Dos nuevos lotes de atún contaminados por mercurio volvieron a encender las alarmas del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima), que alertó a los consumidores sobre el peligro que este elemento metálico puede representar a largo plazo.
Se trata de dos lotes de lomitos de atún Van Camp’s en agua que sobrepasaron los límites permitidos por la Resolución 148 de 2007, de 1.0 miligramos de mercurio por cada kilogramo del alimento.
“Es importante aclarar que estos lotes fueron producidos antes de noviembre 2016, cuando implementaron medidas de inspección permanente por el Invima en la empresa productora del atún involucrada en esta alerta”, dijo el instituto en el comunicado.
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Se trata de los lotes 56*W2783-40220 (1.600 latas producidas el 5 de octubre de 2015) y el X2754 40201-028 (1.670 latas producidas el 1 de octubre de 2016), que el Invima recomienda no consumir.
Es la segunda vez que el Invima encuentra irregularidades en el atún de Van Camp’s, pues en octubre del año pasado la empresa de alimentos tuvo que retirar otro lote del mercado por concentraciones de mercurio superiores a las permitidas por la ley.
¿Qué efectos puede tener en el cuerpo?
Si usted se come una sola lata de atún de los lotes contaminados, probablemente los efectos en el cuerpo sean nulos o imperceptibles. Sin embargo, el Invima alerta que “el riesgo en mujeres embarazadas, lactantes y niños que consuman de manera frecuente y prolongada atún que exceda los límites de concentración permitidos por la normatividad legal vigente, es mayor”.
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El mercurio es un metal pesado que se usa para separar el oro de otros materiales, contamina las fuentes hídricas de las zonas mineras y termina en los océanos.
El mercurio ingresa a la cadena alimenticia en forma de metilmercurio, una partícula orgánica presente en peces grandes, como el atún o el bacalao, en los mariscos y hasta en el arroz que siembran en aguas contaminadas por ese elemento, en algunas zonas de Sucre y del Bajo Cauca.
Finalmente, el metilmercurio llega a la mesa de los colombianos, aunque es difícil saber en qué cantidades porque el Invima no tiene un control total de los alimentos que se comercializan en el país de manera informal.
El doctor Ubier Gómez, médico especialista en toxicología clínica, toxicólogo del Hospital San Vicente Fundación y profesor de la Universidad de Antioquia, explica que consumir mercurio no representa necesariamente una amenaza.
Según él, comer un miligramo de mercurio por kilogramo de alimento, que es el máximo permitido por la norma, produce una contaminación transitoria que el cuerpo elimina en un lapso de entre tres y cinco días.
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Eso quiere decir que una persona puede comerse hasta dos latas de atún contaminado en una semana sin que su salud corra riesgo.
El problema es cuando las concentraciones son demasiado altas y el consumo muy frecuente, como sucede en los pueblos que se alimentan de la pesca en ríos contaminados por mercurio.
En exceso, este elemento viaja a través de la sangre y se acumula en el cerebro. Por eso, el primer afectado es el sistema nervioso central y los síntomas, difíciles de asociar con una intoxicación: pérdida de memoria, tristeza, ansiedad, cansancio, agresividad, temblores, dificultades para hablar, excesiva timidez y sueño agitado.
En las mujeres embarazadas, el metilmercurio puede afectar el desarrollo cognitivo de los fetos y provocar retrasos mentales.
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Además, este metal también puede afectar los sistemas circulatorio (provocando hipertensión, palpitaciones e impotencia), digestivo (úlceras, náuseas y sangrado intestinal) y renal.
A largo plazo, la acumulación del metilmercurio puede disminuir drásticamente la calidad de vida e incluso causar una enfermedad, como la insuficiencia renal, que conduzca a la muerte.
El problema es que detectar esta partícula orgánica es imposible para los consumidores y el Invima no puede inspeccionar todos los pescados que se comen en Colombia. Así, la recomendación es limitar el consumo de atún y otros peces a un máximo de dos porciones por semana.