El ministro de Defensa, Iván Velásquez, dejó su cargo en medio de un revolcón ministerial y una crisis de seguridad que se agudiza en Colombia. Aunque su salida se dio tras la solicitud del presidente Gustavo Petro de pedir la renuncia a todo su gabinete, su gestión no estuvo exenta de cuestionamientos, especialmente por el manejo del orden público en territorios controlados por grupos armados.
Uno de los mayores retos que enfrentó Velásquez fue el plan para recuperar el orden público en El Plateado, en Cauca, una zona estratégica para el Estado Mayor Central de las disidencias de las Farc, liderado por Iván Mordisco.
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Un Ministerio en crisis: los retos que no se superaron
En octubre de 2024, el Gobierno ordenó una operación militar con más de 1.200 soldados y 19 vehículos blindados para retomar el control del territorio. Sin embargo, meses después, la presencia del Estado sigue sin consolidarse.
La tensión dentro del Ejecutivo quedó en evidencia cuando el propio presidente Petro insinuó que la falta de avances se debía a un supuesto “saboteo” dentro del Ministerio de Defensa. Velásquez respondió asegurando que la presencia de las fuerzas militares no era suficiente si no se articulaban esfuerzos entre todas las instituciones del Estado para generar un cambio real en la zona.
“Los militares no pueden quedarse indefinidamente en la zona sin una presencia real del Estado que permita la transformación del territorio y la construcción de confianza con la comunidad”, argumentó Velásquez.
Desde su llegada al Ministerio de Defensa, Velásquez impulsó estrategias de seguridad centradas en el despliegue militar y la intervención en zonas de alto conflicto. No obstante, la falta de avances significativos en el control territorial y el aumento de la violencia en varias regiones pusieron en duda la efectividad de su gestión.
Indicadores de violencia en aumento
Decenas de atentados con explosivos en diferentes municipios del país, 214 casos registrados de reclutamiento forzado a menores de edad y más de 50.000 personas desplazadas, la mayoría de ellas en el Catatumbo y Cauca.
Además del caso de El Plateado y Catatumbo, la expansión del Clan del Golfo en el Caribe, el resurgimiento del ELN en varias regiones y los constantes ataques de las disidencias de las Farc marcaron su tiempo en el Ministerio.
377 líderes sociales y 86 firmantes de paz asesinados entre 2022 y 2023, también es uno de los balances negativos que deja el paso de Velásquez por la cartera, entendiendo que la política del Gobierno buscaba fomentar los acuerdos de paz y la protección a todos los firmantes.
El escándalo de los helicópteros y otras controversias
Una de las críticas más duras que recibió el exministro durante su gestión se debió a la falta de ejecución de contratos de mantenimiento de los helicópteros Mi-17 de la Fuerza Aérea. A raíz de la gestión en los trámites, 14 de estas máquinas pausaron sus operaciones, por lo que Velásquez fue señalado por negligencia y por limitar la operación de las fuerzas.
La política de “paz total” promovida por Petro, que buscaba negociar con grupos armados para reducir la violencia, también generó fricciones dentro de la cartera de Defensa por las contradicciones que trajo la ejecución de estrategias militares con las políticas de paz.
El desgaste en la relación entre Velásquez y el presidente Petro se hizo evidente en los últimos meses y detonó en el Consejo de Ministros.
Su salida no solo representa un cambio en la cúpula del Ministerio, sino que deja a la deriva la crisis de seguridad que sigue sin resolverse en el país y que ahora, tras la salida del general William Salamanca de la dirección de la Policía hace el panorama aún más complejo. Ahora, con su renuncia, la gran incógnita es si el nuevo ministro tendrá el respaldo suficiente para enfrentar los desafíos que tiene el país y la “paz total”.
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