Pocos compositores en castellano han sabido cultivar el mito alrededor de su figura con el acierto que lo ha hecho Joaquín Ramón Martínez Sabina –conocido por sus fans y por la industria de la música con el nombre de Joaquín Sabina–.
En la estela de Bob Dylan, Sabina ha llenado su vida, en particular sus primeros años, de anécdotas que rozan la leyenda. La primera es la orden que recibe su padre, el comisario de Úbeda, de arrestarlo por sus nexos con el Partido Comunista, algo muy mal visto en la España gobernada por la larga sombra de Francisco Franco.
La segunda anécdota que soporta la fama del cantante es el hecho de haberle arrojado una molotov a una sucursal del Banco de Bilbao, en Granada. Esa fue la gota que colmó la paciencia del régimen: Sabina debió huir a Francia en compañía de Lesley, su primera musa y quien le reveló el universo lírico de Dylan. Y, por supuesto, en este punto vuelve el tono épico a la biografía del español: para poder escapar de la policía debió viajar con el pasaporte de Mario Zugasti, un tipo que tras una charla decidió darle sus papeles al joven estudiante de Filosofía y Letras.
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Y así ha sido la vida de Sabina. O al menos la que él ha contado en entrevistas, en canciones. También la que ha contado su biógrafo oficial, el periodista Javier Menéndez Flores. El madrileño ha publicado tres libros sobre la vida y la obra del compositor: Perdonen la tristeza –que va de los inicios de la carrera musical de Sabina hasta la publicación de su obra cumbre, el disco 19 días y 500 noches–, la extensa entrevista Sabina en carne viva y No amanece jamás, un estudio de sus letras.
A esta empresa hagiográfica se suma el reciente documental Sintiéndolo mucho, del director Fernando León de Aranoa. Todos estos trabajos comparten el espíritu de ensalzar la habilidad de Sabina de balancearse entre lo crápula –las drogas, los excesos y la noche– y lo entrañable. En todos ellos Sabina es retratado como el tío bohemio que cuenta buenos chistes y tiene una artillería de historias interesantes. El bohemio que fue rescatado de las calles por el amor de la peruana Jimena Coronado.