Para ingresar al restaurante primero hay que pasar por un túnel donde no solo le toman la temperatura, sino que le desinfectan las manos y los zapatos. Luego le entregan una bolsa de papel desechable para que guarde el tapabocas mientras está comiendo.
Las mesas están separadas cada una por dos metros de distancia, no hay adornos ni servilletas ni salsas sobre las mismas, los cubiertos llegan en una bolsa de papel y el menú se consulta a través de un código QR, mientras que los meseros, además del tapabocas, usan una careta de acrílico.
Estas son solo algunas de las medidas que el restaurante Palogrande, en Envigado, incorporó para atender a los clientes una vez se levantó la cuarentena. Son las que la mayoría de estos sitios adoptaron tras los protocolos presentados por los ministerios de Salud y del Interior.
“Las personas están buscando espacios abiertos, por eso adaptamos una zona del parqueadero con mesas y kioscos con toda la protección, es además un lugar en el que pueden compartir con las mascotas”, señala Carlos Eduardo Molina, vocero de Palogrande y Calle Jardín.
Molina anota que entre otras medidas están procurando que los pagos siempre sean electrónicos, a la vez que sugieren hacer reservación previa para disponer en las mesas la cantidad exacta de sillas, tal y como lo estipulan los protocolos.
Los chefs
Los cambios no solo se extienden a la oferta de almuerzos por suscripción (Ver Radiografía), menús digitales, códigos QR, mesas al aire libre, cubiertas con lonas transparentes, como si fuera una burbuja. Se trasladan a la cocina, a la estación de preparación de alimentos.
El chef Rafael Testa, del restaurante La Pampa, dice que desde ese lugar le están apostando a lo que él denomina “cocina visible”, en la que los comensales observan todo el proceso de manipulación y preparación de alimentos.
A diferencia de otros lugares donde la cocina es interna, en La Pampa las paredes son de acrílico, como si fuera una gran urna “que aporta transparencia, interacción, confianza, modernidad, funcionalidad y estética”, comenta Testa, al señalar que la inquietud nace para contrarrestar lo que él llama “cocinas ocultas” que se establecieron en la cuarentena con servicios a domicilio, “muchas de ellas sin las debidas medidas sanitarias”.
Los restaurantes además han hecho inversiones relacionadas con la compra de lavaplatos eléctricos, para evitar la manipulación de cubiertos y platos.
Plataformas
Otra de las soluciones, que funciona desde el pasado 2 de septiembre, es una plataforma gastronómica (www.maggus.com.co) que permite contactar desde la casa, en tiempo real, a cocineros en diferentes ciudades de Colombia “y muy pronto de Perú, México, Argentina, Brasil, Ecuador, Panamá y Estados Unidos”, comenta el chef Eduardo Rincón.
La idea es que los profesionales resuelvan dudas sobre temas gastronómicos y ofrezcan sus servicios.
“Desde la compra de un utensilio de cocina hasta conocer la mejor carne para la cocción del almuerzo o recibir asesorías virtuales sobre diferentes experiencias culinarias o hasta conocer el paso a paso de una receta hacen parte del menú de la plataforma”, recuerda el chef Rincón.
Cuenta que ofrecen experiencias como la visita de chefs a las casas que “preparan la comida, montan todo un show room, sirven los platos, recogen y limpian”.
La plataforma cuenta con 54 cocineros activos que prestan servicio en Antioquia, Bolívar, Atlántico, Cundinamarca, Valle y Nariño.
Esta idea de llegar a su mesa a prepararle también la empezaron otros, porque la pandemia hizo que muchos restaurantes comenzaran a despachar domicilios, trasladaran sus experiencias a las residencias de sus clientes, como fue el caso del sitio Emilia SteakHouse.
“Lo que hicimos fue llevar el restaurante a las viviendas de las personas, donde disfrutaban de una cocina fresca y toda la extensión, como un minicatering”, dice Juan Esteban Morales, propietario de Emilia, establecimiento que tras cumplir los protocolos de bioseguridad recibió certificación Icontec.
El coronavirus no solo cambió muchas formas de socializar y estar en comunidad, también impulsó transformaciones tecnológicas que se cocinan a a todo vapor en los algunos restaurantes.