Las redes sociales y los espacios en la academia y los gremios económicos se están convirtiendo en las tribunas de debate, socialización y discución de la reforma al sistema de salud. Muestra de esto fue lo que ocurrió este viernes, cuando el presidente Gustavo Petro y la ministra de esa cartera, Carolina Corcho, se contradijeron, sin quererlo y en diferentes escenarios, en sus llamados a dar el debate del proyecto.
Mientras Corcho pedía en su intervención en la Universidad de Antioquia –en un evento al que llegó con tres horas de retraso por problemas con su vuelo– que sus contradictores no siguieran “con la mentira” y que hicieran un “pacto para decirle la verdad a la gente”, el mandatario publicaba en su Twitter, que maneja él, unas fotos de un hospital en mal estado en Caracas (Venezuela) señalando que eran en “los municipios excluídos de Antioquia”, en medio de un cruce de trinos con el exministro de Salud, Fernando Ruiz.
Las críticas le llovieron a Petro. Empezando por el mismo Ruiz, quien lo puso en evidencia al mostrar que se trataba del “hospital Vargas de Caracas, donde seguro la reforma del Ministerio de Salud nos quiere llevar. En Antioquia tenemos excelentes hospitales públicos, algunos con deficiencias, pero nunca nada así”.
Corcho no respondió preguntas
Según la agenda del Ministerio de Salud, la “cumbre social por la reforma a la salud: situación de la salud en Medellín y Antioquia” empezaría a las 9:30 de la mañana. Media hora antes, el auditorio Camilo Torres de la Universidad de Antioquia estaba con el cupo al límite e incluso, en la Plazoleta Barrientos, había largas filas de sillas y una pantalla gigante para que quienes no alzanzaran a ingregar pudieran seguir el evento en vivo.
Sin embargo, la demora en el arribo de Corcho y el paso de los minutos y las horas, fue convirtiendo un espacio con asistencia masiva de estudiantes, ciudadanos, sindicatos de salud, congresistas y autoridades locales a uno con baja concurrencia en el que solo quedaron los ‘hinchas’ de la funcionaria y del Gobierno que aplaudían cada ataque que se hizo a las entidades promotoras de salud (EPS) y a la Ley 100.
Tanto así, que la cantidad de sillas que estaban en la plazoleta terminaron vacías y apiladas y las pantallas, con una imagen fija de la entidad.
La presencia de la ministra terminó en menos de una hora y con una sola intervención en defensa de la reforma y pidiendo verdad en el debate. Al término de la cumbre –en la que se oyeron testimonios de personas afectadas por las fallas de algunas EPS–, EL COLOMBIANO le hizo varias preguntas sobre el trámite de la reforma, así como por el escándalo por los presuntos títulos falsos de Pedro Santana –cercano a ella–; pero no accedió a responder alguna.
El que sí accedió a hablar con este diario fue el superintendente de Salud, Ulahy Beltrán, quien en su intervención inicial habló de personas que hablan de la reforma del Gobierno desde “subjetividades emocionales”. Preguntado por a quiénes se refería, el funcionario respondió que “a las personas que siguen insistiendo en críticas on fundamentadas en el texto sino en lo que piensan y creen”.
Así mismo, dijo que “cada ministro se ocupa, desde su cartera, de darle lo que mejor merece el país. Estamos en 2023, la ministra es Carolina Corcho y en los consejos de ministros se debaten temas en un ambiente de diálogo”, en referencia al papel del ministro de Educación, Alejandro Gaviria, y a la posición de distancia que privada y públicamente ha tenido sobre este proyecto.
Finalmente, el coordinador ponente de la reforma en la Cámara de Representantes, Alfredo Mondragón (Pacto Histórico), nos expresó su confianza en que el texto sea aprobado, por lo cual dijo que “siempre han especulado con que se romperán las mayorías en el Congreso, pero no ha pasado y lo que veo es un ambiente de un Congreso que no puede legislar a espaldas de la población y, por fin, darles garantías de que tengan el derecho a la salud”.
Sin ir más lejos, todos los espacios para discutir la reforma a la salud son necesarios y deben continuar en los meses de debate que quedan por delante. En adelante, la ministra tendrá que abrir el diálogo más a la prensa y a sus contradictores y el presidente, unirse a ese pacto por la verdad que propuso Corcho.