Este fin de semana se verá una obra local que se estrenó en Nueva York hace año y medio. Es sobre una mujer transgénero colombiana que supo de su inclinación sexual cuando era un niño. Su padre, que pertenece a grupos armados ilegales, lo descubre y lo recluta para que se vuelva un hombre. El niño escapa y termina como prostituta en el distrito de Queens.
Esta historia y 16 más se podrán ver en el Encuentro de Monólogos (15 de enero al 2 de febrero). Para Néstor Celis, su intérprete, lo más importante era no caer en la parodia: “Queríamos mostrar un ser humano, no al cliché de una mujer trans. Es un tema delicado porque en una sociedad tan machista, lo peor que se puede hacer es una burla”, dice el actor de este monólogo, El cielo y el dolor, de la compañía ID Theater Studio de Nueva York, que dirige el manizalita Germán Jaramillo hace 20 años.
Cerca de 21 monólogos invitados, 7 de ellos internacionales, se presentarán en Medellín durante tres semanas. Una gama de propuestas del género teatral que incluye títeres, danza, clown, magia y música.
Solo uno
La esencia del teatro es el monólogo. “Cuando comenzó a hacerse en Grecia era con un solo actor en escena. Por eso la palabra protagonista viene de protos-, primero, y -agonistís, luchador o jugador”, explica Iván Zapata, director del Teatro Popular de Medellín y organizador del festival Monologuemos, también dedicado al género. “En sus inicios un intérprete hacía varios personajes. Luego apareció el deuteragonista (segundo personaje), con Sófocles, y el tritagonista (tercero), con Eurípides. Pero la esencia es un solo actor”.
Indica Iván que el monólogo es una sola persona dialogando (mono-, solo, logos-, diálogo) pero se distinguen varios tipos. El director de teatro Mario Sánchez diferencia monólogo de soliloquio: “En el primero vemos y oímos a un personaje que se habla a sí mismo. El ejemplo de cajón es el que escribe Shakespeare para el personaje Hamlet, ‘ser o no ser’, o la obra Primer amor de Samuel Beckett”.
La línea casi invisible que la separa con el soliloquio es que este “va dirigido a un interlocutor que permanece callado, como se ve en Sobre el daño que hace el tabaco de Antón Chéjov o Diatriba de amor contra un hombre sentado de Gabriel García Márquez”.
Mario cita al dramaturgo español Sanchís Sinisterra para explicar las formas del monólogo en tres figuras: “Cuando el locutor (o sujeto monologante) se interpreta a sí mismo; cuando interpela a otro sujeto (o personaje B); y cuando interpela al público”.
Mario señala que es diferente al stand up comedy o comedia en vivo, un formato que viene del café-teatro de la década del 60 en París. “Es particular del stand up comedy su público joven, de risa fácil y liberadora bajo un repertorio siempre de información actual”.
En Medellín
Recuerda Iván Zapata que en los 80 a los monólogos no se les conocía así sino como actuaciones de un solo actor. Este también bailaba, hacía malabares y música. Se presentaba en espectáculos callejeros, plazas o carpas.
“Desde mediados de los 90 surgen muchas propuestas en la ciudad. Ahora nos llama la atención tanto la cantidad como la calidad de lo que se puede ver”, explica.
Esa diversidad y formas se conocen en la sexta edición del Encuentro de Monólogos –tres semanas, de miércoles a sábado–.
Habrá invitados de México, Brasil, EE. UU. y República Dominicana. Esas formas de diálogo de las que habló Sinisterra se pueden encontrar independientes una de otra o mezcladas en una sola propuesta.
Hablar solo no tenía que ser tan malo.
3.500
asistentes tiene en promedio el Encuentro de Monólogos, con seis años de experiencia.