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La silenciosa puja en la Casa de Nariño por el puesto de Sarabia

Un abogado externadista que ha mostrado interés por ser Fiscal y dos viejos aliados de Petro en el M-19 están buscando espacios de poder junto al Jefe de Estado. La caída de Sarabia los dejó sin articulación.

  • De izquierda a derecha: Vladimir Fernández, secretario jurídico Presidencia; Carlos Ramón González, director del Dapre; Augusto Rodríguez, director de la UNP; y Laura Sarabia, exjefa de despacho presidencial. FOTO: CORTESÍA
    De izquierda a derecha: Vladimir Fernández, secretario jurídico Presidencia; Carlos Ramón González, director del Dapre; Augusto Rodríguez, director de la UNP; y Laura Sarabia, exjefa de despacho presidencial. FOTO: CORTESÍA
10 de junio de 2023
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La caída de Laura Sarabia como daño directo de las filtraciones de la intimidad de la campaña presidencial con los audios de Armando Benedetti desembocó en un guerra interna en la Casa de Nariño que el propio presidente Gustavo Petro atiende con pinzas para evitar que se le crezca.

Y si bien no es al nivel de la que protagonizaron su exjefa de gabinete y el exembajador en Venezuela, sí toca la fibras del círculo más cercano al Jefe de Estado al punto que él mismo reevaluó la pertinencia de concentrar tanto poder en una sola oficina como la que manejó Sarabia y está pendiente de qué movimientos se derivan de todo lo que ha venido contando Benedetti, incluyendo los audios sobre los $15.000 millones fantasma que habrían entrado a su campaña.

Cuando se pregunta de forma oficial todos niegan que esto esté pasando en Palacio –e incluso destacan que los esfuerzos se concentran en destacar la aparición con vida de los 4 niños indígenas en las selvas del Guaviare–, pero por fuera de esos despachos no son pocas las personas que coinciden en dar los mismos detalles.

Esta puja en Palacio, para ser la persona que le habla al Presidente, tiene tres protagonistas, y todos de alguna manera trabajan en llave, pero se miran también con recelo por el poder que puede tener quien quede como mano derecha de Petro. Incluso, se les ha visto con más frecuencia por esa Casa de Nariño que ya no tiene tanto movimiento como en administraciones pasadas y que no pocos sectores ya califican de ser un lugar además de frío, solo. Petro, muchas veces, prefiere coordinar todo desde su casa privada, acompañado de la Primera Dama, Verónica Alcocer, quien también tiene un protagonismo fuerte en todo este reacomodo.

Por un lado está Vladimir Fernández, secretario jurídico de Presidencia, un abogado externadista que está en el Gobierno desde el 7 de agosto y que, tras la caída de Sarabia, se ha pegado al Presidente para recordarle su agenda, moverle citas y hasta darle algunos consejos sobre con quién puede o debe hablar. Y si bien no abandona sus funciones como el jurista principal de la Casa de Nariño, sí ha buscado mayor brillo junto al mandatario.

Algunas versiones extraoficiales, incluso, hablan de que se ha movido con la intención de que su oficina pase de las dependencias del segundo y tercer piso de Palacio a la que está junto al despacho presidencial, o sea a la que ocupaba Sarabia. Fernández, en todo caso, se mantiene a disposición del papel que le indiquen que debe desempeñar, porque, de acuerdo con fuentes de la misma Casa de Nariño, no abandona su idea de estar en la terna de Petro para Fiscal General, la cual se tiene previsto presentar en diciembre.

Eso le ha permitido, junto con su experiencia, ser una especie de puente entre el Jefe de Estado y la Rama Judicial, esa misma a la que cada tanto el mandatario maltrata con duros dardos que lanza sobre las cortes, la misma Fiscalía y la Procuraduría. Incluso, le ha tocado torear a los magistrados cuando Petro los deja plantados y apoyar con fuerza la labor del Ministerio de Justicia que lidera Néstor Osuna.

Otra persona que a lo largo de los últimos 5 días ha estado pendiente de mucha minucia en la Casa de Nariño, acercándose más a Petro e intentando tirarle línea por la aplicación Line (en Palacio no se hablan por WhatsApp), es Carlos Ramón González, quien hace apenas un mes aterrizó en el Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), la oficina que maneja la burocracia palaciega.

González es amigo personal de Petro desde hace décadas y militaron juntos en la extinta guerrilla del M-19. Además, es de las pocas personas que quedan en el círculo íntimo del Presidente que sabe de milimetría política, de diálogo con partidos y de cómo convencer a congresistas a través de favores contractuales de apoyar las iniciativas del Gobierno. Incluso, eso lo ha acercado con el Capitolio y con el Ministerio del Interior que lidera Luis Fernando Velasco, con quien –dicen algunos– hace buena llave.

Si bien ya no es oficialmente parte de Alianza Verde, partido que fundó desde que el M-19 mutó a la vida política, y mantiene un contacto constante con lideresas de esa colectividad como la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, y las congresistas Angélica Lozano y Katerine Miranda, su influencia sobre ese partido aún se mantiene. Algunas voces afirman que es gracias a ese liderazgo que, pese a las críticas que han lanzado algunos de sus miembros, los verdes se mantienen en la coalición oficialista.

Y un tercer protagonista, que también viene de las filas del M-19, es el actual director de la Unidad Nacional de Protección (UNP), Augusto Rodríguez, quien en la última semana ha estado más cerca de Petro y ha aprovechado que este le tiene mucha confianza para hablarle sobre escenarios futuros para el Gobierno.

Algunos dicen que la radicalización del discurso de Petro tiene que ver con los diálogos que sostiene con Rodríguez, y que, incluso, la frase de “ministro o ministra que no haga caso, se va” salió de los consejos que le da su director de la UNP. Eso se traduce en que quiere más petrismo en su gabinete y que no se descartan nuevos cambios ministeriales, en especial porque ciertos líderes de carteras claves no estuvieron en las marchas de este miércoles.

Ahora bien, ninguno de los tres ha tomado protagonismo público y han preferido mantener un perfil bajo, haciendo uso cada uno a su modo de la influencia que pueden tener sobre Petro. Eso sí, en especial los dos primeros, le ayudaron al ministro Velasco a asegurar que en el consejo de ministros del pasado lunes todos lo aplaudieran a su llegada. Ese día la única que no se levantó para aplaudir fue la vicepresidenta Francia Márquez, de quien se dice aún anda molesta con el Jefe de Estado por la engavetada en que tuvo su Ministerio de la Igualdad.

Al Presidente, no obstante, le propusieron que trajera a Alfonso Prada (ahora embajador en Francia) a la jefatura de Gabinete, algo que ya hizo durante la administración de Juan Manuel Santos desde un cargo similar, o que le propusiera a Susana Muhamad que dejara el Ministerio de Ambiente para instalarse en la oficina contigua al despacho presidencial, papel que también conoce desde que acompañó a Petro en la Alcaldía de Bogotá. Pero él mismo dijo que no quiere darle tanto perfil a ese cargo para poder ampliar el diálogo con el gabinete y dejar de concentrar funciones en una sola dependencia.

Otro nombre que sonó, pero que parece no cuajar mucho, es el de Daniel Rojas, actual director de la Sociedad de Activos Especiales (SAE). Él coordinó toda la construcción del plan de Gobierno de Petro en la campaña, y es una figura joven como lo era Sarabia, pero no tiene ingreso fácil entre la clase política que ahora mismo necesita el Presidente para intentar salvar su polémicas reformas.

Lo cierto es que, mientras esta puja desemboca en un reacomodo, Petro radicaliza mucho más sus posturas, atacando con fuerza la institucionalidad y a quienes se le oponen, pero si no controla esta guerra silenciosa que se libra en los pisos aledaños a su despacho, se le puede acrecentar una crisis mayor que deje definitivamente a su administración en la defensiva durante los tres años que le restan. Y se le vienen más polémicas.

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