En Los desagradables el escritor Andrés Mauricio Muñoz pone el foco en un antihéroe, ese personaje cotidiano que está alejado de los radicalismos y de la heroicidad. Es decir, esta novela se interesa en contar la vida de la mayoría de las personas.
En sus libros de cuentos y en sus novelas Andrés Mauricio se ha interesado en diseccionar con una prosa esmerada las vivencias que dejan huellas en las memorias y las pieles de la gente común y corriente. El libro, que se lee en una sentada, se inscribe en el tipo de ficción que los gringos llamaron minimalismo.
EL COLOMBIANO habló con Andrés Mauricio sobre su visión de la literatura y de esos saldos que deja la vida en la piel de la gente.
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Palomino, el protagonista de su novela, es un hombre gris, derrotado por la vida...
“El origen de Palomino tiene que ver con un interés muy marcado que he tenido en mi propia literatura. Y es el de poner la mirada en este tipo de personajes apocados por la vida, afligidos, que llevan una frustración a cuestas, pero que tienen que seguir adelante con gallardía, porque la vida no se detiene. Este tipo de personajes me han llamado muchísimo la atención.
Palomino surgió de una conversación que escuché en una cafetería en la que alguien le decía a su pareja, hablando de una reunión de exalumnos: ‘No voy a ir allá. ¿Y a qué voy a ir si no he hecho nada en la vida?’ Y creo que a partir de esa frase empecé a configurar mi personaje”.
¿Qué en concreto le resultó revelador de ese diálogo?
“Esa charla calzaba muy bien con una preocupación que siempre he tenido y es lo que he llamado los agobios contemporáneos, que no son otra cosa que los agobios de toda la vida, de toda la historia de la humanidad, pero matizados por la contemporaneidad. Vivimos una época en la que las redes sociales son una vitrina para ver de manera constante el éxito que están teniendo las demás personas.
Empecé a pensar en ese personaje que siente que no ha hecho nada en la vida y que siente que tiene el potencial para hacerlo, pero no lo ha conseguido. Y todo eso se condensa en un personaje que tiene esa crisis por el encuentro con los amigos de la universidad”.
La novela narra la vida de un cuarentón heterosexual...
“Hay una apuesta interesante en la novela que tiene que ver con el tipo de hombre que presenta. Es decir, a mí no me ha interesado el tipo de hombre abusador, controlador. A mí me interesa el tipo de hombre que no encaja con el molde, con el estereotipo que uno ve en la sociedad y que es constantemente señalado. Me interesa narrar la vida del hombre tímido, torpe con las mujeres, el hombre que se acobarda ante la posibilidad de declararle el amor a una mujer, el hombre que no es el hombre hábil socialmente, que se le dificulta establecer relaciones sociales. Palomino hace parte de esa clase de hombres. Entonces la novela también aporta a la discusión de lo que está sucediendo actualmente”.
¿Qué pasa en la vida de un hombre a los cuarenta?
“Una de las cosas que sucede es que uno comienza a plantearse cosas. Cuando uno tiene 20 años siente que todo el horizonte está abierto, que uno puede salir de la casa familiar a comerse el mundo. Cuando uno llega a los 30 empieza a hacer los primeros balances, pero cuando una persona llega a los 40 empieza a sentir que quizá ese balance que hace en ese momento de su vida, aunque no es el definitivo, sí le muestra un derrotero de lo que va a conseguir de ahí en adelante. En esa década uno empieza a declinar algunos sueños. El balance de los cuarenta es como una maqueta de lo que será la vida de uno”.
¿Y cuál fue el balance de sus cuarenta años?
“Recuerdo que cuando cumplí 30 me frustré mucho y esa frustración me duró como 5 o 6 años. Sentí que no había conseguido las cosas que quería conseguir, particularmente en la literatura. A los veinte pensé que cuando tuviera 30 ya habría trascendido, que habría llegado a otras geografías, que sería un autor referente en algún género.
Hoy mi balance es otro: tengo una esposa maravillosa, una familia hermosa. Además, he conseguido publicar seis libros, he conseguido ya algunos lectores que se interesan en mi trabajo. Mi balance es positivo, pero también siento un temor agazapado en el hombro de no poder conseguir todas las cosas que me había planteado. Te doy un ejemplo: mi trabajo está bien posicionado en Colombia, pero todavía no he conquistado otros mercados”.
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Usted ha escrito novela corta, novela larga y cuento. ¿En qué formato se siente más a gusto?
“En este momento tengo seis libros publicados, de los cuales tres son libros de cuentos y tres novelas. Y tengo también un cuarto libro de cuentos, pero que permanece inédito. En términos generales, cuando voy a escribir no pienso en género, no pienso si esto corresponde a una novela o a un cuento. Sencillamente me interesa mucho el personaje y me interesa mucho la historia que quiero contar y cómo la quiero contar.
Los Desagradables iba a ser un cuento. Pero en el proceso de escritura sentí que el personaje demandaba más, que la historia necesitaba más, que pasaban las páginas sin agotar la historia de Palomino. Supe que tenía que mostrar más matices de Palomino para hacerlo verosímil, para que el lector estableciera una relación estrecha con él”.