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Tras 24 años de estar preso, murió Garavito

Luis Alfredo Garavito, conocido como “la Bestia”, murió ayer en Valledupar. Se le atribuyen más de 200 asesinatos de niños y jóvenes, durante tres décadas.

  • Luis Alfredo Garavito tenía 66 años y llevaba recluido en prisión 24 años, de una condena de 40 por la comisión de 143 crímenes contra niños y jóvenes. Padecía de cáncer ocular y leucemia. FOTO: cortesía

    Luis Alfredo Garavito tenía 66 años y llevaba recluido en prisión 24 años, de una condena de 40 por la comisión de 143 crímenes contra niños y jóvenes. Padecía de cáncer ocular y

    leucemia.

    FOTO: cortesía

13 de octubre de 2023
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2039
era el año en que quedaría libre Garavito, según la condena que estaba pagando.

Un hombre de mil caras, de múltiples facetas, que unas veces profesaba arrepentimiento, pero que cuando se apagaban las luces de las cámaras volvía a dejar al descubierto que esos más de 200 niños a los que él les quitó la vida después de violarlos y torturarlos, no lograban arrancarle ni una sola lágrima.

Los 24 años que pasó recluido en la cárcel Tramacúa, en Valledupar, purgando una condena de 40 años por acceso carnal violento y asesinato, parecieron poco para un criminal que se ensañó con brutalidad contra los niños, la mayoría de ellos de origen humilde y en alto grado de vulnerabilidad. Luis Alfredo Garavito, a quien llamaban “la Bestia”, recorrió con su estela de muerte más de 14 departamentos en el país, pero también sembró el horror en algunas localidades de Ecuador.

Ayer murió en una clínica de Valledupar, como consecuencia de una leucemia y un cáncer ocular con el que tuvo que lidiar en los últimos tres años de su vida, en absoluta soledad y dejando historias sin finales y páginas de dolor sin cerrar para cientos de familias que no lograron establecer la responsabilidad de Garavito en la desaparición y muerte de sus niños o jóvenes.

El peor asesino serial de la historia de Colombia nació el 25 de enero de 1957, en Génova, Quindío. Hijo de Manuel Antonio Garavito y Rosa Delia Cubillos. En los diferentes perfiles escritos sobre su infancia se cuenta que era víctima de maltrato por parte de su padre y que a los 12 años, un amigo de su papá, lo violó y lo torturó.

Según el relato que el mismo Garavito le hizo al periodista Rafael Poveda, el hombre le habría quemado y punzado sus partes íntimas, humillaciones y vejaciones que él mismo le habría impartido luego a sus propias víctimas. Tres años después, Luis Alfredo protagonizó el que podría ser su primer ataque sexual: acorraló a un niño para abusarlo, pero los gritos desesperados del menor de edad evitaron que el delito se consumara. Su padre lo echó de la casa como rechazo a su comportamiento homosexual.

De mil facetas

“La Bestia” se vestía de sacerdote y con gran habilidad y convencimiento transaba a los niños y a los jóvenes, siempre entre los 8 y los 16 años, para que lo ayudaran. De esa forma, se los llevaba a un despoblado con el argumento de que iban a traer un “corderito” o un “ternerito” y allí los llevaba a su propio sacrificio.

Otras veces acechaba a sus víctimas y al menor descuido de sus padres o de sus familiares los raptaba, como aquella vez que en un pueblo del Quindío persiguió sin descanso a una madre que llevaba en sus brazos a una niña y de la mano a su hermanito de diez años. “Y en un momento determinado, la mamá soltó al niño y lo hizo para siempre porque nunca más se supo de él. Garavito se lo llevó entre la multitud que participaba de una marcha política”, tal como lo contó Poveda en una reciente entrevista a este medio, al hacer énfasis en la facilidad con la que “la Bestia” se llevaba a los niños.

Otras veces les entregaba estampitas del Niño Dios y agua bendita y cuando ya los niños estaban confiados, los llevaba a zonas boscosas y allí acababa con sus vidas y abandonaba sus cuerpos.

A Poveda le impresionaba la memoria fotográfica que tenía Garavito: recordaba cada detalle, de dónde se llevó al niño, cómo se llamaba y dónde lo dejó, a pesar de que en muchas ocasiones cometió sus crímenes bajo el efecto del alcohol.

Prontuario criminal

Los crímenes fueron perpetrados en la década del 90, hasta su captura, en Meta, en 1999 por parte del CTI de la Fiscalía.

Un juez de Tunja lo encontró culpable de asesinar a un niño y de intentar abusar de otro. Hasta ese momento las autoridades no dimensionaban “la Bestia” que se escondía tras el hombre.

En medio de ese proceso judicial, Garavito le confesó a la Fiscalía que había asesinado y violado a unos 182 niños en 11 departamentos del país. A la par de la confesión de Garavito, las autoridades habían encontrado restos de niños entre los 8 y 16 años en las zonas de Risaralda. Los cabos se empezaron a atar.

En los departamentos del Meta, Cundinamarca, Antioquia, Quindío, Caldas, Valle del Cauca, Huila, Caquetá y Nariño también habían encontrado restos de menores abandonados. En un solo lugar, en las afueras de Pereira, por ejemplo, fueron hallados restos de 12 niños. Las autoridades estaban ante un asesino serial.

“Los avances investigativos, previas diligencias de vigilancia, seguimiento, allanamiento, testimonios, reconocimiento fotográfico y recolección de documentación, entre otras herramientas de investigación, permitieron establecer con certeza la existencia de elementos que comprometían a Luis Alfredo Garavito en el homicidio de los menores”, detalló la Fiscalía.

La justicia colombiana lo condenó a 1.853 años de cárcel por su responsabilidad en el acceso carnal, violento y asesinato de 143 niños y adolescentes. Pero en la práctica, la condena fue de 40 años, porque la ley colombiana no permite penas superiores a estos años.

Otros 29 casos están en etapa de juzgamiento y se cree que, de acuerdo con sus confesiones posteriores, puede haber otras 18 víctimas no procesadas, cuyos cadáveres habrían sido sepultados en Ecuador y Venezuela.

De hecho, Ecuador había solicitado su extradición por dos crímenes que fueron documentados en ese país, pero se denegó esa petición ante la gravedad de los crímenes ocurridos aquí en Colombia.

Su caso sirvió de base para aumentar las penas por este tipo de delitos y evitar que sus autores fueran beneficiarios de cualquier tipo de rebaja. Él mismo tuvo que pasar por la negación de una libertad condicional en 2021, y luego, este año, estuvo a punto de cumplir tres quintas partes de su estadía en prisión, uno de los requisitos para, quizás, salir libre, teniendo en cuenta otros requisitos.

“A esos delincuentes que cometieron delitos supremamente graves, los jueces normalmente no conceden tan fácil la libertad, porque hay muchos factores subjetivos a tener en cuenta. Las 3/5 partes son un mero cálculo matemático, pero los comportamientos y los arraigos sociales son muy importantes para los jueces”, explicó en ese entonces el abogado Iván Cancino a EL COLOMBIANO.

El peor infanticida serial del país ya pagó en esta vida su condena. En cambio, el horror de sus delitos y el daño a los niños y jóvenes quedará grabado en la historia de lo que nunca debió ocurrir.

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ANEXO: OTROS ASESINOS SERIALES FAMOSOS

Pedro Alonso López, nacido en 1948 en Venadillo, Tolima, y apodado “el monstruo de los Andes”, delinquió entre 1969 y 1980. La justicia le atribuyó 110 víctimas en Colombia, Perú y Ecuador, aunque él confesó que podrían ser 300 (cifra no comprobada).

Aleksandr Pichushkin, también conocido como “el asesino del martillo o del ajedrez”, es oriundo de Rusia y actualmente tiene 49 años. Purga la cadena perpetua por el homicidio de 49 personas entre 1992 y 2006, cuando fue capturado.

Juana Barraza Samperio, mexicana de 65 años, apodada “la mataviejitas”, ejecutó a 46 ancianas en los años 90 y principios del siglo XXI. La mayoría de sus víctimas eran ancianas que vivían solas en Ciudad de México.

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