El retrato es así: el presidente Gustavo Petro entró por un tapete verde color pasto en el que lo recibieron una decena de niños que ondeaban en sus manos las banderas de los 22 países que integran la comunidad de Iberoamérica. Los saludó desde lejos, sin acercarse, y entró al evento. Cuando el Rey Felipe caminó por ese mismo corredor chocó “las 5” con todos los pequeños; el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, los saludó uno a uno.
Ese fue el inicio de su paso por la Cumbre Iberoaméricana número 28 que se llevó a cabo este sábado en Santo Domingo, República Dominicana, en la que aterrizó diez horas después de lo previsto por un cambio de su agenda en Cartagena debido a las negociaciones por la reforma a la salud y que le sirvió como base para reafirmar su apuesta por el liderazgo de la región.
Cuando el presidente viaja al exterior tiene menos custodios que en Colombia porque las condiciones de seguridad suelen ser menos agrestes que las nacionales. En su Hotel, El Embajador, se hospedó con 8 agentes de seguridad de Presidencia y de la delegación política allí solo estaba la jefe de despacho, Laura Sarabia. Ella es quien le comparte la minuta de lo que hará en la ciudad y lo actualiza de lo que ocurre en Colombia mientras él no está.
Así, mientras el mandatario estaba en la sala de convenciones del Ministerio de Relaciones Exteriores con los presidentes, desde afuera sus asesores veían la transmisión de una entrevista con el director de la Policía, Henry Sanabria, en la que el comandante de las Fuerzas sostuvo que un día alejó a la “primera línea” con un crucifijo y que la muerte al excomandante de las Farc, Alfonso Cano, fue posible porque mientras las tropas estaban en la selva en el operativo él estaba orando desde Bogotá.
Mientras en Colombia se comentaban las palabras de Sanabria, en Santo Domingo el presidente se sentó con su par de Bolivia, Luis Arce, a la derecha y Miguel Díaz-Canel de Cuba a la izquierda. Arce le reclamó a la región apelar por un mundo “multipolar”, al mismo estilo que lo hacía el expresidente, Evo Morales, en sus tiempos en el poder o como lo hizo en vida Hugo Chávez y con Díaz-Canel Petro tuvo una reunión bilateral que solo confirmaron hasta el último momento de la tarde porque las cancillerías no habían ratificado la agenda.
Petro y sus pares jefes de Estado y de Gobierno parecían vestir un uniforme: camisa tipo guayabera color blanco, pantalón y zapatos formales para los 28 grados centígrados de temperatura de la capital dominicana. Esa pinta la eligió él y la empacó en su única maleta, de tamaño mediano y rodachines, que cargó para el viaje de dos noches al Caribe.
El presidente quiere convertirse en el líder de la izquierda latinoamericano y por eso aprovecha cada evento internacional para llamar a que la región actúe en bloque. En esta ocasión lo hizo pidiendo alianzas para el manejo de la migración, el narcotráfico y la protección de la Amazonía, ofreció 150 millones de dólares de los bolsillos de Colombia para la protección de la naturaleza y convocó a invertir en hidrógeno verde..
Ese discurso del bloque latinoamericano de Petro lo replicaron los otros mandatarios de izquierda. “¿Es real el discurso de integración Iberoamericano y Latinoamericano?”, cuestionó Boric de Chile; Alberto Fernández, quien se alista para dejar el poder, reclamó “una Iberoamérica justa y sostenible”.
Hubo una coincidencia china que le permitió a Petro sacar ventaja de su discurso latinoamericanista sobre el de otros de sus pares. Lula da Silva, el viejo alfil del bloque que gobierna en Brasil, no pudo viajar a Santo Domingo porque ya tenía previsto un viaje a China para verse con su par, Xi Jinping, que al final terminó siendo cancelado por una neumonía que, a sus 77 años, dejó a Lula en la cama.
Sin él en la tarima, Petro entró en escena para consolidar su intento de llevar las astas de las banderas iberoamericanas. Improvisó sus palabras apenas siguiendo unas líneas guía que ya había trazado para reclamar el por qué su aliado, el expresidente Pedro Castillo, no estaba sentado en el recinto pese a que fue un elegido democráticamente (y a pesar de que él protagonizó un autogolpe) y para reflexionar sobre que la incursión militar de Rusia en Ucrania, que a su juicio, “no se puede criticar si aplaudimos otras invasiones, lo que hay que generar es un rechazo de la humanidad sobre cualquier tipo de invasión”.
En las cumbres internacionales el presidente saca su faceta de querer ser un líder global y lo mostró con las invitaciones que hizo a sus pares. Al México de Andrés Manuel López Obrador le planteó sentarse en una cumbre sobre migración, a la Argentina de Alberto Fernández le propuso crear un banco contra el hambre regional y a la Panamá de Laurentino Cortizo le instó a crear un sistema de interconexión binacional.
Ese, el Petro de los eventos mundiales, muestra bien el rol que quiere dejar el mandatario de 62 años ante el mundo: el de la cabeza del nuevo progresismo regional. Y esa palabra, “progresismo”, es clave para leer al jefe de Estado. Quienes están con él en la Casa de Nariño afirman que su Gobierno no es de izquierda, sino progresista, y que ese es el mantra con el que está tejiendo los hilos del poder en palacio.
Sin embargo, en lo local a los partidos tradicionales aún les cuesta creer en esos estandartes y prueba de ello son las arduas negociaciones que ha tenido desde febrero con los conservadores, el Partido de la U y el Liberal para aprobar las reformas en el Congreso, pero pareciera que ante el mundo esa óptica tiene otro lente de lectura.
Él fue el único mandatario que salió del recinto de presidentes para darle declaraciones la prensa y terminó siendo empujado por una treintena de periodistas internacionales que le preguntaban a gritos desde el tumulto qué opinaba de la corrupción en República Dominicana, de la migración en Haití, la política de la Casa Blanca hacia Colombia y de qué habló con Nicolás Maduro en Venezuela, con quien se citó exactamente dos días antes de la Cumbre.
Petro omitió cuestionar al anfitrión, prometió viajar a Haití y fue hermético sobre las conversaciones con el régimen de Maduro, quien dejó su silla vacía en el evento aunque en una programación oficial se leyó el nombre de la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, como su delegada.. Que el mandatario afirmara en micrófonos que está evaluando su paso por el convulso país caribeño (cuyo presidente fue asesinado por mercenarios colombianos en 2021) sorprendió, incluso, hasta a su comitiva que no tenía en el radar un paso suyo cercano por esa nación.
Tal vez esa aseveración de una visita a Haití no planeada salió del deseo suyo de liderar a los progresistas, casi a una semejanza de Lula en la primera década de los 2000 o quizás con visos de lo que fue Chávez en ese mismo periodo, antes de perpetuarse como un régimen que se atornilló en el poder a consta de los Derechos Humanos de los venezolanos.
Y esas apuestas tan osadas, de defender a Castillo en micrófonos, autodeclarar al Estado como responsable de un magnicidio, omitir hablar de España en la Cumbre pese a que en frente suyo estaban el presidente Sánchez y el Rey Felipe dan cuenta del Petro de las cumbres, un mandatario que contrasta con los otros de la izquierda y que quiere copar igual o más titulares que ellos.
En Santo Domingo Petro solo reservó espacio para tres reuniones privadas. Un encuentro bilateral con el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo, con el que se planteó una posibe visita de estado a ese país en abril; otra con el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, y la cita con Díaz-Canel de Cuba.
El presidente no es de crear vínculos de mucha confianza, habla bajo y precavido en sus palabras, pero eleva la voz cuando se trata de conversar con los otros de la izquierda. Ese tono suyo subió durante el foro especial de “gobiernos progresistas” que fue convocado por su par de España, Pedro Sánchez, el último punto de la agenda en Santo Domingo.
Tras la correría dominicana regresó a Colombia para un foro con las juntas de acción comunal de Bogotá, una cita que muestra a los dos petros: el que quiere ser líder global y está en dos viajes internacionales en una misma semana y el otro que necesita mantener contestas a sus bases para que su Presidencia no flaquee ante los activistas que lo montaron a la Casa de Nariño.
Anécdota
Cuando era el momento de despegar de Cartagena a Bogotá nadie daba cuenta de dónde estaba Gustavo Petro. Los motores del avión de la Fuerza Aérea Colombiana estaban encendidos desde el medio día del viernes, los equipajes en las bodegas y los funcionarios de Casa Militar listos para despegar, pero fue tal la demora del mandatario que la logística de Palacio prefirió bajar a los viajeros del avión mientras llegaba el mandatario. Esa demora, la más larga que ha tenido la prensa para un viaje internacional, se debió a la reunión que celebró con Dilian Francisca Toro y los ponentes de la reforma a la salud para acordar el contenido del texto que será debatido en el Congreso.
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países de América Latina y la Unión Europea se reúnen en República Dominicana para la Cumbre Iberoamericana 2023