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Narcos experimentan con la siembra de coca fuera de Colombia

Además de los cultivos tradicionales en la zona andina, se detectó aumento de coca en México, Venezuela y Ecuador.

  • Según la DEA, el 97% de la cocaína que entra a EE.UU. es colombiana; el resto proviene de Perú y Bolivia. Los narcos de otros países al parecer buscan cambiar ese monopolio de cultivos. FOTO getty
    Según la DEA, el 97% de la cocaína que entra a EE.UU. es colombiana; el resto proviene de Perú y Bolivia. Los narcos de otros países al parecer buscan cambiar ese monopolio de cultivos. FOTO getty
21 de mayo de 2024
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Los carteles internacionales de la droga están tratando de implementar cultivos de coca en sus países, lo que les permitiría incrementar sus riquezas al reducir costos de producción, y al mismo tiempo evadir el monopolio que han impuesto los narcos colombianos desde los años 70.

Por el momento se conocen sembradíos en México, Venezuela y Ecuador, tres naciones altamente relacionadas con la exportación y distribución global del alcaloide.

El último hallazgo fue reportado por la Agencia Antidrogas de EE.UU. (DEA) en el país azteca. En su Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas 2024, un documento realizado por su Programa de Inteligencia, la entidad expresó que los carteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación están experimentando con cosechas por fuera de Colombia, Perú y Bolivia, los países andinos que producen – hasta ahora – el 100% de la coca para el mercado mundial, y en los que esas organizaciones tienen importantes inversiones.

“Los carteles mexicanos, especialmente el de Jalisco, buscan cultivar coca y producir su propia cocaína de principio a fin, lo que, si tiene éxito, les daría ganancias mucho mayores que tener que comprar cocaína a los traficantes sudamericanos”, relata el informe publicado este mes.

Según la DEA, los mexicanos están haciendo estos experimentos en su propio suelo, con asesoría de campesinos y productores colombianos, para implantar semillas, recoger la coca y transformarla en clorhidrato de cocaína, “pero en muy pequeña escala y con mucha menor pureza”.

Un estudio forense de la agencia determinó que la variedad de la hoja de coca mexicana “produce significativamente menos cocaína potencial por cultivo que las variedades de hoja cultivadas en América del Sur”.

En Colombia, según los monitoreos anuales de la ONU, los productores han especializado tanto sus métodos, que en 2018 producían 6,5 kilos de cocaína por cada hectárea de coca, y ahora incrementaron ese rendimiento a 7,9 por hectárea, por tomar apenas un ejemplo reciente.

“Anteriormente se pensaba que era improbable debido a las diferencias en el suelo, el clima y la elevación, además de la falta de experiencia de los carteles mexicanos. Sin embargo, es evidente que se están logrando avances en el cultivo de coca y producción de cocaína en México”, advirtieron los estadounidenses.

Los primeros experimentos datan de 2014, de acuerdo con informes de la prensa mexicana. En ese entonces el Ejército encontró tres sembradíos, que sumaban menos de una hectárea. Pero en 2023 ya fueron 96 los hallados, equivalentes a 20 hectáreas, lo que refleja un intento por expandir la producción a niveles industriales, y fue allí cuando esta dinámica entró al radar de la DEA.

Esos sembradíos se encontraron en los estados de Guerrero, Michoacán y Chiapas.

Expansión a países vecinos

En mayo de 2022, mediante una investigación titulada “La revolución de la cocaína en Venezuela”, la fundación Insight Crime denunció que en el país vecino había cultivos de tamaño industrial en los estados de Zulia y Apure.

La fundación especializada en el estudio de las dinámicas del crimen organizado, concluyó que la siembra era impulsada por guerrilleros del ELN y de las disidencias de las Farc que cruzaron la frontera, con el auspicio de funcionarios corruptos del régimen de Nicolás Maduro.

El nuevo rol de Venezuela, de ser un país de mero tránsito y exportación de los alijos, a uno productor, al parecer está incrementando las ganancias y empoderando a grupos venezolanos con alcance transnacional, como “el Tren de Aragua”, el “Cartel de los Soles” y “los Mélean”.

Pese a la denuncia publicada hace dos años, la dinámica productora no ha sido frenada por las autoridades. De hecho, se desconoce en realidad cuántas hectáreas estarían preñadas de coca, por la peligrosidad de las zonas dominadas por los narcoguerrilleros, y porque no parece haber un interés del Gobierno en el monitoreo del problema.

El pasado 9 de febrero, el Ejército venezolano incautó 8,6 toneladas de cocaína en dos laboratorios artesanales localizados en la zona rural del municipio de Jesús María Semprún (Zulia), lo que indica que en ese territorio ya se cultiva, se produce y exporta, es decir, se concentra toda la cadena del narcotráfico.

Un escenario similar pretende instalar la delincuencia en Ecuador. En 2011 apenas se detectaron 25 hectáreas y 13 laboratorios; sin embargo, en 2020 la cifra se elevó a 700 hectáreas en las provincias de Sucumbíos, Esmeraldas y Canchi, fronterizas con los departamentos colombianos de Nariño y Putumayo.

La cifra actual se desconoce, mas el panorama no es alentador. El narcotráfico ha crecido tanto en Ecuador, que Guayaquil se convirtió en una de las centrales para el despacho global de cocaína hacia los cinco continentes, los grupos armados pasaron de meros extorsionistas a ser terroristas, narcos y agentes corruptores del Estado.

El Gobierno no tuvo más remedio que reconocer en enero de 2024 la existencia de un conflicto armado interno, decretar el estado de excepción por la inseguridad y declarar objetivo militar a 22 bandas locales.

Según el último Informe Mundial de Drogas de la ONU (2023), el mercado de la cocaína está en pleno apogeo, con récords históricos en la siembra, la producción y el consumo, con cerca de 22 millones de consumidores demandando más alcaloides.

Esto hace prever que los experimentos de los narcos por incrementar los cultivos por fuera de los países andinos seguirán practicándose, con graves consecuencias para la seguridad y la salud.

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