En momentos álgidos en los que las voces de protesta se multiplican, el rol de los artistas entre ese coro empieza a ser exigida por unos y callada por otros, que siguen insistiendo en que quienes se dedican al arte deberían mejor no decir nada, para no salir mal librados.
Daniel Álvarez, de Diamante Eléctrico, se remonta a los años 80 y 90, cuando se esperaba que el rock y el punk se manifestaran sobre las realidades. Pero después vino “un bache –cuenta– en el que bandas como nosotros o como Monsieur Periné, se despertaron y dijeron: hablemos de amor”.
En 9 años y con historias de amor a cuestas, ya han ganado tres Latin Grammys, les abrieron a los Rolling Stones en Bogotá y preparan su sexto disco, pero ante una realidad de “feminicidios y asesinatos de líderes sociales, supimos que no podemos no hablar”.
Propiciar conversaciones
Los chicos sí lloran es su más reciente manera de poner realidades sobre la mesa. Con esta canción, que hará parte de Mira lo que me hiciste hacer, un álbum que estrenarán el 13 de noviembre, se proponen hacer parte de conversaciones más amplias.
En este caso se refieren a los roles de género, pero esperan que esos diálogos se propaguen hacia salarios justos, por ejemplo. “Sabemos que como chicos hacemos parte del sistema y del problema”, pero se ha hecho evidente a sus ojos que “el sistema está roto y nunca debió haber sido así. Es momento de darles a las mujeres el espacio que se merecen”, dice Juan Galeano.
“Este ejercicio hace parte de algo más grande: está bien que el arte se haya dado un descanso de esa voz tan angustiosa, pero debe recuperarla porque al final del día no somos únicamente unas estúpidas estrellas pop que están aquí para darte música para que te enamores”, remata Álvarez.
No han sido una banda política per se, ni pretenden serlo del todo, pues su música también quiere ser “una catarsis y un refugio” para todo ese meollo de procesos internos de quienes los escuchan, apuntarle también a las revoluciones internas. Sin embargo, les es imposible mirar hacia un lado y callar.
Y en la industria
Diamante Eléctrico es consciente, además, de que esa es una conversación que se debe dar al interior de su industria especialmente. “Las decisiones grandes de la música las toman hombres. Poco a poco han llegado las mujeres a tomar roles importantes –apunta Galeano–. pero hay una pirámide de jerarquías y en esas jerarquías no hay mujeres”.
En la experiencia de esta banda hay un elemento diferencial: su tren lo han comandado desde el management dos mujeres: Diana Rodríguez, de Criteria Entertainment, y Camila Saravia, de M3 Music. Por eso les choca tanto cuando alguien externo trata de pasarles por encima solo por ser mujeres. “Hay un montón de subconversaciones que simplifican el argumento. Dicen: ‘ay, es porque es chica’ o ‘se puso bien chica’”, cuenta Álvarez.
Hacen falta más productoras o ingenieras de sonido, además, “es necesario para que las cosas rueden de otra manera – apunta Galeano – pero la relación en esos campos es tan ridícula como un 85-15% o un 90-10%”, proporcionalmente entre hombres y mujeres dentro de la industria. Esas situaciones son las que quieren llevar a la luz, así sea una canción a la vez.