La paz no ha florecido todavía en Ituango. No lo hizo cuando varios de sus pobladores reclamaron acceso a tierras en los 80 ni cuando se desmovilizaron los paramilitares en 2005 ni cuando un Acuerdo de Paz en 2016 acabó con la guerrilla de las Farc, enquistada en sus montañas.
La asediada tierra ituanguina, estratégica para consolidar el corredor que conduce de Venezuela al mar Caribe, atravesando a Colombia de oriente a occidente, se volvió de nadie con la salida de las Farc, lo que aumentó el apetito de otros grupos ilegales.
“Las disidencias, el Eln y el Clan del Golfo tratan de consolidar ese corredor, conocido como la ruta del libertador, por eso su interés en Ituango”, explicó Jeremmy McDermott, codirector del centro de Investigaciones de crimen organizado, Insight Crime.
Además de la movilidad, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, UNODC, ese municipio se consolidó como la bolsa de coca de Antioquia, junto a Tarazá y Anorí.
De acuerdo a sus reportes, en el Nudo de Paramillo había 1.786 hectáreas de coca sembradas a 31 de diciembre de 2018; aunque su monitoreo no establece cuántas hay en Ituango, en el mapa de densidad, el municipio aparece en naranja, es decir, con entre 8,1 y 10 hectáreas por kilómetro cuadrado.
El general Juan Carlos Ramírez, comandante de la Séptima División del Ejército, apuntó que “el interés criminal en esa zona se da para captar esas rentas ilícitas de toda la cadena del narcotráfico, la extracción ilícita de yacimientos y la extorsión”.
Así que todo estaba servido para que la disputa del territorio fuera muy violenta, y con un grupo de disidentes de ese frente 18 que siguió muy activo tras la dejación de armas, la violencia se enquistó de nuevo. Volvió la extorsión, el desplazamiento forzado, las amenazas a los campesinos.
Según el general Ramírez, las disidencias de las Farc tienen entre 60 y 70 hombres en armas (Ver paréntesis).
Para enfrentar la amenaza, el Ejército tiene un batallón en Ituango, con soldados dedicados, según detalló el comandante de la Séptima División, a “la erradicación de cultivos ilícitos, a atacar la extracción de yacimientos, a la seguridad de activos estratégicos, al desminado, a la seguridad de centros poblados y a operaciones ofensivas. Además, tenemos dos unidades que están en la seguridad del antiguo ETCR, donde viven 83 exmiembros de Farc con sus familias”.
Sin embargo, para McDermott, la presencia de la Fuerza Pública ni siquiera en las épocas de más militarización (cuando existía la fuerza de Tarea Nudo de Paramillo) era suficiente, porque las Farc tenían mucho arraigo.