El cartel narcoparamilitar clan del Golfo les está pagando a los mercenarios que se atrevan a atentar contra la Fuerza Pública, en retaliación por la muerte en un operativo de uno de sus principales cabecillas.
Así lo confesó un sicario detenido, en el marco del cuarto plan pistola ordenado por la organización criminal en los últimos cinco años, y también fue corroborada por las fuentes humanas que fungen como informantes de la campaña militar y policial Agamenón II.
El hecho que generó la venganza ocurrió al mediodía del pasado 7 de febrero, en un riachuelo del sector Buenavista, en Riosucio (Chocó). Un grupo de comandos de la Policía dio de baja a tres hombres y una mujer que llegaban en lancha a su guarida en la selva.
Entre los abatidos estuvo el blanco principal: Nelson Hurtado Simanca, alias “Marihuano”, exparamilitar, miembro del llamado “estado mayor” del clan y segundo al mando de toda la estructura.
Cinco días después comenzaron las retaliaciones. El 12 de febrero a las 6:00 p.m., en el sector La Electrificadora del casco urbano de Segovia (Antioquia), un par de sicarios motorizados arremetieron contra dos policías.
Uno de los uniformados recibió un disparo en el costado izquierdo del tórax, por fortuna superficial, lo que le permitió reaccionar junto a su compañero. En el cruce de disparos, los agresores perdieron el control de la moto y cayeron al pavimento; uno de ellos murió y el otro sobrevivió.
Resultaron ser dos ciudadanos venezolanos. Según la Policía, el muerto se llamaba Víctor Antonio Palencia Zambrano, de 24 años, y el herido Breiquer Rober Reneunen, quien fue atendido en un hospital por un corte en el cuero cabelludo, producto de la bala que lo rozó.
Este hombre fue clave para entender lo que se venía, pues reveló que les pagaban por asesinar uniformados.
A la medianoche del 13 de febrero ocurrió el siguiente ataque, en el municipio de Guaranda (Sucre). Los patrulleros Pablo Mosquera López y Luis Beltrán Martínez acudieron al barrio 20 de Julio para atender una supuesta riña, tras una llamada de emergencia, pero en el sitio fueron emboscados por delincuentes y murieron acribillados.
Y a las 8:30 a.m. del 14 de febrero, en el área urbana de Caucasia (Antioquia), otros sicarios motorizados le quitaron la vida al patrullero Édison Parra Cadavid, de 35 años. Su compañero persiguió a los sospechosos y, con apoyo de otros agentes, los capturó.
Ese mismo día, en el corregimiento Saiza, de Tierralta (Córdoba), tres militares de la Brigada 17 cayeron en un campo minado instalado por el clan del Golfo. Dos sobrevivieron, pero murió el soldado José Lopera Borja, de 25 años. Las autoridades no han establecido si este crimen también hace parte del plan pistola, o si se trata de una trampa sembrada semanas atrás.