Este sábado 11.000 personas asistirán al sinfónico de Alcolirykoz, el concierto más grande del grupo en Medellín. Un hito para ellos, que se han acostumbrado a hacer posible lo imposible, a vivir del rap, a girar por el país y el mundo, algo inimaginable cuando empezaron a publicar su música hace casi 20 años.
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Este formato sinfónico, que ellos han denominado La calle y la carrera, fue presentado por primera vez hace cinco años en el Teatro Pablo Tobón Uribe, exactamente el 5 de octubre de 2019. Estuvieron acompañados por la Escuela Sinfónica de Antioquia. El auge del evento fue tal que apenas dos días después del anuncio del evento se agotó la boletería. Entonces decidieron abrir otro show y terminaron tocando dos veces el mismo día. Entre las dos presentaciones sumaron poco más de 1.600 asistentes.
“Nosotros no pensamos que fuera a ser así, uno no espera tanto, está más a la expectativa, pero fue muy grande, más de lo que nos imaginamos”, dice Gambeta, integrante de la banda.
De ahí en adelante el grupo y el público no han dejado de crecer. En 2021 presentaron el formato sinfónico en Cali, y en 2023 en Bogotá, en el Movistar Arena, en el que ha sido el concierto más grande del grupo hasta la fecha, pues reunió cerca de 14.000 espectadores.
“A mi esto me hace sentir muy orgulloso. Por muchos años el rap ha sido desprestigiado por sectores de la academia y por mucha gente por la forma como se produce, con samples y loops, sin instrumentos, y ahora estamos en este punto, en que una orquesta está haciendo unos arreglos y unas partituras de algo que yo creé en mi casa, inventándome cosas. Es muy poderoso, se siente toda esa parte humana y sensible de toda una orquesta gigante con distintos instrumentos, eso magnifica lo que uno hizo, lo engrandece”, añade Gambeta.
“Lo que esto demuestra es que la música es una sola. Muchas veces la sociedad y muchos músicos se han encargado de separar la música clásica de la popular, pero lo que esto demuestra es que un beat de rap con un cello y el acompañamiento de una orquesta pueden convivir perfectamente. Es muy bonito porque esto enmarca dos lenguajes, dos formas de entender la música muy distantes aparentemente, pero que se encuentran y son una. Es un diálogo constante, la orquesta hace resaltar cosas de la música de ellos y ellos hacen resaltar cosas de la orquesta”, anota Juan David Osorio, el director de orquesta.
Desde esa primera presentación en 2019, el repertorio se ha ido expandiendo y actualizando. El concierto recoge un poco de toda la discografía de la banda.
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“La orquesta nos demostró que no importaba de que se tratará el beat ni que instrumentos tuviera, porque ellos siempre suman unas cosas que nosotros ni nos imaginábamos”, comenta Gambeta.
El paso del beat (lo digital) a la orquesta tiene tanto de técnica como de emoción. Es una especie de retorno, es devolver la música a los instrumentos sosteniéndose en las sensaciones, magnificándolas. Juan David, el director, que se han encargado de hacer algunos arreglos lo explica así:
“Tiene que haber un entendimiento técnico de cada canción, entender bien los beats que son muy bien elaborados y tienen muchas referencias. Por ejemplo, en el caso de Aranjuez que empieza con una referencia (sample) a otra canción me tocó ir a escucharla para saber de dónde venía. Entender bien el ritmo, los efectos. Escucharla una y otra vez. Ya después es entender la intención de cada canción, hay canciones más líricas, otras más cercanas al disco, a la salsa. Hay otras más tranquilas, entonces la carga orquestal no es tan grande. La música de ellos es muy variada, entonces ahí hay cierta intuición que viene después de escuchar mucho cada tema”, dice Juan David.
Él trabaja los arreglos en un software especial de adaptación musical, se los manda de vuelta a ellos y entre todos terminan de afinar los detalles. Después viene la orquesta, los ensayos. En el concierto siempre suena el beat original y la orquesta. Es una suma. La música sigue siendo la misma, pero más grande, sublime.
Y el grupo se hace enorme, pues sigue haciendo de lo excepcional algo cotidiano. Hace más de 20 años, cuando Gambeta, Kaztro y Fa-zeta empezaron a hacer rap, un concierto como estos parecía imposible. Hoy casi todo lo que se imaginen parece probable.
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