El secretario de Cultura Ciudadana de Medellín, el dramaturgo Álvaro Narváez, es un personaje polémico dentro de un gabinete de por sí polémico. Muchos artistas y gestores culturales de la ciudad recibieron con esperanza —o, cuando menos, con expectativa— su nombramiento al frente de la dependencia de la Alcaldía por ser un artista de profesión que conoce bien las luchas de los gestores culturales para sacar adelante proyectos culturales, a pesar de los tiempos lentos de la burocracia.
Sin embargo, muy pronto quedó demostrado que las cosas iban a ser muy diferentes. En poco tiempo sectores culturales de peso y tradición rompieron cobijas con el funcionario y se convirtieron en sus mayores críticos.
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Y no deja de ser sintomático que fueran los teatreros quienes primero prendieron las alarmas por el trabajo de Narváez. O al menos los teatreros del colectivo Medellín en escena, que cuenta entre sus miembros a los grupos Matacandelas, Oficina Central de los Sueños y Teatro Popular de Medellín. En ese momento los expertos leyeron la ruptura entre Narváez y directores de la dimensión de Cristóbal Peláez, Iván Zapata y Jaiver Jurado como un capítulo más entre las diferencias que dividen en dos bandos al teatro de la ciudad. De un lado estarían los de Medellín en Escena y en el otro, los del Ateneo Porfirio Barba Jacob, que para muchos fue la sala cuna creativa del hoy secretario de cultura ciudadana. Sin embargo, las protestas de otros sectores —el del cine, el de los artistas callejeros, el de la danza y el de los grandes museos— demostraron que las críticas a Narváez no son el resultado de enconos del pasado.
El asunto va más allá. Y tiene que ver con el talante que el alcalde Daniel Quintero les ha contagiado a sus subordinados. En el caso de Narváez, dicha actitud se ha traducido —en palabras de varios gestores culturales— en la descalificación de sus adversarios (en un comentario de Facebook los llamó “neardentales de la cultura”) o en el cambio de nombre de proyectos con larga trayectoria, que resultan siendo menoscabados por la tardanza de su ejecución (eso pasó con Formación de Públicos, que en esta administración pasó a llamarse Públicos dinámicos y que mantuvo en el limbo a los grandes museos y teatros de la capital antioqueña, entre ellos el Museo de Antioquia o el Museo de Arte Moderno de Medellín). También Narváez, según fuentes consultadas, ha tratado de politizar la respuesta a los reparos por su baja gestión: les ha echado la culpa a los concejales opositores el que no haya plata para las becas o para las convocatorias de estímulos.
Otro de los cuestionamientos fuertes a su gestión es el de confundir a los públicos con las cifras. Al menos eso señala una fuente que indica que, por ejemplo, en las conversaciones sobre los presupuestos destinados al área audiovisual se han sacado a relucir los dineros invertidos en el funcionamiento de Telemedellín. Y esto no puede ser así porque unas cosas son las peras (las becas de creación para los directores y guionistas locales) y otras muy distintas las manzanas (los fondos para un canal oficial). Eso ha llevado a que los cineastas sean protagonistas de las protestas, como antes lo hicieran los teatreros y luego los bibliotecarios.
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Nadie duda en la capacidad de Álvaro Narváez para montar eventos. Ha hecho, por ejemplo, del Festival Miradas uno de los emblemas de su gestión. Allí se han proyectado películas internacionales y colombianas en distintos lugares de la ciudad. No obstante, el gremio de la cultura considera que Miradas es precisamente la demostración de las intenciones de Narváez. Un gestor cultural, que pidió reserva de su nombre, afirmó que dicho festival desnuda el proyecto cultural de la alcaldía de Daniel Quintero. “Al principio uno no entiende por qué no hay plata para las becas de creación audiovisual o para apoyar a los festivales de tradición, pero sí la hay para financiar Miradas. Luego, en las inauguraciones, uno ve el protagonismo que se le da a Diana Osorio, la esposa del alcalde, en el protocolo y ahí entiende la cosa”.
La diversidad estética e ideológica de los críticos de Narváez desvirtúa la narrativa oficial de que los opositores de la alcaldía son los líderes y voceros del uribismo o del fiquismo. Muchos de quienes hoy le ponen una mala nota al trabajo cultural del gobierno de Daniel Quintero votaron en su momento por quien hoy manda en la Alpujarra. EL COLOMBIANO quiso sacar el examen de la gestión de la Secretaría de Cultura de las trincheras políticas. Por eso les consultó a gestores y artistas de distintos campos y procedencias por los resultados de estos cuatro años: el veredicto no es nada esperanzador para una ciudad que hizo de la cultura y el arte una herramienta contra la violencia.
Estas son las opiniones de estos cinco gestores cuturales de la ciudad
“El letargo y lo incipiente fueron las palabras de esta administración”
María Patricia Marín Arango - Directora de la Asociación Medellín Cultural Teatro Metropolitano
“La gestión tuvo dos momentos y es justo resaltarlo: el tiempo de la pandemia y de la pospandemia. En el momento de la pandemia quien estaba allí como Secretaría de Cultura Ciudadana hizo su mejor esfuerzo por tirarles a las instituciones culturales todos los salvavidas posibles, entendiendo que si no era así pues muchos de nosotros íbamos a desaparecer porque somos instituciones autosostenibles. Sin embargo, cuando pasa la pandemia vivimos un tiempo de letargo. Sentimos un letargo: los proyectos salieron tarde.
Ese fue el caso de Formación de Públicos, que recién acabamos de firmar. Es decir, salió casi seis meses después de iniciado el año. Hubiéramos querido beneficiar con nuestra programación a los estratos 1, 2 y 3, a los que ya venimos acostumbrando y con los que ya venimos trabajando desde hace muchísimo tiempo atrás, no sólo desde esta administración. En ese tiempo perdido muchas audiencias quieren venir, pero sienten la frustración de no poder acceder al teatro, porque finalmente tampoco somos capaces solos de subsidiar la boletería en este proyecto específico.
La base de todo esto ocurre cuando un gobierno disminuye su rubro de cultura. Cuando eso pasa demuestra que estamos en problemas. En tiempos de pospandemia la cultura es uno de los rubros que más altos deberían estar, junto a los de salud y educación. Si nuestras secretarías de cultura no son capaces no solo de conservar sino de incrementar los presupuestos de cultura pues nuestras ciudades no van a ser progresistas, así nos vanagloriemos diciendo que somos la ciudad de la música, del arte. Eso no se demuestra con conciertos masivos sino señalando cuál fue el recurso que se les invirtió a la cultura y el arte de la ciudad”.
“En la danza perdimos los cuatro años porque no hubo un asunto serio en creación”
Catalina Piedrahita Múnera - Bailarina y gestora cultural
“En el tema de la danza, las becas de creación se pasaron solamente desde presupuestos participativos. Becas de creación que en los estímulos en las administraciones anteriores eran de 30 millones de pesos, en 2023 ni siquiera han salido. Y si salieron en presupuestos participativos alcanzan presupuestos de 10 o 15 millones de pesos. Entonces, yo creo que por el lado de la creación, perdimos el año. Perdimos los cuatro años de gobierno porque no hubo un asunto serio de creación. La danza –y esa ha sido una tradición larga– es asumida como algo con lo que rellenan la programación de la agenda cultural, muchas veces de una forma equitativa, por medio de convocatorias, muchas de ellas también desde contrataciones a dedo, pero sí se vio la danza como un asunto puntual de una agenda.
Se quedaron muchas cosas en el tintero, pero tenemos la esperanza puesta en el acuerdo municipal de danza, que es el resultado del trabajo de los consejeros municipales de danza y que debe ser presentado al Concejo de Medellín hasta el 31 de julio. De no entregarse en esta fecha, tendríamos que comenzar de nuevo. Ojalá el asunto resulte bien porque la danza necesita un acuerdo que fortalezca los eventos y los procesos formativos.
Más allá de convencer al alcalde Daniel Quintero y a los demás secretarios del gabinete, el secretario Álvaro Narváez se convirtió en el mandadero de ellos, en hacer lo que le pedían. Y también le faltó trabajar articuladamente con las organizaciones culturales. Sin las organizaciones y sin los artistas y los gestores culturales no existiría una Secretaría de Cultura”.
“Tuvimos un secretario de Cultura que ayudó más a los dueños de las tarimas que a los artistas”
Iván Zapata Ríos - Director del Teatro Popular de Medellín
“El balance de estos cuatro años de gestión de cultura de la alcaldía de Medellín es bastante negativo y deplorable para el sector artístico de ciudad. Pasamos cuatro años teniendo a un secretario de Cultura que era secretario de Cultura de un determinado sector, pero no uno de la ciudad. Este secretario tuvo muchos tropiezos, a aquellos que no estamos de acuerdo con sus ideas nos trató de neardentales.
Esta administración significó un atraso muy grande. Eso me parece muy triste, muy deprimente. El sector artístico y cultural creo que se debe reestructurar y casi que partir nuevamente de cero. Si me piden una calificación de esta secretaría –y el estándar es de 1 a 5– creo que no llega ni a 2. Tuvimos un secretario de Cultura que ayudó más a los dueños de las tarimas, de los equipos de sonido que a los mismos artistas. No se plantearon durante este periodo unos procesos artísticos y culturales, sino que tuvimos un secretario más pendiente de las redes sociales, de cuántos likes puede tener y de hacer mil conciertos y eventos de tarimas sin pensar en los creadores y en los productos artísticos para un verdadero proceso de formación de públicos.
Podemos definir estos cuatro años de gestión cultural de la alcaldía de Medellín con el eslogan de la Fiesta de Artes Escénicas de hace unos años: en la nada, el vacío y la ausencia”.
“El secretario de cultura fue simplemente un gestor de eventos”
Ana Katalina Carmona - Guionista y productora audiovisual
“Yo creo que esta ha sido una gestión terrible. Y digo terrible con todo lo dramático que puede ser esa palabra. Esta ha sido una gestión que nos ha devuelto en el tiempo, nos ha devuelto a pensar que la cultura es una asociación de eventos. Por ejemplo, el secretario priorizó hacer el Festival Miradas, que ni siquiera está en el plan de desarrollo. Priorizó hacer ese evento y no apoyar a los artistas a través de las becas de creación. Eso demuestra una desconexión total con la realidad, con lo que necesitan los artistas, los cineastas, escritores de esta ciudad.
Para nosotros es una total decepción ver como Álvaro Narváez, que supuestamente es del gremio de artistas, fue simplemente un gestor de eventos, pero no tiene ni idea de cómo estratégicamente potenciar la cultura.
Nosotros hemos intentado de todo. En el 2021 cometieron un error terrible y fue no sacar ninguna beca de creación libre para los cineastas de esta ciudad ni para el sector audiovisual. Solo sacaron becas que encargaban unos vídeos, pero no eran enfocadas en el lado artístico del sector audiovisual. Desde ese momento, nosotros hemos intentado muchos diálogos. Hace un mes nos sentamos, después de la protesta que hicimos en el centro, a hablar con ellos. Pero uno se frustra en esos diálogos. Hay mucho descaro en esos diálogos, porque Álvaro Narváez se ha atrevido a mentir, se ha atrevido a inflar cifras. En la última reunión lo único que hizo fue acusar a los concejales que no querían votar por el excedente del presupuesto de EPM que estaba pidiendo Daniel Quintero.
La administración ha hecho un mal manejo de recursos y por eso, en este momento, no tiene el dinero para ejecutar los programas esenciales. Las reuniones han sido de verdad un gran desafío, incluso de cultura política, porque nos toca prepararnos, porque no hay cómo tener un diálogo franco ni ningún nivel de honestidad con la administración actual”.
“Improvisación y superficialidad fueron constantes en esta administración”
Germán Carvajal - Trovador y gestor cultural
“Esta ha sido una gestión bastante deficiente, improvisada, superficial. La Secretaría de Cultura no ha sido un apoyo para los gestores culturales, para las organizaciones culturales que tanto le han aportado a la ciudad desde los años 80. La política cultural desapareció, no hay un norte en la política cultural de Medellín, no hubo un plan en el futuro, no lo conocimos. Tampoco nos han entregado el plan decenal de cultura que es una deuda que tiene la administración con el arte en Medellín.
Ha dejado una tremenda tristeza dentro del gremio cultural que Álvaro Narváez, alguien del sector, haya sido el líder de la peor gestión cultural de Medellín. Por ejemplo, el Festival Nacional de la Trova Ciudad de Medellín perdió importancia y protagonismo en la Feria de las Flores. Eso ha venido decayendo durante estos cuatro años y es evidente que los eventos ya no convocan al público que aquí convocaban.
La trova tiene una virtud gigantesca y es la de decir lo que la gente está pensando en la calle y ese es un miedo de esta Administración, que los trovadores en escena digan precisamente eso que está pensando la gente en las esquinas. En el evento obligan a los trovadores a meterse en temas en los que esta alcaldía queda bien parada, en los que los nombres del alcalde y el secretario de la cultura quedan bien. Entonces, esa politización del discurso y los contenidos de la trova además del empobrecimiento de los presupuestos de la trova, son una cosa preocupante.
Improvisación y superficialidad fueron constantes en esta administración. Se le apostó a eventos como los conciertos de RBD, cosas que generan fotografías y videos en las redes sociales, pero que no le dejan a la ciudad un mensaje sobre cómo ser mejores ciudadanos”.