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Petro juega a dos bandas con el gobierno de los Estados Unidos

Frente a EE.UU. se ha mostrado cordial, pero de espaldas le lanza ataques; le pidieron mesura.

  • El presidente Gustavo Petro ha sido cordial y cercano con altos funcionarios de Estados Unidos, pero en otros escenarios ha lanzado ataques contra el país norteamericano. FOTO COLPRENSA
    El presidente Gustavo Petro ha sido cordial y cercano con altos funcionarios de Estados Unidos, pero en otros escenarios ha lanzado ataques contra el país norteamericano. FOTO COLPRENSA
30 de octubre de 2022
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Desde la Base Antinarcóticos de la Policía en San José del Guaviare y acompañado por el embajador (e) estadounidense en Colombia, Francisco Palmieri, el presidente Gustavo Petro sorprendió al bajarle al tono al referirse a Estados Unidos para agradecer por la donación de siete helicópteros, a pesar de que tan solo ocho días atrás le había sacado públicamente los dientes a esa nación, dirigida por Joe Biden, al asegurar que está “arruinando las economías del mundo”.

En cuestión de una semana el Jefe de Estado pasó de referirse al país norteamericano con un discurso agresivo para tratar de encontrar un culpable por el alza del precio del dólar –que rompió registros históricos– y, en su lugar, planteó esta semana que la relación entre ambas naciones ahora tiene “un mejor desarrollo y un camino loable y grande, si somos capaces de establecer un diálogo de las Américas”.

Esta dualidad en el discurso del Presidente no es nueva, ya que sus pullas hacia Estados Unidos son frecuentes e incluso recurre a ellas desde el día que ganó las elecciones, sin embargo esta estrategia de jugar a dos bandas con el principal aliado de Colombia en el mundo podría acarrearle un costo político del que ya le aconsejaron en la Casa de Nariño (ver Protagonistas) que debería protegerse moderando sus alocuciones en público.

Según pudo establecer este diario, en ese grupo de altos funcionarios estaba el canciller Álvaro Leyva y el embajador de Colombia en EE. UU., Luis Gilberto Murillo, quienes se sentaron con el Jefe de Estado para pedirle que tenga una postura más mesurada y le reduzca al ataque. En medio de este llamado, Petro ha recibido advertencias desde Washington, pues el embajador (e) Palmieri ya descartó cualquier apoyo a la legalización de la cocaína, y le advirtió que tenga cuidado con las relaciones con Nicolás Maduro.

Ante esa situación, un cerrado círculo de altos funcionarios del Gobierno le advirtió a Petro en la última semana que tener un discurso cordial cuando está frente a los delegados de la Casa Blanca y otro distinto –más a la defensiva– de espaldas a esa nación podría fisurar las relaciones bilaterales que suman 200 años –y cuyo intercambio comercial movió más de 24.000 millones de dólares solo en 2021– y torpedear proyectos suyos con ese país como la eliminación de la visa, la no extradición de narcotraficantes y la lucha contra el cambio climático en la región.

¿Discurso con doble rasero?

Al ganar la segunda vuelta presidencial, el 19 de junio pasado, Petro dio un discurso ante cientos de sus seguidores en el Movistar Arena de Bogotá y en medio de la euforia por la victoria no dejó pasar por alto el que ha sido uno de sus caballitos de batalla a lo largo de su carrera política: la necesidad de reconfigurar las condiciones de relacionamiento con el gobierno de EE. UU.

Sin asumir todavía el poder y tras una contienda electoral de más de seis meses, Petro dejó claro que le pondría condiciones a la relación con el país norteamericano. “A Estados Unidos le propongo sentarnos a dialogar para acelerar los pasos de la transición energética, los pasos de la construcción de una economía descarbonizada, los pasos de la construcción de una economía de la vida”, dijo Petro.

Ese tono del entonces Presidente electo dio un giro y se tornó más conciliador tan solo 24 horas después al recibir una llamada del secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, quien llamó a felicitar a Petro por su victoria en las urnas y a reafirmar el vínculo entre ambas naciones. “Me expresó sus congratulaciones por nuestra elección y dialogamos sobre el proceso de paz y las acciones contra el cambio climático en nuestro continente”, señaló el mandatario colombiano.

Inicialmente Washington dio su beneplácito a los pedidos del Jefe de Estado colombiano, pues con la llegada de un nuevo presidente de izquierda en América Latina y el primero en la historia reciente de Colombia, el gobierno de Joe Biden vio necesario afianzar las relaciones y evitar un debilitamiento de su influencia que podría arrebatarle países como Rusia o China, que igual tienen los ojos puestos sobre la región.

Bajo esta circunstancia se dio el primer acercamiento oficial entre ambos gobiernos y en el que a Petro se le vio sonriente junto a Jonathan Finer, secretario adjunto de Seguridad Nacional de EE. UU., a quien Petro aseguró que envió Biden el 22 de julio pasado “para reconocer el hecho de que Estados Unidos y Colombia son dos naciones soberanas, dos socios iguales que tienen una relación profunda”.

Tanto en ese, como en el encuentro que tuvo con Blinken (3 de octubre) y con el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), William Joseph Burns (21 de octubre), el presidente colombiano se mostró cordial y en sintonía con Estados Unidos, sin embargo esta versión de Petro sufrió una metamorfosis al pronunciar sus discursos públicos en medio de eventos en los que convocó a integrantes de movimientos sociales, protagonistas de su discurso del “mandato popular”, con el que logró llegar al poder.

Juega con arma de doble filo

A pesar de su tono manso y la cordialidad con los delegados de Biden, la cara de Petro frente a Estados Unidos ha sido distinta en otros escenarios en los últimos dos meses. Muestra de esto fue la intervención del Jefe de Estado a mediados de septiembre ante la Asamblea General de Naciones Unidas, donde insistió en que la guerra contra las drogas –que ha sido política de Estado de EE.UU.– es un rotundo fracaso.

“Disminuir el consumo de drogas no necesita de guerras (...) Nosotros les servimos para excusar los vacíos y las soledades de su propia sociedad que la llevan a vivir en medio de las burbujas de las drogas”, dijo el mandatario, quien en esa visita a Nueva York perdió la oportunidad de reunirse con Biden porque llegó tarde al lugar donde se cruzarían.

Este doble discurso es riesgoso, pues podría ser un palo en la rueda para los intereses de Colombia, especialmente porque con el paso de los días el presidente fue agudizando sus señalamientos contra Washington. Así ocurrió el pasado 19 de octubre en el municipio de Turbo, Antioquia, donde –rodeado de cientos de seguidores– lanzó un sablazo al aliado con el que dijo que tenía interés de dialogar y fortalecer las relaciones.

“Estados Unidos está arruinando todas las economías del mundo (...) Se toman decisiones para protegerse ellos solos sin pensar en lo que va a ocurrir a través de sus medidas”, reclamó Petro para tratar de justificar la inestabilidad de la economía colombiana.

Ese dardo no cayó nada bien ni en Washington ni en Bogotá, pues fue leído desde la Casa de Nariño como una salida en falso que podría tener efectos negativos en materia diplomática y pone en aprietos al embajador colombiano en EE. UU., Luis Gilberto Murillo, y al canciller Álvaro Leyva Durán, dos de los cuidadores de Petro en su relación con los Estados Unidos.

Este diario conoció que en la última semana un grupo de altos funcionarios le hizo la recomendación expresa al presidente de tener más cautela con sus señalamientos públicos contra el país norteamericano, ya que esto puede torpedear, por ejemplo, su plan para frenar las extradiciones de narcotraficantes para negociar su sometimiento en el marco de la denominada ‘paz total’.

Este es uno de los frentes claves para Petro en su plan por reconfigurar la lucha contra las drogas por medio del diálogo con los narcos, pues según datos oficiales de ambas naciones, entre 1990 y 2020, fueron extraditados más de 2.300 ciudadanos colombianos a EE. UU., la mayoría por narcotráfico.

Este llamado de atención por el sorpresivo ataque provino del gobierno estadounidense y particularmente del embajador (e) Palmieri, quien le dio un jalón de orejas al Jefe de Estado colombiano al responderle que “no creo que debamos pensar en donde echamos la culpa, debemos enfocarnos en cómo trabajando conjuntamente mejoramos y fomentamos el desarrollo necesario para el crecimiento económico”.

Palmieri fue más allá y en diálogo con Semana reveló que la Casa Blanca no apoyará la legalización de la cocaína, que le interesa al Gobierno, “eso no va a pasar”, dijo el embajador (e). Además, planteó que Colombia debe tener cautela en las relaciones con Venezuela: “Nicolás Maduro es el líder de un régimen que ha dejado atrás la democracia. Ha creado una situación que ha obligado a salir a millones de personas”.

Ese no fue el único regaño, se le sumó una advertencia sobre las relaciones con China de parte de una delegación de congresistas estadounidenses que arribó al país liderada por el demócrata Bob Menéndez. “Agarrar el dinero de Pekín se acaba pagando (...) La manera de evitar la irrupción de China es redoblar la cooperación de Washington”, dijo la delegación que tuvo cita privada con Petro.

Por lo pronto, Petro tendrá que dar pasos con cautela por recomendación de sus asesores, pues aunque EE. UU. se ha mostrado dispuesto a escuchar sus peticiones, está en la capacidad de poner las condiciones del diálogo al tratarse de la nación más poderosa del mundo

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