Detrás de las laderas caídas, las inundaciones, los rostros pidiendo ayuda en medio de escombros y las cifras de desplazamiento en los documentos oficiales, hay un actor de la sociedad que recibe golpes desde todos los frentes: las infancias. Según datos de Unicef, más de 4.2 millones de niños, niñas y adolescentes en Colombia requieren ayuda humanitaria urgente en 2025. Esta cifra representa el 8 % de la población colombiana.
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Si se aterriza más el número, el dato es cada vez más desalentador. Según la última cifra proporcionada por el Dane, 14 millones de colombianos son menores de 18 años, eso quiere decir que el 30 % de los menores de edad en Colombia requieren ayuda humanitaria.
Además, para atender a 215.000 niños, niñas y adolescentes y sus familias, Unicef Colombia requiere 26,4 millones de dólares. Es decir que, en total, se requieren 97,1 millones para atender las necesidades humanitarias de la niñez en todo el territorio nacional.
Se trata de una lucha constante porque la financiación no llega tan fácil. Aunque parece una cifra enorme, es pequeña teniendo en cuenta lo que abarca. Mientras que con 498 millones de dólares se remodelará el Estadio Nemesio Camacho El Campín en Bogotá, con 97 millones de dólares la Unicef lograría que 172.000 niños, niñas, adolescentes y cuidadores tengan acceso a servicios comunitarios de apoyo psicosocial y salud mental, 113.500 tengan acceso a intervenciones de mitigación, prevención y/o respuesta ante el riesgo de violencia de género; 40.100 personas tengan canales seguros y accesibles para denunciar explotación y abuso sexual por parte de quienes les prestan asistencia; y 386.300 niños y niñas accedan a educación formal o no formal, incluyendo aprendizaje temprano.
“La infancia y la adolescencia son quienes enfrentan las peores consecuencias en situaciones de emergencia: desplazamientos, interrupciones en su educación, riesgos de violencias y reclutamiento, aumento de las enfermedades, entre otras”, aseguró Tanya Chapuisat, representante de Unicef en Colombia. “La crisis en la financiación de los programas humanitarios podría socavar la capacidad de Unicef de atender a los niños y niñas que más lo necesitan, por eso es importante consolidar compromisos que permitan atender las urgencias humanitarias que continúan y se incrementan en Colombia”, agregó Chapuisat.
La organización ha identificado puntos claves a atender en pro de buscar garantizar los derechos y la vida digna de las infancias: empezando por la protección, la educación de calidad, el agua limpia, el acceso a saneamiento, higiene, nutrición y salud. Además, estos puntos deben atenderse desde tres frentes: prevención, acción y reparación.
Los recursos se dirigirán principalmente a los departamentos de La Guajira, Chocó, Nariño, Arauca, Cauca, Norte de Santander y Antioquia, donde se encuentran las poblaciones más expuestas. “Nuestra acción busca atender especialmente a quienes son más vulnerables ante las emergencias, como las comunidades indígenas, afrocolombianas, y habitantes de zonas rurales dispersas”, dijo Chapuisat.
Con el presupuesto presentado, la Unicef también buscaría que 386.300 niños y niñas accedan a educación formal o no formal, incluyendo aprendizaje temprano; 124.800 reciban atención primaria de salud en instalaciones apoyadas por la ONG; 43.700 niños y niñas de 6 a 59 meses sean tamizados para la detección de la emaciación; y 95.800 personas accedan a una cantidad y calidad suficiente de agua para beber y para las necesidades domésticas.
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