“Solo queremos lo mejor posible para Bogotá dentro de nuestras posibilidades. Aceleraré mi viaje a China para buscar opciones con el gobierno de ese país en relación al metro de Bogotá”.
Con estas palabras publicadas en Twitter, el presidente Gustavo Petro ratificó que seguirá adelante en su polémica propuesta de modificar el trazado del futuro metro de Bogotá, para hacerlo subterráneo en algunos tramos, cuestión que retrasaría la obra y provocaría sobrecostos.
Su decisión no solo impactará la movilidad y las finanzas de la capital, sino que ya le está provocando fuertes choques políticos, en especial luego de que su ministro de Transporte, Guillermo Reyes, anunciara el pasado miércoles que si la Alcaldía de Bogotá no cede a las pretensiones del Gobierno, quedará comprometida la financiación del 70 % del proyecto, que le corresponde a la Nación.
Frente a este panorama vale preguntar: si el rediseño del proyecto traería tantos problemas, ¿por qué el jefe de Estado insiste tanto en ello? ¿Cuáles son sus argumentos?
El metro subterráneo en un anhelo de Petro desde sus días de alcalde (2012-15). Allí recibió un anteproyecto de su antecesor Samuel Moreno, con posibilidades de ser financiado por el Banco Mundial.
En su etapa primigenia, la primera línea del trazado tenía un 40 % de tramos subterráneos, pero Petro prefería uno que fuera 100 % bajo tierra, de acuerdo con los archivos de prensa de aquel entonces.
En 2014 invirtió más de $16.000 millones en los estudios para construir el viaducto enterrado, el cual incluiría 32 kilómetros de recorrido y 27 estaciones. Tales estudios veían viable un túnel de 27 kilómetros “desde el suroccidente hasta el nororiente de Bogotá, atravesando por el centro de la capital”, tal cual dijo Petro en su momento.
En sus justificaciones, el entonces alcalde defendía la tesis de que un metro subterráneo no afectaría la ya congestionada movilidad de la superficie; en cambio, el elevado podría generar perturbaciones ambientales, sobrecostos por la compra de predios, desvalorización de las propiedades vecinas e impacto urbano negativo bajo los viaductos aéreos, que podrían volverse focos de inseguridad.
Las disputas políticas de Petro con el Concejo aletargaron el proyecto, así como la devaluación del peso frente al dólar, al pasar de $1.800 a $2.900, lo que a la larga aumentaría el precio total.
Al final de todo, Petro concluyó su mandato sin poner un solo ladrillo de esta obra y sin concluir la licitación. Retrasos en la financiación del Banco Mundial, cambios en los equipos de trabajo, investigaciones internas por sospechas de corrupción, entre otros factores, no permitieron el desarrollo del metro.
Después, su sucesor Enrique Peñalosa modificó el plan del metro subterráneo y volvió a la idea del viaducto elevado, argumentando que costaba menos y se construiría más rápido. Al llegar Claudia López al poder (2020-23), comenzó a ejecutar la obra con esta última visión.
En la mañana de este viernes, Petro trinó al respecto: “Sé que lo que debió ser el gran escándalo: Botar los estudios terminados del metro subterráneo de Bogotá, pero fue un gran silencio; ahora si será el gran escándalo solo porque intentamos recuperar parte de esos estudios y transformar un proyecto en bien de toda Bogotá”.
Actualmente, Petro no busca un tren totalmente enterrado, sino solo algunos de sus tramos.
“El proyecto en estudio sí permite un tramo subterranizado entre la carrera 50, de la primera de Mayo hasta la Caracas, continuando por toda la Caracas hasta la calle 72. No cambia trazado y usa el estudio fase 3 del tramo de la primero de mayo que hizo mi alcaldía”, expuso en otro trino reciente.
Y añadió: “En este tramo las vías son muy angostas y un tramo elevado desvaloriza por completo el entorno y toda la ciudad. Analizaremos si la devaluación del peso y la situación financiera nos permiten el tramo subterráneo de la calle 72 hasta Occidente en Suba. Ojalá se pueda”.
Con el actual precio del dólar, modificar el metro elevado para enterrar parte de su trazado costaría $1.2 billones más de lo que ahora vale ($15 billones). El trabajo estaría a cargo de la firma china que ganó la licitación, con la cual Petro conversará en su próximo viaje a Asia.