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“Me di cuenta del poder criminal detrás de la muerte de mi papá”: Helena Urán

  • Helena Urán es la hija de Carlos Horacio Urán, un magistrado auxiliar de la sección Tercera del Consejo de Estado, que pereció en la toma. FOTO COLPRENSA
    Helena Urán es la hija de Carlos Horacio Urán, un magistrado auxiliar de la sección Tercera del Consejo de Estado, que pereció en la toma. FOTO COLPRENSA
29 de noviembre de 2020
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La toma sangrienta del Palacio de Justicia ha sido contada en innumerable cantidad de libros. Periodistas, dramaturgos e incluso oficiales que participaron en la operación han relatado lo ocurrido en esas 27 horas de terror. Pero no es frecuente que sean las propias víctimas las que cuenten su perspectiva de la historia.

Helena Urán es la hija de Carlos Horacio Urán, un magistrado auxiliar de la sección Tercera del Consejo de Estado, que pereció en la toma.

Su muerte ocurrió en condiciones misteriosas: aunque su familia recibió la versión de que había muerto por una bala perdida disparada por los guerrilleros del M-19, años después su billetera fue encontrada en una unidad militar y videos registrados ese día lo mostraron saliendo con vida del Palacio.

¿Cómo murió y por qué su cuerpo fue encontrado sin vida en el Palacio?, es una de las muchas preguntas que aún se hace su familia.

“Helena, que tenía apenas 10 años en el momento de la muerte de su padre, cuenta en su libro ‘Mi vida y el Palacio’ lo que ha significado crecer como víctima de una de las mayores tragedias en la historia de Colombia”.

¿Cómo fue enfrentarse a esta historia que la toca de manera tan directa?

“Para mí han sido diferentes etapas. La primera fue contar lo que sentía como lo recordaba, sin pensar en si se iba a publicar o no. Así empecé la primera versión, que además es la que tiene la Comisión de la Verdad. Dije, simplemente, quiero escribir esto para mi hijo y si sirve de algo para la Comisión de la Verdad pues se lo entrego.

A mí me habían dado las fotos del levantamiento del cadáver de mi papá, la necropsia y tenía videos justo después de la retoma, las primeras cámaras que entran en el Palacio de Justicia. Tenía todo eso en un folder en el computador, y no lo quería mirar, porque lo que quería contar era cómo viví todo esto. Pero un día, me iba a sentar a escribir y, fue algo como automático, miré las fotos. Eran muy impactantes, pero en ese momento no me pareció tan terrible. Al día siguiente me empezó un dolor de espalda que me tuvieron que operar, de una hernia discal, fue la forma como somaticé todo eso.

Después, la siguiente etapa es cuando empiezo toda la investigación y empiezo a leer textos de mi papá, lo que él había escrito y ahí me empiezo a dar cuenta de que mi papá era una persona que tenía una postura bastante crítica frente a muchos actos de las Fuerzas Armadas. Y aparte de conocer mucho más a mi papá, me di cuenta del poder criminal tan horroroso que hubo detrás de su muerte. Hasta dónde llegamos como seres humanos para cometer ese tipo de cosas”.

En el libro habla de cómo fue haber crecido fuera del país, luego de irse con su familia, prácticamente exiliadas, ¿cómo fue esa experiencia?

“Yo creo que en general la gente que sale del país por culpa de la violencia tiene dos caras. Así fue para mí esa época, era estar en lugares en donde uno no tiene que tener miedo en la calle y eso me dio mucha tranquilidad, pero al mismo tiempo cargaba no saber qué había pasado con mi papá y ese silencio porque mi mamá se dedicó a trabajar y con el trauma encima y trabajando 80 horas al día nunca hubo el espacio para que nosotros habláramos al respecto.

Éramos cada una de las niñas solas con esa historia, sin entender qué había pasado, una mamá también totalmente angustiada y ausente, a ver cómo nos sacaba adelante. Era terrible porque no había posibilidad de procesar todo eso que nos había pasado, por eso es tan importante cuando el Estado en estos casos le da a uno el espacio para el duelo. Yo lo veo aquí en Alemania. Pasa algo y sale la Merkel, salen los ministros en televisión, van al lugar en donde pasó eso, se acercan a las víctimas y en algunos casos hay un luto nacional”.

¿El libro fue de pronto una oportunidad para plantear conversaciones pendientes con su familia o fue algo más personal?*

“Sí, claro que hubo conversaciones. El libro nos llevó a tener diferentes conversaciones, primero con mi mama, y luego también con mis hermanas, vía teléfono porque cada una está en un lugar distinto. Las reacciones que ha provocado el libro nos han permitido hacer muchas preguntas que antes no se hicieron. Claro, surgen un montón de temas grandes y chiquitos en torno a la figura de mi papá y en torno a estos 35 años”.

¿Después de todo el proceso, siente que tienes una explicación de qué pasó con su papá o son muchas las dudas?

“Las pruebas forenses dejan claro y sin lugar a dudas que fue torturado y ejecutado con un tiro de gracia. Muchas vueltas a eso no se le puede dar y tampoco se puede decir que fue la guerrilla, porque la guerrilla no tenía ese tipo de armas, balas de calibre 9 mm, solamente las tenían los de Ejército. Lo que sí no sé es quién fue el que lo hizo, quién lo estaba acompañando, quién más supo, cómo se organiza un crimen de estos, qué tantos otros entes están implicados y cuánto callan, es decir todo lo que pasa alrededor”.

Hay una pregunta que se planteaba recientemente Daniel Coronell sobre su libro: ¿a su papá lo mataron porque no sabían quién era o lo mataron porque sabían precisamente quién era? ¿Usted ha podido resolverla?

“Claro que sabían quién era. Lo que pasa es que Daniel cuando consiguió los videos en aquel momento y basándose en las comunicaciones de los militares, cree que como mi papá salió sin camisa porque se la ofreció a Arciniegas (el magistrado que los rehenes enviaron como emisario a hablar con el Ejército), lo confundieron con un guerrillero y lo asesinaron por eso.

Lo que pasa es que Daniel no sabe la historia de mi papá anterior, qué escribía, tampoco tuvo en cuenta que mi papá venía de la sección tercera y que hacía pocos meses la sección tercera había condenado por primera vez en la historia a las Fuerzas Armadas por tortura. Cuando uno sabe esas cosas y sabe que de mi papá ya habían estado pidiendo información, está claro que ellos sabían quién era”.

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