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Hasta los ministros dudan de la Asamblea Constituyente, ¿ahora empieza el “Proceso”?

Los acontecimientos de los últimos días dejan en evidencia que el presidente Gustavo Petro se ha bajado de la idea de convocar una Asamblea Nacional Constituyente. Incluso, sus ministros cercanos enviaron mensajes a favor del Congreso. En ese contexto el nuevo rector de la Nacional habló de “proceso constituyente”.

  • El mandatario habló por primera vez de la constituyente en marzo pasado. FOTO Presidencia
    El mandatario habló por primera vez de la constituyente en marzo pasado. FOTO Presidencia
08 de junio de 2024
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El reciente tira y afloje por la elección de rector en la Universidad Nacional de Colombia –el centro de educación superior más importante del país– revela cómo será el proceso constituyente del que tanto habla el presidente de la república Gustavo Petro. Algunos expertos creen que lo visto en la Nacional es un anticipo de lo que ocurrirá en otros sectores del país.

El gobierno nacional ya tiene el libreto muy claro. Este consiste en apelar a las bases – estudiantes, docentes, en el caso de la Nacional– para saltarse las decisiones que no se ajustan a su agenda política. Y al final del camino hace lo que quiere, como poner al frente de la Nacional a Leopoldo Múnera, uno de sus alfiles que no duda en afirmar que “el proceso constituyente no para”, que “hay que organizarlo, impulsarlo y darle el apoyo institucional”.

Si se piensa con cuidado esta fórmula es aplicable en todos los gremios y sectores. Al ir directamente a las bases el presidente se salta a los funcionarios que no le caminan a sus ideas o que han sido reacios a llevar a cabo propuestas.

Desde que en marzo pasado el presidente Gustavo Petro habló por primera vez de una Asamblea Nacional Constituyente, la idea no ha dejado de dar vueltas, y aunque parece muerta, ha mutado y hoy no deja de ser incierta, pues revela una incomodidad que el mandatario tiene con las instituciones que le ponen freno a las ansias de poder desmedido.

De ese revolcón rotundo a la Carta Magna (para el que incluso propuso un temario de ocho puntos), el mandatario pasó a hablar del “proceso constituyente” y se refirió a “asambleas populares regionales” y “coordinadoras municipales”. Luego ventiló la idea de un referendo con siete grandes temas. Después, sus seguidores y más enconados escuderos propusieron una constituyente por decreto o apelando al Acuerdo de Paz con las extintas Farc.

Lo cierto es que ahora –pasados tres meses de mensajes erráticos y en medio de ruidos reeleccionistas–, el primer presidente de izquierda en Colombia se refiere a sus planes bajo la consigna del “poder constituyente”, una figura que no deja de ser etérea y que no aterriza ni desentraña sus verdaderas pretensiones.

“La Constitución de Colombia establece las formas de cambiar (la Constitución). Puede ser por el Congreso, en acto legislativo, dice la Constitución. Puede ser a través de referendo constitucional. Puede ser a través de una asamblea constituyente y allí está escrito en sus artículos. Yo no he hablado de los medios, las formas. Yo he hablado del contenido, qué significa que el pueblo se declare en poder constituyente. Es lo que he dicho: poder constituyente. Es una actitud de la población, la actitud que genera la democracia. Lo que el presidente de Colombia está pidiéndole al pueblo es que se apersone de la democracia”, dijo recientemente Petro en una entrevista con la Revista Cambio.

Ese variopinto constitucional en el que el primer mandatario puso al país, lo ha llevado incluso a contradecirse y negar –contra la evidencia–, que esté pensando en convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. De hecho, los mensajes cada vez más confusos han terminando dándole gasolina a sus opositores y anticipando la campaña presidencial, mientras que sus funcionarios –tratando de interpretar a su jefe–, han tenido que salir a aclarar o precisar ciertos puntos para hacerle frente al manojo de interpretaciones después de cada tuit o discurso en plaza pública.

La histeria es tal, que esta semana el canciller Luis Gilberto Murillo –de visita diplomática en Nueva York previo al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas–, tuvo que salir a aclarar con vehemencia que el Jefe de Estado no va a solicitarle al organismo avalar una constituyente colombiana con base en el Acuerdo de Paz.

Lo anterior, tras la alerta emitida por el expresidente Juan Manuel Santos, que le advirtió a Naciones Unidas que “funcionarios y exfuncionarios colombianos les han atribuido a algunos párrafos del Acuerdo un significado que es contrario a su objeto, alcance y finalidad”.

El ruido constituyente –que ya alcanza instancias internacionales–, habría generado malestar en el propio Consejo de Seguridad, según informó La Silla Vacía, y de allí las precisiones del canciller: “No se va a solicitar al Consejo de Seguridad, ni tampoco se ha solicitado, que se avale una constituyente colombiana. Queremos concentrar la atención en el verdadero propósito de esta discusión: superar los obstáculos que impiden la adecuada implementación del Acuerdo de Paz de 2016”.

Lo propio hicieron otros miembros del gabinete. Por un lado, el ministro de Justicia, Néstor Osuna, no negó tajantemente que el país pueda llegar a un escenario de Asamblea Constituyente; no obstante, insistió en que para hacerlo habría que recurrir “a los mecanismos que están establecidos en la Constitución para convocarla, que es una ley que se presenta al Congreso y que después de aprobada tiene control en la Corte Constitucional y luego exige una votación muy alta”, dijo a la emisora W Radio.

Por otro lado, el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, derrumbó la tesis de que la constituyente tiene validez en la medida en que hay un supuesto bloqueo contra las reformas del Gobierno en el Congreso –como ha argumentado una y otra vez Petro– y reconoció que en el Parlamento sí están saliendo adelante los proyectos. Lo anterior quedó demostrado con creces con la aprobación de la reforma a la educación en tercer debate o el beneplácito definitivo a la ley estatutaria de la jurisdicción agraria. Justamente, esta última da desarrollo al Acuerdo de Paz.

“El Congreso es un espacio donde se están debatiendo cosas, se están haciendo acuerdos, están saliendo cosas (por las leyes aprobadas), ¿para qué vamos a buscar un espacio institucional distinto? Obviamente, eso es lo que está demostrado en los hechos”, manifestó Velasco a Blu Radio, desde donde tomó distancia de la constituyente y nuevamente insistió en avanzar en un acuerdo nacional que permita desarrollar las reformas y permitir bajarle a la polarización.

Idea cada vez más debilitada

La ausencia de claridades y mensajes precisos sobre el alcance de la constituyente han terminado por desinflar el proceso. En marzo pasado, cuando Petro puso la alternativa sobre la mesa, un sondeo del Opinómetro de Datexco reveló que el 37 % de los encuestados estaba a favor de convocar una Asamblea Nacional Constituyente y un 35 % en contra. Sin embargo, un 24 % respondió que no sabía.

Lo cierto es que pasado más de un mes, en abril, el porcentaje de quienes respaldaban la intentona constituyente bajó cinco puntos porcentuales hasta el 33 %, lo que se traduce en que apenas uno de cada tres colombianos estaba a favor. En contraste, el porcentaje de quienes se oponían al mecanismo se disparó al pasar del 35 % al 57 %.

La mutación de la constituyente y los mensajes cada vez más confusos del Jefe de Estado podrían estar contribuyendo a que la propuesta se siga desvaneciendo. De acuerdo con el profesor Jorge Iván Cuervo, investigador en políticas públicas, gobierno e instituciones de la Universidad Externado, Petro no solo lanza ideas diversas de la constituyente para ver la reacción tanto de sus críticos como de sus adeptos, sino que también mantiene el discurso para tener alineadas sus bases en contra del establecimiento.

“El cambio de Asamblea, luego a ‘proceso constituyente’ y ahora ‘poder constituyente’ evidencia que el presidente ha ido modulando la idea a medida que la va lanzando y empieza a ver las reacciones. Comienza a observar lo que dicen partidos políticos, líderes de opinión y sus propias huestes. Él vio que la primera no tuvo mucho respaldo y luego se metió en otra idea quizás más abstracta. Seguir hablando de proceso constituyente le permite a Petro mantener la narrativa de que el pueblo está con él y que el establecimiento económico y político, con los medios de comunicación, están en su contra”, explicó el catedrático.

Desde la oposición la lectura es más radical. De acuerdo con el exsenador Jorge Enrique Robledo, la constituyente de Petro ha demostrado ser “pura charlatanería”, alertando que es una propuesta “diseñaba para distraer de los fracasos del Gobierno y engañar a los colombianos, en especial a los petristas menos ilustrados”. A su turno, el exministro Alejandro Gaviria manifestó que “la idea del poder constituyente es simplemente una estrategia electoral, una instrumentalización de la gente con fines políticos”.

Sin embargo, la misma evidencia ha desinflado la intentona constituyente. Esta semana, este diario reveló que, en contravía de las pretensiones del exfiscal Eduardo Montealegre y el excanciller Álvaro Leyva, la Corte Constitucional desvirtuó que una Asamblea Nacional Constituyente pueda convocarse vía decreto, apelando al Acuerdo de Paz con las extintas Farc o desconociendo de algún modo al Congreso.

El organismo, en un fallo de 2016, fue tajante: “Los acuerdos que se celebran en desarrollo de un proceso de paz son de naturaleza política” y que de la palabra “acuerdo nacional” no se desprende una Constituyente.

Justamente, en el marco de la convención de la Asobancaria este viernes, el presidente del alto tribunal, el magistrado José Fernando Reyes, tuvo que salir a recordar que la única manera de modificar la Constitución y convocar asambleas es a través de los caminos dispuestos por la propia Carta Magna. “No estamos para tiempos de rebeldes que triunfan. Estamos en una democracia constitucional y confiamos en que quienes son responsables siempre quieran tramitar todas sus iniciativas por la Constitución”.

Expectativa por el 20 de julio

Si algo le faltaba al ruido constituyente eran los rumores de quebranto institucional. Lo anterior, ante los comentarios en los mentideros políticos que advierten que Petro no instalaría el Congreso el próximo 20 de julio y en su lugar asistiría a una asamblea con la plana mayor del petrismo.

Los vaticinios ya fueron desmentidos por la propia Presidencia, que tuvo que aclarar que “no es verdad que el 20 de julio, ni en ninguna otra fecha, el presidente Gustavo Petro cerrará el Congreso”. Sin embargo, hay expectativa por lo que pasará ese día, que coincide con una serie de asambleas que el petrismo, de la mano de bases sociales, sindicales y campesinas, desarrollará en la Universidad Nacional de Bogotá entre el 18 y el 20 de julio.

De acuerdo con el representante Gabriel Becerra (Pacto Histórico), la idea es congregar hasta a 4.000 personas de diferentes partes del país para hablar del futuro de las reformas del Ejecutivo, plantear una defensa irrestricta del mandato de Petro, discutir asuntos de paz y avanzar en la unidad como movimiento político. Aunque un llamado a insistir en la constituyente no está sobre la mesa, el congresista advirtió que si de allí sale esa consigna “no debería escandalizar a nadie”.

“En la organización del evento no está previsto que se haga la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente, ni nadie va a retener congresistas o se va a desconocer el Parlamento. La discusión, como ha dicho el presidente, está ligada a la reflexión sobre el proceso y el poder constituyente. Acá no habrá ninguna manifestación ilegal o subversiva. Hablar de la constituyente no hace parte del temario, pero si sale no debería escandalizar a nadie”, dijo Becerra a este diario.

Según el congresista, si bien inicialmente el evento se iba a desarrollar entre el 31 de mayo y el 1 de junio, finalmente se decidió posponerlo hasta julio “para que la gente en las regiones tenga más tiempo de hacer sus eventos preparativos, así como para tramitar el transporte y demás asuntos logísticos”.

El escenario será la Universidad Nacional, epicentro hoy de una delicada discusión alrededor de la autonomía universitaria tras la salida de José Ismael Peña como rector y el arribo de Leopoldo Múnera, el mismo que en su primer discurso como cabeza de la institución instó a ‘organizar, impulsar y darle apoyo’ al proceso constitucional.

“Su infraestructura facilita mesas de discusión y plenarias en la concha acústica y sus auditorios. Pero, más allá de eso, la Universidad Nacional es el sitio de reflexión por excelencia. No se va a politizar. Es un espacio para discutir y concertar”, agregó Becerra, quien sostuvo que el presidente está invitado a participar o intervenir en medio de las asambleas.

“Le hemos hecho extensiva la invitación. Esperamos que él pueda ir a opinar y a comprometerse con temas que la gente plantea”, precisó el representante.

De allí la expectativa por lo que pueda pasar durante la reunión y si quizá, con miras a cumplir sus primeros dos años de mandato el 7 de agosto, el Jefe de Estado haga alguna intervención o acto simbólico que permita sentar las bases ciertas y viables que permitan clarificar su intentona constituyente. Eso sí, bajo la legalidad y respetando las reglas de juego.

¿Será la Nacional el escenario a partir del cual Petro potencie su constituyente y formalice sus pretensiones? Resta poco más de un mes para la cita y hoy su responsabilidad es dar mensajes en favor de la Constitución del 91 y certezas democráticas, en lugar de avisos cada vez más confusos. Bien lo dijo el presidente de la Corte Constitucional: “El Gobierno puede hablar de constituyente, de reelección y de ampliación de periodos; de todos los temas, ni más faltaba. El problema son las formas”.

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