La fiebre que tenía Isabella Piraza Pizario no alcanzaba a ser medida con los termómetros convencionales. La niña de un año y cuatro meses estaba desnutrida y la comunidad de San Cristóbal –un cacerío a casi tres horas en lancha del casco urbano de Istmina (Chocó)– estaba confinada por orden de la guerrilla del ELN.
El estado de salud de la menor empeoraba y la comunidad, desesperada, decidió saltarse la orden de los ilegales: acudieron a un pequeño puerto sobre el río San Juan, pero se encontraron con que ninguno de los botes tenía combustible, consecuencia del desabastecimiento del paro armado que decretaron los subversivos desde el 11 de agosto. La vida de la menor se apagó. Eran las 7:00 de la noche de este 14 de agosto.
El drama humanitario se replicó en la noche del jueves cuando se conoció que Yeliza Sarco Chamarra, una mujer de 32 años que recién había dado a luz, murió en la comunidad de Santa María de Pángala (Litoral del San Juan) por falta de asistencia médica. La bebé, recién nacida, también falleció.
Cuando el Frente de Guerra Occidental del ELN –los ilegales que decretaron el paro armado bajo el argumento de una confrontación con el Clan del Golfo– se enteraron de las muertes, enviaron un comunicado a través de WhatsApp en el que autorizaban el tránsito de ayuda humanitaria hasta el 21 de agosto. Eso sí, afirmaron que sus acciones bélicas se mantienen.
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“Habilitamos un corredor humanitario para que puedan llegar las ayudas a los pobladores y de esta manera mitigar los efectos del paro armado que se mantiene vigente hasta nueva orden”, se escuchaba en un audio difundido por alias Fabián, cabecilla de ese Frente.
Es que el paro armado tiene confinadas a 45.000 personas. El recuento de la Defensoría del Pueblo indica que las poblaciones de los municipios de Nóvita, Istmina, Medio San Juan, Sipí y Litoral del San Juan son las más afectadas.
La guerrilla aseguró que solo dejará que se movilicen por el territorio las organizaciones que usen distintivos institucionales visibles en sus embarcaciones y vehículos “con el fin de evitar accidentes” y afirmaron que el corredor no estará habilitado en horas de la noche.
Cuando se conoció del corredor humanitario, las comunidades corrieron a socorrer a sus enfermos. Hasta el casco urbano de Istmina llegaron dos indígenas con síntomas de dengue y malaria. También lograron trasladar a una mujer en embarazo.
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“Sobre el río San Juan ya se ve alguna que otra embarcación. Es de gente que sube al pueblo (Istmina, centro de abastecimiento de las poblaciones afectadas) a comprar los mercados para la comunidad y uno que otro medicamento”, le relató una habitante de Itsmina a EL COLOMBIANO.
Es que los tenderos de las comunidades parecen ser la única forma de abastecimiento. Este diario conoció, por ejemplo que –pese a la apertura del corredor humanitario– la ayudas para el municipio de Medio San Juan solo llegarán hasta el lunes 19 de agosto: la administración todavía no recoge los alimentos e implementos de aseo para poder llevarle a los afectados.
“Requerimos que la población afectada reciba ayuda psicosocial. Son personas que han sufrido hechos victimizantes y han presenciado enfrentamientos. También hay niños”, aseguró el personero de Medio San Juan, Wilson Largacha Mena a esta redacción.
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La Gobernación del Chocó y la iglesia Catolica también han pedido ayuda urgente para atender a la población afectada. De momento, la respuesta del Gobierno Nacional, además del envió de 5.000 hombres de la Fuerza Pública, es el silencio.
