Laura Sarabia –directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre) y una de las personas más poderosas en el Gobierno de Gustavo Petro– pasó la noche en una clínica de Bogotá.
El reporte por la situación de salud de la funcionaria ocurrió en medio de cuestionamientos que involucran a su hermano, Andrés Sarabia, especialmente por su relacionamiento con acaudalados empresarios, sin que hasta ahora existan pruebas de gestiones en contratación estatal.
El primero en encender los reflectores por la situación de Sarabia fue el propio presidente Gustavo Petro.
El mandatario fue hasta Soacha (Cundinamarca) para lanzar los Puntos de Abastecimiento Solidario, un programa que pretende combatir el hambre en 150 municipios del país. Allí –y antes de que notaran la ausencia de su escudera– afirmó que Sarabia estaba hospitalizada.
“Hoy no pudo acompañarnos Laura Sarabia porque tuvo que ser hospitalizada desde el día de ayer. Estuvo incluso en cuidados intensivos”, dijo Petro.
La familia Sarabia es por estos días el centro de discusión mediática. Una columna de María Jimena Duzán señaló que Andrés Sarabia habría pasado de ser un empleado de una Unidad de Trabajo Legislativo en el Congreso a liderar una aparente red de empresarios privados, algunos de los cuáles podrían tener intereses en contratación estatal.
La presión sobre la familia de la funcionaria, al parecer, habrían causado la descompensación en la directora del Dapre. Al menos así lo insinuó el presidente.
“Ha sufrido una violenta arremetida vía cadenas de redes que la prensa ha oficializado volviéndolas noticias sin investigar”, dijo el presidente durante el evento en Soacha.
Horas después, la Clínica del Country –el centro médico al que acudió Sarabia– publicó un comunicado en el que aseguró que la mujer de 30 años se encontraba allí bajo observación médica.
“La señora Sarabia está bajo la observación de nuestro equipo médico y asistencial. Se encuentra estable y su condición de salud no compromete su vida. El cuerpo médico ha estado trabajando diligentemente para garantizar el bienestar de la paciente y proporcionar atención médica de alta calidad”, señaló la Clínica en un comunicado.
El centro médico aseguró que se respetará el derecho a la privacidad de la historia clínica de la paciente y que solo entregarán novedades en la evolución de su estado de salud, únicamente, con autorización de la familia.
Mientras la clínica entregaba el parte médico, el presidente volvía a defender a Sarabia y a su familia.
“Atacaron a su hermano, su hermano vive en un apartamento de 70 metros cuadrados como muchos y muchas en Bogotá y en las grandes ciudades. Ha sido acusado de prácticamente enriquecerse, entre comillas, ¿cómo puede enriquecerse una persona que vive en 70 metros cuadrados, supuestamente por las cercanías de su familiar a los círculos del más alto gobierno del país’”, cuestionó el mandatario.
La noche anterior a su ingreso a urgencia, Sarabia publicó una carta en la que también defendió a su hermano del escándalo que lo sacude. Afirmó que se trata de un ataque en su contra y que ese no será el último, por lo menos mientras ella ocupe cargos en la Casa de Nariño.
“A mi hermano hoy no le pueden imputar ningún delito, abuso o enriquecimiento, pues solo hay pruebas de que trabaja en el sector privado, sin nexos ni gestiones ante el gobierno. Su ´delito´, al parecer, es ser mi hermano”, señaló Sarabia.
Andrés Sarabia también ha asegurado que es víctima de una cortina de humo y acudió hasta la Fiscalía para instaurar una denuncia porque, dice, los medios de comunicación están afectando su imagen.
La última semana parece ser la más difícil en la vida pública de Laura Sarabia.
Escándalos como el de Marelbyz Meza –la exniñera de su hijo que fue interceptada ilegalmente e interrogada con un polígrafo para tratar de descubrir un robo doméstico– o la conversación filtrada con Armando Benedetti, donde se habla de una aparente financiación irregular de la campaña presidencial, no la habían afectado tanto.
El escándalo del hermano de la funcionaria también ocurre en medio de las aparentes divisiones del gabinete de Gustavo Petro.
Fuentes de la Presidencia han asegurado que la desconfianza es real. En un lado estaría la primera dama, Verónica Alcocer junto a Laura Sarabia y en el otro extremo estaría Augusto Rodríguez, director de la Unidad Nacional de Protección (UNP).
De hecho, la primera dama publicó un comunicado en el que aseguró que funcionarios del propio Gobierno quieren hacerle una campaña de desprestigio para vincularla con el escándalo de corrupción en la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo (UNGRD).
Frente al caso del hermano de Sarabia, del que todavía no se conocen mayores pruebas, la funcionaria insistió en que es una “infamia”.
Finalmente, este diario publicó que Andrés Sarabia dijo a EL COLOMBIANO a principios de marzo que trabajaba en asesorías privadas para la empresa Desmarginalizar de Hernando Salazar, pero este último lo negó. Las relaciones que le acusan son con David Cure y Carlos Niño, ambos empresarios en el sector privado.
