En 1889, Vincent van Gogh plasmó su visión del cielo nocturno en La noche estrellada, una de las pinturas más icónicas de la historia del arte. Sus remolinos y vórtices hipnóticos han cautivado a generaciones de espectadores, pero lo que hasta hace poco era un misterio para el arte y la ciencia ha comenzado a revelarse: esos patrones visuales reflejan leyes físicas de la turbulencia que no se formularon hasta décadas después de la creación de la obra.
Un reciente estudio publicado en Physics of Fluids revela que los remolinos en La noche estrellada obedecen con precisión a la teoría de la turbulencia propuesta en 1941 por el matemático soviético Andrey Kolmogórov.
La investigación, liderada por Yongxiang Huang de la Universidad de Xiamen, analizó 14 remolinos del cielo de la pintura utilizando herramientas digitales avanzadas. Tras eliminar elementos como el pueblo y las montañas, los científicos se enfocaron exclusivamente en las estructuras de los vórtices, midiendo cientos de pinceladas individuales.
Los resultados fueron sorprendentes: los remolinos no solo seguían la “ley de escalado” de Kolmogórov, que describe cómo se distribuye la energía en diferentes escalas de un flujo turbulento, sino que también mostraban patrones consistentes con el “escalado de Batchelor”, identificado en 1959 por el matemático australiano George Batchelor.
Este hallazgo es inusual incluso en experimentos de laboratorio, según Huang, quien calificó el descubrimiento como “un reflejo de la universalidad de la turbulencia”.
Un ojo artístico que anticipó la ciencia
Aunque Van Gogh no tenía formación científica, su capacidad de observación era extraordinaria. “Para un teórico de la turbulencia, nos enorgullece la universalidad de estos fenómenos: están aquí, están allá, están en todas partes. Van Gogh capturó algo de esta universalidad en su obra”, afirmó en su blog personal el astrofísico James Beattie, de la Universidad de Princeton.
Beattie, quien también estudió la pintura utilizando simulaciones por supercomputadora, destacó que La noche estrellada refleja no solo la turbulencia clásica, sino también aspectos de la turbulencia supersónica, un fenómeno observado en la formación de estrellas.
El estudio también arroja luz sobre la fascinación universal que genera La noche estrellada. Según Beattie, los remolinos y giros son familiares para cualquier espectador, ya sea un científico o un admirador casual del arte. “La obra captura algo fundamental de nuestra experiencia con el mundo natural”, explicó.
Por otro lado, Huang destacó que estos descubrimientos no restan mérito al genio artístico de Van Gogh. “Lo que vemos aquí no es un conocimiento matemático, sino una observación profunda de los flujos naturales que rodean nuestra existencia”, aseguró.