Cuando se conversa con los directores sinfónicos colombianos sobre sus influencias el nombre de Andrés Orozco-Estrada reluce con frecuencia. La trayectoria de este antioqueño es tan amplia y variada como los itinerarios de una aerolínea internacional: él ha dirigido a las orquestas de las principales ciudades de Europa, Estados Unidos y Asia.
Por esos motivos, su visita a Medellín siempre es un evento noticioso. Con ocasión de un aniversario del Teatro Metropolitano, el maestro Orozco-Estrada vendrá a la ciudad a dirigir dos funciones de Tosca, una ópera en tres actos, con música de Giacomo Puccini y libreto en italiano de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa. Dichas funciones son el 19 y 21 de julio.
EL COLOMBIANO conversó con Orozco-Estrada en uno de los descansos de los ensayos de La Traviata, la obra que presentó en la segunda semana de julio en Bogotá.
¿Qué se siente volver a Medellín, volver al Teatro Metropolitano, volver a su ciudad a dirigir una ópera?
“Siempre es una gran alegría, es un gusto. En el Metropolitano siempre me siento en casa. Es una fortuna compartir no solo con el público, que es fundamental, también con la gente en el teatro, que siempre me recibe muy bien, con la orquesta, en este caso la Filarmed, y poder presentar esta gran producción. Ya la hemos hecho dos veces en Bogotá y poderla compartir con el público en Medellín, en el teatro, realmente es una gran alegría”.
¿Cuál es la diferencia entre dirigir una obra sinfónica y una ópera?
“La diferencia más básica es que en una obra sinfónica solo está la orquesta en el escenario. Puede haber solistas, puede haber coro, claro, pero la orquesta está en el escenario. En el caso de la ópera, nosotros tenemos la orquesta en el foso, La orquesta es la música, es el fundamento, junto con los cantantes, pero los cantantes y el coro están en el escenario, representando la obra de una forma casi teatral. Esa es una primera diferencia.
Más allá de eso, existen las diferencias del tipo de obra. Es decir, del tipo del compositor, dependiendo de qué obra es, qué compositor, qué estilo, y eso trae diferentes retos y dificultades. Creo que la diferencia más importante es entender que cuando estás dirigiendo una ópera estás obligado, por la naturaleza del género, a contar una historia, Estás representando una historia, una obra de teatro, que se vuelve música, y eso quiere decir que lo tienes que hacer con la orquesta, con los cantantes. En un concierto sinfónico no necesariamente es así.
Cuando interpretas una sinfonía, puede que haya una especie de inspiración, o alguna especie de programa, de repente, detrás de la misma composición, pero no necesariamente es eso lo que está en primer plano. Lo que está en primer plano, para decirlo de manera muy sencilla, es la música más pura, los sonidos, y lo que eso transmite, pero no necesariamente estás contando una historia.”
¿Cómo llegó la ópera a su vida, en qué momento se flechó con este tipo de música?
“Por una parte, cuando uno empieza a explorar este camino de ser director de orquesta, la ópera es uno de los grandes retos. Entonces, ya cuando uno empieza en ese estudio, la ópera está siempre ahí. Ya desde el punto de vista personal hay varios momentos. El primero fueron las clases de música en el colegio Diego Echavarría, de Medellín. En esas clases descubrí que la música sinfónica es realmente un resultado de la música vocal. El primer instrumento del ser humano es la voz. Entonces, de ahí se desarrolla toda la música en general, en todos los ámbitos, no solo en el clásico.
Además, recuerdo otro momento muy bonito: estando todavía estudiando en Medellín, preparamos una especie de musical, llamémoslo así, que presentamos en el auditorio de la Universidad de Antioquia. Lo recuerdo muy bien, ahí dirigí un poquito, no los conciertos, pero sí estuve de asistente, ayudándole a la maestra Cecilia Espinosa, que siempre fue muy generosa al permitirme hacer mis primeras experiencias. Menciono este recuerdo, porque, aunque no fue una ópera como tal, sí se pareció en la medida en la que la orquesta estaba en el foso, arriba estaban los cantantes. También recuerdo con mucho cariño que la primera ópera que dirigí en Colombia fue La Traviata, que es la obra que estoy haciendo por estos días en Bogotá”.
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Ahora hablemos de los secretos musicales de Tosca...
“La música está llena de secretos. Esa es una de las cosas más bellas de la música y del arte, en general. La obra ya existe, nuestra versión no la cambia, pero está llena se secretos, desde el punto de vista de lo que uno descubre cuando alguien te cuenta su versión de esa partitura, de ese libreto. Ahí hay un montón de secretos. Y lo bonito de los secretos es dejarlos como tal. Ahora, lo cierto es que la partitura de Tosca es muy compleja. Puccini fue un compositor que utilizó recursos expresivos, desde la armonía, los ritmos, la densidad y la dimensión de la orquesta. Las voces sobre el escenario tienen que ser fuertes para balancear la música, Puccini, como todos los grandes maestros, supo encontrar, no solamente una combinación bellísima, sino su propio estilo. Y su estilo tiene muchísima emoción. En la ópera pasamos por todos los estados de ánimo”.
Tosca es protagonizada por una cantante de ópera. Hablemos del papel de las mujeres en la música clásica, en la ópera y en general en el arte...
“Tosca sí es una cantante, pero yo pensaba en estos días que el origen del drama de esta obra son los celos. Y esto también se le puede aplicar a los hombres. Tosca ama a un pintor, pero siente celos que el pintor retrate a otra mujer. Entonces, ella entra en crisis y desata una tragedia. En esta ópera todos los protagonistas terminan muertos. Hay una cosa muy particular en la ópera: las mujeres son las protagonistas de prácticamente todas las obras. En el arte creo que es igual. En las pinturas pasa eso: la obra más famosa de la pintura es la Mona Lisa. La figura femenina siempre es muy importante. Primero es una gran inspiración y segundo tiene una enorme fuerza. Aunque siempre hubo compositoras, apenas en los últimos años hemos empezado a tratar de rescatar esas compositoras que existían desde antes. pero que en su momento fueron muy poco conocidas. Tenemos a Banny Mendelssohn,a Alma Mahler. Ellas no tuvieron la presencia que afortunadamente han ganado las mujeres hoy. Es bellísimo ver cómo como salen cada vez más mujeres consagradas a la música”.
Existe el prejuicio que la ópera es algo elitista...
“Esto de ser elitista es un concepto muy complejo. Tiene que ver con estructuras sociales. Sería muy tonto de mi parte decir que no existen las élites. Han existido y van a existir. Creo que en la ópera no existe ninguna élite intelectual. Es decir, cualquier persona va a entender y disfrutar con la ópera. Eso es fundamental. Las únicas élites que puede haber son si alguien puede o no puede pagar una entrada al teatro. Aquí también tenemos diferentes maneras para que muchas personas puedan asistir a las a las funciones con descuentos. Tampoco a las funciones hay que ir con traje de coctel, al menos no en esta ocasión. Ahora celebramos el aniversario del Teatro Metropolitano. Quisiéramos que todo el mundo pueda tener acceso y lo intentamos. No hay ningún tipo de barrera intelectual. Todo el mundo puede disfrutar enormemente, aprender, reflexionar y pasarse un rato emocional de mucho nivel con esta opera”.
Maestro, usted ahora mencionaba la presencia de las mujeres en la música clásica. Es inevitable preguntarle por el desarrollo de la música clásica en Colombia...
“En estos temas hago mis apreciaciones, pero como no vivo aquí puedo cometer algún error y decir algo que no se ajuste a la realidad. Sí puedo decir que percibo que el nivel de la música clásica en Colombia tiene que estar subiendo, así lo siento, así lo percibo. Y esto pasa no solo en la música clásica, creo que abarca todos los géneros de la música. En general estamos en un momento bellísimo, hay mucha gente haciendo música. Uno puede ver que el talento emerge y no sólo en el campo de la dirección sinfónica. En la dirección hay una gran cantidad de talentos que están por muchas partes del mundo y también en Colombia. Eso también hay que mencionarlo, porque a veces uno se interesa mucho todo eso que pasa por fuera, pero también adentro pasan muchas cosas de muy buen nivel y muy importantes, fundamentales”.
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¿Cómo está su agenda en el segundo semestre?
“Intento acordarme, pero al final llega un momento en que he decidido dejar la mente para las partituras, para la música y el día a día miro para dónde es que salgo. Después de que termine en Medellín tengo un par de semanas de descanso y luego comienzo otra vez con ópera, voy a hacer una producción en la ópera de Dresden, unas Bodas de Figaro y después de ahí comienzo ya también con mi temporada en Turín, con la Orquesta de la RAI, donde soy actualmente titular.
Tengo un par de invitaciones justo en la mitad, muy bonitas también, voy a hacer un concierto, una gala en Ámsterdam con la Orquesta, que es una de las mejores orquestas del mundo. Después voy a tener la oportunidad de estar en Chicago para abrir la temporada de la Sinfónica de Chicago, con dos conciertos, un programa muy bonito con Hilary Hahn y un segundo programa con Lang Lang. Eso me hace mucha ilusión. También voy a regresar a Tokio, después de muchos años que no voy, voy a ir también a Francia, estoy en la Orquesta Nacional de Francia, voy a estar en Madrid también con la Orquesta Nacional de España”
Maestro, uno lo escucha a usted y le da la impresión de que básicamente vive en hoteles y en aeropuertos...
“Pues es un poquito así. Hay veces y digamos que por periodos, pero sí es bastante correcta la apreciación. Esto hace parte de esta manera, es una decisión también. Es un estilo de vida, por supuesto. Aunque no tenga importancia, te cuento que cuando regreso a las ciudades que he visitado intento quedarme en la misma habitación. No por capricho, sino para tener una sensación de casa,de una especie de lugar que que ya conoces o que reconoces y eso te da un poquito de calma interior. Pero sí, uno se acostumbra, digamos que yo muy rápidamente encontré la manera de seguir estudiando, que es lo más importante. Todo ese tiempo que uno tiene que invertir entre salas de espera, entre el mismo vuelo, en fin, logro sacar la concentración necesaria para aprovechar también este tiempo y revisar las partituras o seguir investigando, seguir leyendo o escuchar lo que lo que estoy preparando. Entonces es un espacio al que le sacó mucho provecho”.