El revés mayúsculo que supuso el hundimiento de la controvertida reforma a la salud en el Congreso desató la faceta más confrontacional del presidente Gustavo Petro en lo que va de su mandato. No se limitó solo a intervenir EPS y comenzar a concretar de a pocos su proyecto por otros caminos. También arreció en su discurso alrededor de la mentada constituyente y volvió a convocar a movilizaciones para poner a prueba su músculo de masas, al tiempo que la emprendió contra sectores políticos y académicos.
En medio de su feroz y cada vez más visceral disputa, el jefe de Estado sacudió su esparrin preferido: el Congreso, y no se guardó nada a la hora de responsabilizar a los parlamentarios por el apocalipsis que, vaticina, le espera al país si no le dan el visto bueno a sus iniciativas. Petro habló incluso de la “quiebra del Estado”.
Esa estrategia, atacar a la ya impopular labor legislativa, le puede valer aplausos circunstanciales en plaza pública. Sin embargo, le terminará costando en la arena política: agobiados por sus maltratos, aun cuando reconocen la necesidad de algunas de sus propuestas y están dispuestos a dar el debate, varios congresistas podrían precipitar la suerte de sus otras dos reformas (pensional y laboral) que aún permanecen con vida.
Apenas este sábado, de visita en Bolívar y ante una multitud atizada por su discurso, el mandatario reprochó a los congresistas que definieron el destino de su reforma a la salud, caída en el Senado, y llegó a decir que “no estudian”, que “se les olvidó hasta leer” y que votan iniciativas contra la gente.
“Entonces le digo a los congresistas de Bolívar: ¿Van a votar por el robo o por la gente? Yo me pongo a decirlo aquí en público, ¿ustedes a quién le responden? Que los congresistas del norte de Bogotá les respondan a sus ricachones vaya y vaya. Se les olvidó hasta su propia condición social. Se les olvidó hasta leer, no estudian. Pero que los congresistas aquí, que saben lo que pasa, que también caminan el barro y saben lo que sucede con la gente todos los días, ¿van a votar contra la gente?”, dijo.
Días atrás, sugiriendo influencias irregulares y sectarismo por parte de los senadores de la Comisión Séptima, el mandatario reclamó por lo ocurrido con su reforma y sentenció desde ya lo que será su relación con el Congreso y la clase política: “Lo que pudo ser una concertación tranquila ahora es de golpe”.
Defendiendo la labor de sus colegas, pero hablando más desde la experiencia y la pericia del vaivén político, el presidente del Senado, Iván Name, le contestó: “Seguir subiendo el tono en contra de nuestros congresistas y la institución del Congreso de la República solo contribuye al deterioro de las armónicas relaciones entre las ramas del poder público”.
Desde la propia oposición –reconociendo que las peleas del hoy no pueden definir el mañana de la Nación–, la senadora Paloma Valencia (Centro Democrático) pidió respeto y reclamó que la actitud pendenciera del mandatario en nada contribuye a la discusión de sus reformas.
“Las negociaciones en el Congreso sobre las reformas son bastante independientes. Yo veo ánimo para sacar una pensional, por ejemplo. (Pero) la manera como el presidente ha venido insultando y maltratando a los congresistas puede cambiar la dinámica de comportamiento con los partidos. El presidente le está faltando al respeto al Congreso”, explicó Valencia en diálogo con este diario.
En ello coincidió el senador Carlos Fernando Motoa, de Cambio Radical, quien defendió la rigurosidad e independencia del Congreso a la hora de adoptar sus decisiones por encima de las agresiones del Gobierno: “Cada reforma tiene su propia dinámica y contexto. No se trata de que por archivar la reforma a la salud las demás propuestas del Gobierno van a correr la misma suerte. Cada discusión es independiente y los argumentos depende de cómo se expresen en las comisiones y en plenarias”, manifestó a ese diario.
Los caminos
En el Congreso, pese a las diferencias con el Gobierno, prima todavía el ánimo conciliador y convocante, lo que implica que no porque se trate de un proyecto del Ejecutivo de entrada el Parlamento dirá no. Justamente, el senador Miguel Ángel Pinto, del Partido Liberal y quien contribuyó a archivar la reforma a la salud, dejó entrever lo que podría hacer el Gobierno para mejorar las relaciones con el Congreso: hablar. Sí, algo tan sencillo, pero que le sigue costando al petrismo.
“Estamos a la espera de la invitación del presidente Petro para trabajar en un proyecto concertado, nuevo y que recoja opiniones de todos los sectores. Lo presentaríamos de ceros el 20 de julio (cuando arranca otro periodo legislativo)”, sostuvo el congresista previo al desenlace del proyecto.
Desde un partido que aún permanece en la coalición de Gobierno, pero que cuenta con voces críticas e independientes, la representante Catherine Juvinao (Alianza Verde) alertó, no obstante, que lo ocurrido con la reforma a la salud y la actitud cerrada al diálogo de Petro, puede ser el germen de otro dolor de cabeza para el Gobierno: bandos interpartidistas que, como ocurrió con el grupo mayoritario de la Comisión Séptima, terminen siendo amalgama para crear frentes contra las reformas.
“Este grupo puede empezar a tener incidencia en otros partidos y pues ya el Senado demostró que al menos ahí, en la Comisión Séptima, hay una talanquera, que son estos nueve congresistas, que por lo menos para el caso de la reforma se mantuvieron (...) El Senado se puede envalentonar y volverse un dolor de cabeza para las demás reformas del Gobierno”, advirtió en diálogo con EL COLOMBIANO.
Al margen de las eventuales consecuencias que le pueda traer su confrontación con el Congreso –que se suma a las peleas casadas con los medios de comunicación, así como con otras ramas del poder–, lo cierto hoy, coinciden sin distingo los parlamentarios, es que solo un Petro conciliador y presto a escuchar puede sacar a su propio Gobierno de la barrera a la que se enfrenta.
De allí la pertinencia del clamor de los mismos congresistas de su bancada de Gobierno al insistir en el malogrado acuerdo nacional. “Seguiremos avanzando en un acuerdo, que tiene como eje proteger los intereses de los ciudadanos de a pie, sin dilaciones. Esperamos aunar los esfuerzos necesarios”, dijo a este diario la senadora María José Pizarro, del Pacto Histórico, quien precisó que “el trámite de cada una de las reformas ha sido diferente y ha tenido sus propias particularidades”.
¿Arreciará Petro en su confrontación con el Congreso, subirá el tono y dedicará lo que resta de su mandato a tramitar sus reformas a la brava?, ¿o insistirá en una salida negociada que permita recoger diferentes versiones y le permita al país avanzar en lo que realmente importa: el bienestar de todas y todos? El balón queda en cancha del Gobierno al que le queda poco tiempo en los salones del Capitolio para sus reformas.
Petro no cederá en reforma pensional
El Jefe de Estado reclamó por un supuesto lobby en el Congreso para modificar la nuez de su reforma pensional: el umbral a partir del cual se debe cotizar. En esa línea, insistió en que aquellos que ganen hasta 3 salarios mínimos coticen en Colpensiones, pese a que sectores independientes y de oposición piden que en el fondo público coticen aquellos que ganen entre 1 y 1,5 salarios mínimos. Según el mandatario, “entre más bajo más ganancia de los banqueros, entre más alto más ancianos y ancianas con bono pensional”. No obstante, afirmó que en “televisión aparecerá que tenemos muy buen sistema”.
