“No se atrevan a romper con la democracia porque se encontrarán con un gigante: el pueblo en las calles”. El tono y el contenido desafiante de esa frase son un buen resumen del plazoletazo que el presidente Gustavo Petro lideró en la semana más crítica de su Gobierno.
Por primera vez desde que fue elegido, Petro dejó el balcón y marchó al lado de sus más fieles votantes para presionar al Congreso de la República para que les dé trámite a las polémicas reformas a la salud, pensión y trabajo que ha presentado.
Esta vez no habló desde la ventana de la Casa de Nariño, desde donde las últimas veces le había dado largos discursos a una plaza casi vacía, sino desde una pequeña tarima en la Carrera Séptima, en Bogotá, en una calle estrecha donde sus decenas de seguidores parecían cientos y los cientos parecían miles.
Esta vez no estuvo acompañado solo de su esposa y de su hija sino que volvió a tener a su lado a la vicepresidenta Francia Márquez, que durante la campaña le ayudó a llenar tantas plazas de jóvenes, afros y feministas en todo el país, pero que desde su llegada al Palacio de Nariño parecía alejada de todos los círculos del poder. Desde allí, durante 48 minutos se defendió vehemente de los múltiples escándalos que atraviesa su Gobierno.
Con micrófono en mano Petro se despachó en contra del Congreso, de la Fiscalía, los medios de comunicación, las encuestadoras, los “poderosos” y los ricos. A los adinerados se refirió como “ellos” los responsables, según él, de confabular para impedir, primero, que sus reformas se aprueben, y luego, para sacarlo del poder en una estrategia que él ha llamado “golpe de Estado blando”.
“Quieren construir desconfianza en la base popular, primero con un objetivo: hundir las reformas de la justicia social en el Congreso y arrodillar al Congreso a los dueños del gran capital. Y dos, una vez tumben las reformas piensan, si el Gobierno está aislado, destruirlo en la Comisión de Acusaciones para hacer exactamente lo mismo que se hizo en el Perú, es decir llevar al presidente a la cárcel y cambiar al Gobierno por un nuevo presidente no elegido por el pueblo que sería el que vayan a elegir el semestre entrante como presidente del Congreso”, dijo Petro con el mismo tono de voz con el que le habló a cientos de miles de personas en las plazas de todo el país durante su campaña presidencial.
Sin embargo, el presidente ya no llena plazas como lo hacía en ese entonces. A pesar de que en tarima se mostró feliz por la “multitud” que supuestamente lo acompañó y en redes sociales se compartieron videos donde se veían calles y parques llenos en diferentes ciudades, según cifras de la Policía Nacional, solo 20.000 personas salieron a las manifestaciones que transcurrieron, en su mayoría, pacíficamente. Incluso, en Twitter se publicó un video que compartieron figuras como la senadora Clara López y el excandiato presidencial y líder cristiano Alfredo Saade en el que se ve un río de gente vestida de blanco marchando. Horas después se supo que el video correspondía a una marcha que se hizo en Caracas en enero del 2019 en contra de Maduro.
De acuerdo con la Policía del Área Metropolitana, en Medellín solo 1.500 personas acudieron al llamado de Petro y del alcalde Daniel Quintero, quien durante el día le mandó mensajes de apoyo al presidente por Twitter. Incluso Diana Osorio, la esposa de Quintero, estuvo en Bogotá marchando al lado de Verónica Alcocer, la primera dama.
El mandatario confesó que su Gobierno no esperaba una respuesta positiva en las calles. Dijo que se estaba cuestionando sobre si se había quedado solo y sin apoyo. Sin embargo, la cantidad de gente que alcanzó a ver desde la calle peatonal de la Avenida Séptima le pareció suficiente para concluir que esa era la prueba de que el “pueblo” estaba del lado suyo y de sus reformas, y que por ese motivo ni el Congreso ni nadie podría atraversarse en el cumplimiento del plan de gobierno por el cual fue elegido presidente.
“Petro no está solo, si se atreven a violar el mandato popular, el pueblo de Colombia saldrá de cada rincón, debajo de cada piedra, en cada calle, en cada vereda, en cada municipio de Colombia a defender con sus manos limpias, alegres y sin violencia el triunfo y el mandato popular”, dijo.
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Para Petro, esa supuesta multitud era además la prueba de que las encuestas que estas semanas lo mostraron con una desaprobación de casi el 60% “mentían”. “Nos sacaron unas encuestas mentirosas, las encuestas de verdad nos dicen que aún somos la mayoría popular de Colombia, sacaron esas mentiras porque hay una estrategia, una estrategia que debemos entender y confrontar, quieren destruir el apoyo popular del Gobierno para tener un Gobierno solo, quieren aislar al gobierno de Petro de su pueblo, quieren construir desconfianza en la base popular”, aseguró.
Un mal día para la libertad de prensa
Aunque no hay registros de desmanes o de enfrentamientos graves entre la Fuerza Pública y los manifestantes como sí ha ocurrido en otras jornadas de protestas, esta vez las principales víctimas de la violencia fueron los periodistas que estuvieron en las calles cumpliendo con su labor. En Medellín, el periodista Julián Vásquez de Blu Radio tuvo que salir corriendo del centro de las manifestaciones para evitar ser golpeado por algunos marchantes que lo acusaron de “mentiroso” sin haber escuchado lo que estaba diciendo. “Sin mediar palabras con las personas, varios de ellos me comenzaron a increpar, se abalanzaron en mi contra, empezaron a señalar al medio para el que trabajo, a decir que éramos unos mentirosos”, narra Vásquez, quien por fortuna estaba acompañado de colegas de otros medios.