Se quiera reconocer o no, las películas de Víctor Gaviria son valiosos documentos para conocer los últimos cuarenta años de historia de Medellín, en particular de las capas sociales vulnerables y vulneradas. En sus filmes aparecen los jóvenes sin futuro de las laderas –Rodrigo D.– y los niños que sobreviven al frenesí del centro –La vendedora de rosas–, retratados con dulzura y comprensión. Aunque el retrato de la Medellín de esos años ya no ajuste –del todo– con la ciudad actual, sí da pistas para entender el devenir de la capital de Antioquia.
Por eso no asombra que Rodrigo D. y La vendedora de rosas sean incluidas en el repertorio de Mubi, una plataforma de cine que ha ganado espacio entre los amantes del séptimo arte. EL COLOMBIANO habló de las películas de Gaviria con Sandra Gómez Velásquez, directora de marketing de Mubi para América Latina. A partir de ahora ambas obras están disponibles para los espectadores de Latinoamérica y, con ellas, un pedazo de la historia de Medellín.
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¿Cuáles son los criterios que tiene Mubi para seleccionar material del cine latinoamericano y ofrecerlo a las audiencias que ustedes tienen?
“Para nosotros es importantísimo revisitar los clásicos latinoamericanos, los clásicos fundacionales de nuestro cine y estar siempre repensando, viéndonos a nosotros mismos a partir de lo que han hecho los grandes maestros. Por es siempre será importantísimo en nuestra curaduría: rescatar clásicos, traerlos a nuestra plataforma y hablar de ellos. En este caso, son Rodrigo D., no futuro y La vendedora de rosas. Son películas que exploran la marginalidad como los contextos de la juventud rebelde, con pocas esperanzas, pero con mucha belleza”.