No hay honor entre bandidos, y por eso los balazos que recibió Allende Perilla Sandoval, el narcotraficante más poderoso de la Segunda Marquetalia, venían marcados con la firma de sus socios extranjeros.
Una deuda no pagada a los carteles mexicanos y ecuatorianos, por las ganancias conjuntas de un cargamento de 4 toneladas de cocaína, provocaron una monumental traición que, paradójicamente, significaría el logro más grande del gobierno de Gustavo Petro contra los llamados objetivos de alto valor estratégico.
De acuerdo con fuentes militares, la operación comenzó a gestarse a mediados del pasado diciembre, cuando a los agentes de Inteligencia les llegó una fuente humana, un delator que entregó la ubicación de alias “Allende” o “Andrés”, el comandante del bloque Occidental Alfonso Cano, encargado de coordinar en la costa Pacífica los negocios de la organización disidente Segunda Marquetalia.
Según el soplón de la mafia, el delincuente pasaría el fin de año en un pequeño caserío conocido como Yayaral Guañambí, en zona rural del municipio de Roberto Payán, en Nariño. Para verificar esa información, el Comando Conjunto de Operaciones Especiales de las FF.MM. (Ccoes) infiltró una patrulla de reconocimiento en el área.
Los militares se camuflaron entre los lugareños y llegaron al caserío. Allí identificaron al objetivo y a un grupo de disidentes de las Farc que conformaban su escolta.
Vestían de civil, pero portaban fusiles mientras hacían sus tareas cotidianas, deambulando entre las casitas de tabla. Los infiltrados tomaron fotos y las enviaron al Ccoes. Nunca antes habían estado tan cerca de uno de los capos disidentes que más despachan cocaína desde el Pacífico.
Prontuario criminal
Allende Perilla es un insurgente de 32 años, igual de joven que los demás comandantes de la nueva generación de guerrilleros en Colombia.
De acuerdo con un documento de Inteligencia conocido por EL COLOMBIANO, es oriundo de San José del Guaviare e ingresó a las Farc a los 14 años. Su primer trabajo fue de combatiente raso en la columna móvil Daniel Aldana, cuya base de operaciones era el municipio de Tumaco, en la frontera con Ecuador.
Esta subestructura, comandada en ese entonces por Luis Carvajal Pérez (“Rambo”), era de una de las que más ingresos generaba para la guerrilla. Ejercía un monopolio sobre los cultivos de coca y laboratorios de producción de Tumaco y la provincia ecuatoriana de Esmeraldas, despachando cargamentos por las rutas aéreas y marítimas del Pacífico, con destino a Centroamérica, México, EE.UU. y Asia.
En esa columna móvil fue que “Allende” aprendió cómo funcionaba el negocio transnacional de la droga y, a medida que fue ascendiendo, fortaleció sus contactos con los clientes internacionales.
Cuando las Farc se desmovilizaron en 2016, este hombre se unió a “Iván Márquez” y las huestes que renegaron del proceso de paz de La Habana, y siguió delinquiendo para la Segunda Marquetalia.
Le encomendaron regresar a Tumaco y reconstruir las alianzas de narcotráfico, para conseguir la plata que financiara el montaje de las nuevas Farc. En 2021 lo designaron comandante del frente Oliver Sinisterra y más tarde del bloque Occidente, articulando los frentes desplegados en Nariño, Cauca y Valle.
Estableció sociedades con narcos de Colombia, México, Ecuador, Italia, Brasil, España y Centroamérica, y se comprometió a garantizarles un flujo constante de droga para llenar las lanchas, avionetas y semisumergibles.
No la tuvo fácil, pues le tocó enfrentarse al Eln y a la disidencia del Estado Mayor Central (Emc), que también compiten por dominar el narcotráfico en la región.
Inteligencia Militar señaló que Perilla y sus redes de apoyo diseñaron una zona de control en Roberto Payán, que comprende las veredas Filo Ruso, Limones, Pumaldé, Pirí y Mercedes de Chimbuza, con puestos de vigilancia en el río Patía y corredores de movilidad selváticos y fluviales.
Las autoridades le atribuyen múltiples enfrentamientos con el Emc, que provocaron desplazamientos forzados en los municipios nariñenses de Roberto Payán, Olaya Herrera y Mosquera (2021-22).
También una emboscada que dejó 14 policías antinarcóticos heridos en Tumaco (agosto 20/21).
En el gobierno de Iván Duque, la recompensa en su contra era de $1.000 millones, pues estaba incluido en la lista de “los símbolos del mal”. Al llegar Petro al poder y comenzar los acercamientos de paz con la Segunda Marquetalia, la persecución cesó.
Sin embargo, algo tuvo que haber cambiado en la relación entre el Gobierno y la Segunda Marquetalia, porque cuando el delator entregó la ubicación de “Allende”, el Ministerio de Defensa autorizó el ataque.
Asonada
En la noche del 30 de diciembre se realizó un desembarco helicoportado de comandos en cercanías al caserío de Yayaral Guañambí. Al amanecer incursionaron y se desató un feroz enfrentamiento con el anillo de seguridad.
Según la información preliminar de los soldados, “Allende” y un escolta murieron abaleados. No obstante, antes de que pudieran evacuar los cadáveres, se formó una asonada de decenas de lugareños.
La gente los acusaba de haber matado a unos campesinos, pero entre esos supuestos ciudadanos estaban los mismos disidentes que los militares ya habían fotografiado, solo que sin armas y simulando ser de la población civil.
Los comandos quedaron rodeados y, frente a sus ojos, les robaron los dos cuerpos.
Aún así, el ministro de Defensa, Iván Velásquez, proclamó la victoria el 1 de enero en su cuenta de X: “Ayer fue abatido Allende Perilla Sandoval, principal cabecilla de la Coordinadora Guerrillera del Pacífico (2a Marquetalia)”.
Las FF.MM. han sido más cautas y están tratando de recuperar los cadáveres, por lo que aún no han proclamado oficialmente la baja. Después de todo, no quieren que ocurra lo de otros jefes disidentes, como “Iván Mordisco” e “Iván Márquez”, a quienes han dado por muertos varias veces sin siquiera tener la evidencia.
De confirmarse esta muerte, sería un fuerte golpe para las finanzas de la Segunda Marquetalia, que por el momento no se ha pronunciado.
Tampoco se sabe qué pasará con los acercamientos de paz, que luego de casi dos años de cocinarse, no han podido concretar ni una mesa de conversaciones ni una agenda temática.