra comunidad del Ballet Metropolitano, con nuestros bailarines y qué rol jugamos a nivel de país, por eso creamos nuestro gran mantra: ‘El ballet de y para todos’, con el que procuramos que todos nuestros esfuerzos diarios vayan encaminados a ofrecer una formación de danza clásica, de calidad y promover al máximo ser asequibles para todos. Que todo el mundo puede acceder, desde quien estudie hasta el público”.
Con la compañía de danza creada también nació otra idea que les ha permitido contar historias. Así, a la par de presentar los grandes y reconocidos repertorios de danza clásica con el mejor nivel, tienen una línea de creación de repertorio propio para hablar de nosotros como ciudad, como país, como sociedad.
De ahí se desprenden algunas obras que ya se han presentado, Gabotero, una de ellas. Esta es una propuesta escénica con una serie de coreografías de danza neoclásica (técnica de danza clásica influenciada por otras como la contemporánea, la moderna y el jazz), inspiradas en la vida y obra de los maestros colombianos Gabriel García Márquez y Fernando Botero.
“Para los bailarines se vuelve también un desafío. Identificar nuestras raíces desde la danza clásica y crear historias propias que hablen de nosotros, que nos estén contando algo o de nuestra ciudad o de las creaciones de nuestros artistas, pero siempre con esa exquisitez que nos regala la danza clásica desde la formación y desde la disciplina”.
Un cuarto momento
El espacio inicial, en los bajos del cerro Nutibara, comenzó a quedarse pequeño para todo lo que había crecido el Ballet en estos años, por eso, justo tras la pandemia se abrió la necesidad de un cambio de sede. Ese ha sido otro gran momento para ellos.
“La compañía empezó a necesitar más espacio para ensayar todos los días. Solamente era un salón ahí en los bajos del Cerro Nutibara”, cuenta Juliana que rememora además que ese fue un gran espacio con muchísima historia.
Era el salón de danza de Kiril Pikieris y Leonor Baquero de Pikieris, “los grandes maestros de la danza clásica en la ciudad”, y allí se reunieron 12 personas (cuyas firmas se pueden leer en ese primer documento de formación) y nació la asociación, pero además allí nació el proyecto de las becas y nació también la compañía como tal. “Por eso es un lugar con mucha historia”.
Cuando tras la pandemia se regresó a la presencialidad les abrieron las puertas en Bodega Comfama, pero ante el inminente crecimiento apareció la oportunidad de tener una sede definitiva que es una realidad hace tres años.
Así se dio la llegada de la compañía a lo que hoy se conoce como Palermo Cultural, –en la antigua sede del colegio Palermo de San José, a medio camino entre el parque Lleras y el parque del Poblado– que hoy es epicentro de la cultura y el arte en la ciudad y agrupa a la orquesta Filarmónica de Medellín (Filarmed), el Ballet Metropolitano de Medellín y la corporación Cantoalegre.
“Arrancamos primero con dos salones. Ya en este momento contamos en este espacio con tres salones. Y a veces se nos queda cortico porque la compañía tiene sus ensayos todos los días y el grupo juvenil —que nació el año pasado— también tienen su rutina”.
Números y logros
En un inicio, confirma Juliana, el 99,9 % de nuestra escuela eran estudiantes beneficiarios de becas de formación. Entonces, la escuela funcionaba principalmente por apoyo de fundaciones.
Eso ha tenido también una transformación desde el año pasado hasta hoy. “Esa balanza ha cambiado y en parte esta nueva ubicación también nos ha traído a personas particulares que se acercan al ballet porque saben que aquí hay un tema de calidad desde la formación. Son personas que llegan y pagan su mensualidad”.
Por eso la frase de ‘el ballet de y para todos’ que han hecho su mantra, es muy potente porque no abarca solo el territorio sino que trae a la gente que comulga con la filosofía de que nunca es tarde para aprender a bailar ballet.
“Tenemos una franja de ballet para adultos en la que reciben clases y tenemos médicos, cirujanos, psicólogos, gente que termina su jornada laboral y vienen a clase de ballet por las noches, se vuelve una terapia”.
En el 2021 los estudiantes venían de 34 barrios, “en este momento ya superamos los casi 160 barrios de la ciudad y tenemos personas de todas las comunas”.
A la fecha, la escuela del BMM tiene 312 estudiantes, 167 particulares y 148 becados.
Juliana destaca que esta es una gran familia, porque no solo son los estudiantes, sino también las mamás, papás, acudientes, abuelitos y vecinos, todos los que vienen y van al ballet.
“Otro indicador importante es que nosotros trabajamos por ofrecer condiciones dignas a los bailarines. Nuestros bailarines están contratados, haya o no haya función, se les paga y en eso somos muy estrictos”. Hoy son 12 los bailarines de planta en la compañía.
Planes para 2024
El Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes hizo un diagnóstico para identificar Centros de Danza y Movimiento en el país. Eso, para Juliana, significa que ahora más que nunca hay que crear en red. Incluso, justo antes de esta conversación se había reunido con Sankofa, Crew Peligrosos, Ballet Folclórico de Antioquia, Danza Concierto y Casa Tumac.
“A raíz de ese diagnóstico del Ministerio, esa creación en red la estamos haciendo nosotros. Va a suceder algo muy lindo este año en esa creación con pares, de cómo nos fortalecemos entre todos y cualificamos el sector”.
Parte de la celebración de los 35 años también incluye crear una memoria de lo que ha sido el Ballet Metropolitano de Medellín en todos estos años, su labor, su influencia, y por eso la idea es mirarlo desde lo audiovisual con un documental y desde lo auditivo con un pódcast de entrevistas.
“Aprovechando también que hay aún voces vivas, de esos gestores y que sea una validación de gratitud a todos ellos”.
Este es el año en el que hay una agenda especial y fuerte de creaciones propias entre las que se destaca un homenaje a Fernando Botero.
“Le haremos un gran regalo a la ciudad y al país y tras el éxito de Gabotero llegará una obra de gratitud al maestro Botero para nuestra gran noche de celebración (planeada para octubre) con una obra de 65 minutos, una pieza icónica nuestra y que representa al país para hablar de Colombia desde la danza neoclásica. Es un montaje grandísimo con la coreógrafa colombo-belga Annabelle López Ochoa y no solo con los 12 bailarines de la compañía sino que se abrirán audiciones para que más bailarines de la ciudad se vinculen a este proyecto”, explica Juliana.
Los amigos del Ballet
Para el BMM son muchos los aliados y amigos del arte que han hecho posible esta historia de 35 años. Que han apostado porque esta institución no sólo sobreviva, sino que crezca y se explanda por la ciudad y por el mundo.
Han sido claves las fundaciones SURA, Sofía Pérez de Soto, Fraternidad Medellín, MUV, ONE Inversión Social, Ramírez Moreno, Corporación San Blas, Mineros y también Comfama.
Y el trabajo seguirá para que esta asociación tan importante para la ciudad siga siendo viable, autosostenible y vaya en franco crecimiento. Queriendo hacer del ballet algo de todos y para todos, en este año de aniversario, el BMM quiere que la ciudad entera sepa y sienta que este ballet les pertenece, que celebren juntos. “Esta es la compañía de la ciudad, es lo que nos mueve el corazón”, concluye Acosta.