El español Miguel Ángel, el nuevo huésped del Palacio Nacional
Este artista, de 21 años, está de visita en Medellín. Vino a aprender de los pintores y escultores que exhiben sus obras en este emblemático lugar. Lo apadrinaron.
Miguel Ángel Romero, artista español de visita en Medellín. FOTO Manuel Saldarriaga
El Palacio del Arte y la Moda es uno de los lugares que más frecuenta Romero. FOTO Manuel Saldarriaga
Algunas de las obras de Romero. FOTO Cortesía
Obra “El niño que ya no juega” de Miguel Ángel Romero. FOTOS Cortesía
El artista español Miguel Ángel Romero lleva dos semanas viviendo en Medellín. Ha observado y devorado la ciudad, pero, dice, le falta camino. Se ha topado con una Medellín de contrastes que lo inspira. En su proceso íntimo camina, huele y toca este valle, todo lo que ve lo está absorbiendo como una esponja para llevarlo a su mundo interior, ese universo que luego se manifiesta en arte.
—Mi mundo interior es muy personal, sensible. Me he dado cuenta de que en mi trabajo hay una continuidad a partir de aspectos que me inquietan y hacen que nazca en mí el deseo de seguir trabajando, eso me motiva para hacer una obra y luego otra. Yo no paro de pensar, me voy a dormir pensando en lo que he hecho y cómo mejorarlo, pero nunca llego a entenderlo.
Tiene 21 años. Es de ojos claros, cejas pobladas, labios carnosos y una melena rubia que se la tira para el lado derecho. Mide 1.85 de estatura. Habla pausado. Romero es estudiante de octavo semestre en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona y estará en Medellín los próximos seis meses lejos de su padre, Miguel Ángel, su madre, Sofía y su hermano, Álvaro.
El Palacio del Arte y la Moda es uno de los lugares que más frecuenta Romero. FOTO Manuel Saldarriaga
Está en la ciudad porque se ganó una beca de la Fundación Amigó Cuyás que le permitió escoger un lugar —cualquiera en el mundo— para instalarse durante ese tiempo y a cambio llevar de regreso una obra. Una, dos, tres o las que el destino le permita, pero que sean hechas lejos de su tierra.
—Cuando tenía siete años visité la ciudad con mis padres, ellos tienen grandes amigos aquí, entonces recordaba un lugar precioso, pero con los ojos de un niño, ahora quería volver, pero con los ojos de una persona que tiene uso de conciencia. Quise volver para llevarme o dejar algo aquí de lo que me apasiona, que es el arte.
De los lugares que más frecuenta es el Palacio del Arte y la Moda (Palacio Nacional) en el Centro. Allí comparte con los artistas que exponen sus obras en las más de 40 galerías y 20 salas de exhibición que hay en los tres últimos pisos. Aprende de ellos. Aprende de estos veteranos del arte. Con el escultor José Cirilo Henao ya hay una amistad, un colegaje, es uno de sus mentores: le dice maestro. Otro, Julio Londoño, ya lo llevó a conocer su taller.
—De estos artistas locales estoy aprendiendo las técnicas, son muy distintas a las que hay en España. Allá se trabaja mucho el arte conceptual, el videoarte, la performance, muy abierto en cuanto a la técnica y aquí lo que estoy encontrando es una forma de trabajar más tradicional, más escultórica, de pintura al óleo. Eso personalmente me gusta, me siento cómodo. Mientras veo cómo trabajan, les cuento mi experiencia, compartimos conocimiento, hay un intercambio muy bonito.
Su obra, casi siempre, parte de escritos, ideas o bocetos a lápiz que registra en una libreta. Esto luego lo materializa en arte: puede ser una escultura o una pintura o una fotografía o un dibujo. En algo. Últimamente, ha preferido más la escultura como medio de lenguaje para representar sus pensamientos. Miguel Ángel tiene algo y es que prefiere hacer sus propias herramientas de trabajo en vez de comprarlas: por ejemplo, las varillas metálicas las funde, les da forma y las convierte en piezas que le ayudan a moldear las esculturas.
Algunas de las obras de Romero. FOTO Cortesía
—La escultura la comparo con la relación que se tiene con las personas. Poco a poco se va preparando una idea, así ocurre cuando se va conociendo más a la persona. En este caso la pieza se trabaja, mima, modela. Uno se da cuenta de que existen cosas que funcionan, otras que no, pero uno no sabe eso antes de ponerse a trabajar.
La última escultura que hizo antes de venir a Medellín se llama “El niño que ya no juega” y nació de un ejercicio durante una clase: debía hacer un busto. Es un busto de un niño de ocho años con unas facciones muy singulares: deformes, disparadas, desproporcionadas, desinfladas, alocadas. Hizo un niño que parece adulto y con una edad que no le pertenece. Reflejó esa ligera frontera entre la niñez y la adultez.
Obra “El niño que ya no juega” de Miguel Ángel Romero. FOTOS Cortesía
Su carrera artística es corta, pero ya comenzó a dar frutos: el año pasado fue premiado en la II Exposició y Concurs d ́Escultura al Mercat Abaceria Central en Barcelona y la XXI Exposició y Concurs de pintura del Passeig de Sant Joan le otorgó una mención honorífica. Recientemente, participó en la exposición colectiva “Nous Talents 2023” en la universidad donde estudia.
—Aún no lo tengo claro, solo sé que vine a empaparme de una cultura muy distinta a la mía, que tengo que abrir la mente para entenderla, quiero ver los gustos, los miedos y lo que inquieta a los colombianos. Me quiero llevar una experiencia que como persona me nutra, porque cuando el artista se nutre la obra es más sincera. Y a eso vine.