Ante un auditorio parcialmente desocupado, en el que hicieron eco algunos aplausos, este martes el presidente Gustavo Petro participó por tercera vez en lo que va de su mandato en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.
Durante poco más de 18 minutos, el mandatario escaló al plano internacional sus críticas a los medios; lanzó pullas y cuestionó el alcance del organismo multilateral; reclamó por las bombas en Gaza y Líbano; criticó “la poderosa oligarquía global”, y alertó por la “extinción de la vida” ante un cambio climático que pintó cada vez más apocalíptico.
Todo esto, sin hacer mención alguna a la situación en Colombia –más allá de destacar su diversidad natural y catalogarlo como “el país de la belleza”–, y sin condenar los cuestionados resultados electorales en Venezuela que dieron como ganador a Nicolás Maduro. De hecho, se limitó a defender al vecino país y a Cuba, catalogándolos como países “rebeldes”.
En su discurso, el mandatario enfiló baterías contra Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, y abogó por una “revolución mundial”, advirtiendo que “es la hora de los pueblos”, pues los gobiernos no pudieron.
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Petro arrancó su discurso cuestionando el alcance de la Asamblea General y reclamando que la capacidad de comunicación en el recinto de Naciones Unidas “depende de la cantidad de dólares” que tenga el jefe de Estado en su presupuesto, así como “en la cantidad de aviones de guerra y, en el fondo, en la capacidad que tenga su país de destrucción sobre la humanidad”.
Por ello, reclamó que quienes tienen “el poder de sostener la vida en el planeta” no reciben mucha atención. Luego, en declaraciones a medios sostuvo que, aunque Naciones Unidas es una instancia importante –“un espacio de debates muy interesantes”–, sostuvo que no tiene capacidad de acción, ni de decisión, “y esa es la fuente de su crisis”.
Para el mandatario, las proposiciones mayoritarias en Naciones Unidas “no tienen efecto, no son escuchadas. Naciones Unidas ha entrado en un en una fase de impotencia”. Según Petro, “la mayoría de la humanidad no es escuchada”.
“Están matando al pueblo elegido de Dios”
Reclamando que la voz débil de mandatarios “sin armas de destrucción masiva y sin dólares” no es escuchada, Petro criticó con vehemencia la intensificación del conflicto en Medio Oriente, acusando a Benjamín Netanyahu de ser un “criminal” por lanzar bombas contra Gaza y Líbano.
“Netanyahu es un héroe para el 1% más rico de la humanidad, porque es capaz de mostrar que los pueblos se destruyen bajo las bombas”, dijo. En ese sentido, advirtió que hoy hay “20.000 niños y niñas asesinados bajo las bombas, y los presidentes de los países de la destrucción humana se ríen en estos pasillos”.
Petro criticó a “supremasistas que creen estúpidamente que los arios son la raza superior” y alertó que el control de la humanidad “está en construcción” sobre la base de la barbarie y su demostración es Gaza y el Líbano.
“Cuando muera Gaza, morirá la humanidad toda. Resulta que el pueblo de Dios no era el pueblo de Israel. No es el pueblo de Estados Unidos de Norteamérica, sino que el pueblo de Dios es la humanidad toda y los niños de Gaza son humanidad. Están matando al pueblo elegido de Dios: los niños de la humanidad”, dijo.
Cambio climático y riqueza de la oligarquía
En otro de los apartados, el mandatario recordó que, según cifras de la organización Oxfam, el 1 % más rico de la humanidad tiene más riqueza que el 95 % de toda la humanidad junta. De acuerdo con el jefe de Estado, la concentración de la riqueza por parte de esa minoría impide avanzar en la descarbonización para hacer frente al cambio climático.
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“Si la riqueza la medimos en CO2 emitido y no en dólares, tenemos la respuesta: el 1 % más rico de la humanidad es responsable de la crisis climática que avanza y se opone a acabar el mundo del petróleo y del carbón, porque es su propia fuente de riqueza. Los políticos, incluidos los presidentes de los países más poderosos de la tierra, simplemente les obedecen”, aseguró.
En ese sentido, el mandatario prendió las alertas y sostuvo que se han quemado 11 millones de hectáreas en la selva amazónica en tan solo un mes por el calentamiento global y la crisis climática. “Los científicos dijeron que si se quemaba la selva del Amazonas llegábamos al punto de no retorno climático. Las campanas ya doblan por todo el planeta. Ha comenzado el fin”, aseguró.
Uno de los que rebatió la tesis del primer mandatario fue el exministro Alejandro Gaviria, quien sostuvo que es una “visión reduccionista” querer achacar al capitalismo y a las potencias la crisis climática. “La crisis climática se debe en buena medida a la mejoría sustancial de las condiciones de vida de miles de millones de personas, al gran escape (...) No es solo la codicia de unos pocos, es el avance de multitudes lo que explica la crisis”.
“Es hora de los pueblos”: propuso revolución mundial
Insistiendo en que “la oligarquía global lleva a la humanidad a su propia extinción”, el presidente rechazó que la política le rinda pleitesía a los más ricos, “abandonando por completo la idea de la libertad y del poder de los pueblos”. Por ello, asegurando que “ya no hay más tiempo”, dijo que los gobiernos son incapaces de detener la extinción.
“Hay que escoger si es la vida o es la codicia, si es la humanidad o es el capital (...) ya no es la hora de los gobiernos, sino a la hora de los pueblos”.
El primer mandatario cerró su discurso instando a que haya una revolución mundial y se geste “el mayor ejército de todos los tiempos, compuesto de guerreros y guerreras de la vida”, para luchar por la existencia humana. “En lugar de dirigirnos a gobernantes insensibles, dirijámonos a nosotros, el común, dirijámonos a los pueblos para concertar las acciones comunes”.