En la selva profunda del Guaviare se quedó uno de los guardianes de los cuatro niños que caminaron 40 días a la deriva. Como si se tratara de un canje por la vida, Wilson, el perro rescatista, no regresó a la tropa y al día siguiente, los militares e indígenas que completaron más de 800 horas de búsqueda hallaron con vida a los hermanitos.
Wilson fue el encargado de trazar la ruta por donde habrían caminado Lesly, Soleiny, Tien y Cristin, y su olfato entrenado fue el que entregó la primera pista que encendió la esperanza de los rescatistas: un tetero rosado. A este perro de raza Pastor Belga lo entrenaron para encontrar específicamente a Cristin, que cumplió su primer año de vida en la selva. Ese olor lo llevó directamente hasta esa pista que permitió concluir que no todos los pasajeros de la avioneta estrellada estarían muertos.
Precisamente, metros más adelante del tetero rosado, los rescatistas encontraron la avioneta estrellada, tras 15 días de búsqueda. Pero dentro de la aeronave solo encontraron al piloto sin vida. Minutos después, lograron encontraron a los otros dos adultos, pero de los niños no había rastro.