La reforma a la salud podría tener una muerte legislativa prematura. Así lo advirtió la ministra de la cartera, Carolina Corcho, durante un conversatorio con la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi) y su presidente, Bruce Mac Master.
El comentario de la funcionario llegó sobre el final del foro, cuando el líder de la asociación le preguntó sobre la cantidad de textos reformistas del sistema de salud que han sido radicados en el Congreso (la del Gobierno, la del Centro Democrático y la de Cambio Radical, además de los comentarios de liberales, conservadores y La U).
“Hay unas esencias que el Presidente ha pedido, o si no el proyecto de ley no tiene sentido. Sería retirado por parte del Gobierno porque si, finalmente, no es para hacer un cambio, no tiene sentido un esfuerza tan grande desde el Gobierno y el Legislativo”, aseguró.
Y es que para la Casa de Nariño hay tres puntos que son inamovibles para sacarla adelante. Primero, la transformación en la prestación del servicio, en el que los ciudadanos se afilien al Centro de Atención Primaria (CAP) de su barrio; segundo, la creación del Sistema Único Público de Información en Salud que garantice el cruce de datos entre los prestadores de salud; y, tercero, reemplazar las EPS por una estructura de fondos nacionales y regionales en el que la Adres pague directamente a clínicas y hospitales.
La declaración de la Ministra, a modo de exhortación, tomó por sorpresa, incluso, a algunos miembros de la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes, encargada de estudiar y debatir la reforma.
Uno de ellos fue el representante Alfredo Mondragón (Pacto Histórico), quien además es el coordinador ponente del proyecto. En diálogo con EL COLOMBIANO aseguró que esa declaración “no estaría muy alejado de lo que dice el Gobierno sobre esta reforma” e insistió –en tono con el discurso que ha mantenido el Ministerio de Salud– en que la reforma es necesaria para resolver problemas estructurales del sistema de salud o, de lo contrario, dice, terminaría en un colapso y en una crisis del sistema actual.
“Si esos problemas no se resuelven van a implosionar las EPS, porque lo que vemos es un ejercicio de autoeliminación de las aseguradoras por cuanto no han podido cumplir los indicadores y las ha hecho inviables”, aseguró.
Por el contrario, la directora del Partido de la U, Dilián Francisca Toro –quien en la noche de este lunes se reunió junto a Efraín Cepeda (Conservador) con Petro en Palacio–, señaló que “ninguna de las líneas rojas que ha expresado el presidente las hemos cambiado, como la atención primaria, la atención integral en las regiones apartadas o el giro directo a las EPS. Todo eso lo dejamos en la reforma”.
No obstante, otras voces aseguran que esta declaración de la ministra Corcho vaticina una movida política del Gobierno en medio de un periodo legislativo en el que se juega la esencia de su mandato y su gobernabilidad para sacar otras grandes apuestas: las reformas laboral y pensional.
Al respecto, el exministro de Salud, Fernando Ruiz, dijo que retirar la de la salud ayudaría a que su hundimiento “evite el daño sobre las demás reformas, porque si se rompe la coalición se complica la aprobación de todas”.
En ese sentido, mencionó que “el Gobierno cometió un error de cálculo al inicar el tránsito con la reforma más sensible para los colombianos, que impacta a un sistema que ha demostrado cobertura, equidad y acceso, sin decir que no se necesiten cambios o mejoras”.
Ruiz, además, comentó que los CAP se “podrían crear si se conentran estratégicamente en los lugares periféricos del país y de mayor dispersión”. Y dijo que en la idea del sistema de información “hay una perfecta tozudes y falta de profundidad del ministerio frente a lo que implica, pues crearlo sería un proceso que tardaría muchos años y que es borrar lo que ya existe dentro de las EPS”.
Por su parte, el investigador de sistemas de salud de la Universidad Johns Hopkins, Andrés Vecino, le expresó a este diario que la reforma de Corcho y el ambiente en el que fue construida “generó un ambiente de expectativa negativo en todo el sector salud que le generó mucho daño”, como “las fases locales de distribución y la operación logística de medicamentos porque no hay un rol claro del operador” (ver recuadro).
“No estoy seguro si con solo retirarla puede ser paliado el daño, porque en algún momento lo pueden volver a intentar con propuestas más desatinadas”, agregó.
Lo concreto es que con estos mensajes el trámite de la(s) reforma(s) camina por una delgada línea entre el ceder y ganar el apoyo unánime de los partidos tradicionales que son de gobierno y el de ‘inmolarla’ para guardar capital político en las otras reformas que, quizá, cuenten con menos resistencia y que ayude más al presidente a dejar un legado en el poder.