El combate en el que murió Yeison Alejandro Cabezas —un joven ecuatoriano de apenas 18 años— empezó en la madrugada del pasado 26 de mayo. Su familia tuvo que librar una cruzada para evitar que su hijo fuera enterrado como un NN en las selvas del Caquetá.
Yeison Alejandro estaba vinculado a los Comandos de Frontera de la denominada Segunda Marquetalia, una disidencia de las extintas Farc. Pasada la media noche, su grupo fue emboscado por hombres del frente Carolina Ramírez del Estado Mayor Central (EMC) —otra disidencia— en zona rural de San José del Fragua (Caquetá).
Los combates, que fueron grabados y trasmitidos en directo por los ilegales, se extendieron hasta el amanecer. Yeison alcanzó a ser capturado con vida.
El joven tenía 15 años cuando salió de su casa en Shushufindi, un poblado de Ecuador que está en límites con Colombia. Era 2021. Le dijo a su familia que se iba a trabajar.
Sus parientes relataron que, en principio, fue un jornalero en los cultivos de hoja de coca o se ganaba la vida como palero en las minas ilegales. Después, fue reclutado por el grupo armado que comanda alias Iván Márquez.
“El hecho de que los jóvenes ecuatorianos estén siendo vinculados al conflicto colombiano no es nuevo y es una herencia que dejó alias Guacho. Muchos se dejan seducir por los salarios o los aparentes beneficios que ofrecen los actores armados. Es un cuento que se regó voz a voz al otro lado de la frontera”, señaló Herley Ramírez Alzate, defensor de Derechos Humanos de esa zona en diálogo con EL COLOMBIANO.
El líder social se refiere al disidente Walter Patricio Arizala, un hombre que fue abatido en 2018 por la Fuerza Pública y que alcanzó a extender su poder criminal con el Frente Óliver Sinisterra, en la zona fronteriza con el Ecuador. Fue el responsable del secuestro y posterior asesinato de tres periodistas ecuatorianos en 2017 y de enviar toneladas de cocaína por el océano Pacífico.
Yeison Alejandro sostenía comunicación permanente con sus padres, pero dejó de llamar un mes antes de su muerte.
“Cojan a ese hijueputa, ¿quién es?, ¿quién es? Dejen ver”, se escuchó en un video grabado por una disidente del EMC cuando capturaron al que parece ser Yeison. Al fondo todavía se escuchaban las ráfagas de fusil.
El combate se había extendido por varias horas y a los disidentes de la Segunda Marquetalia no les quedó de otra que entregarse al EMC. Fueron superados en hombres y en artillería bélica.
Esa zona del Caquetá ha sido el escenario de disputa entre los grupos armados ilegales, no solo por las economías ilícitas de la minería y el narcotráfico. También porque es un lugar que permite el acceso a ríos navegables que funcionan como corredor con la planicie amazónica y, a su vez, con departamentos claves para las rutas ilícitas como el Cauca y Nariño.
Yeison Alejandro volvió a aparecer con vida en otro video. Las imágenes lo mostraron tendido, junto a otro compañero —aparentemente menor de edad— mientras eran amarrados de manos con una cabuya. El joven sonreía, parecía agradecer que sus enemigos le respetaron la vida. El combate había terminado.
Ese domingo, alertó la Defensoría del Pueblo, 500 familias de la vereda Las Palmeras de San José del Fragua quedaron confinadas por temor a quedar en medio de las balas. Los campesinos que se atrevieron a salir se encontraron con una escena, cuando menos, horrorosa.
Los disidentes del EMC habían botado sobre la carretera rural 11 cuerpos de aparentes miembros de la Segunda Marquetalia. Fueron detenidos con vida y después abatidos con tiros a quemarropa. Entre los muertos estaba Yeison Alejandro Cabezas.
“La familia del joven alcanzó a identificarlo por los videos que se difundieron en redes. Me llamaron y suplicaron ayuda para que Yeison no fuera enterrado como NN. Yo los enlacé con la Defensoría”, contó el líder Ramírez Alzate.
La Sexta División del Ejército llegó hasta la zona para recuperar el control y los cuerpos de los abatidos fueron trasladados hasta Neiva (Huila).
La Gobernación del Caquetá confirmó que entre los muertos había dos menores de edad.
“El agravante de esta situación es que se retuvieron personas con vida y fueron ejecutadas, algunos de ellos siendo menores de edad”, señaló Luis Francisco Ruiz Aguilar, gobernador del Caquetá.
Las Fuerzas Militares han señalado que, en lo que va del 2024, se han recuperado a 116 niños, niñas o adolescentes que fueron víctimas de reclutamiento forzado por parte de los distintos actores armados ilegales que operan en el país.
Solo durante el año pasado, reportó la Defensoría del Pueblo, se registraron 184 casos de reclutamiento forzado en el país. Los departamentos más afectados por este delito fueron Cauca, Norte de Santander, Nariño, Putumayo, Arauca, Valle y Caquetá.
Las distintas facciones de las disidencias de las Farc (91,1%) el ELN (7%) y grupos paramilitares (0,6%) son los que más reclutamiento forzado de menores cometen.
La familia de Yeison Alejandro entró en contacto con parientes que tienen en el Putumayo y estos emprendieron un periplo hasta la capital de Huila para reclamar el cuerpo. Se asentaron en la morgue. Esperaban respuestas.
En Medicina Legal se avanzó con la identificación del cadáver y pudieron entregarlo tres días después de su muerte.
A Yeison Alejandro pudieron darle el último adiós en una ceremonia con escasos asistentes. Su cuerpo quedó enterrado en una tumba de Puerto Colón (Putumayo), a 90 kilómetros de su pueblo natal en Ecuador.
¿Por qué los menores son reclutados?
Un estudio realizado por Unicef y el ICBF analizó registros de 2.181 niños, niñas y adolescentes que fueron reclutados por los grupos armados entre 2013 y 2022. Allí se estableció el perfil de los menores que más fácilmente pueden caer en las garras de los grupos armados ilegales.
El informe detalló que el 78 % de las víctimas afirmaron haber vivido una situación de violencia dentro de sus familias antes de su vinculación a los grupos. El 69 % de los encuestados venía de zonas rurales o de familias de bajos recursos. La mayoría de los niños son enlistados cuando tienen entre 13 y 14 años. El 89 % provenía de zonas donde predomina la confrontación armada.
El reporte también halló que el 80 % de los niños realizó diferentes trabajos para los grupos ilegales, como raspachines en cultivos de uso ilícito, llevar paquetes y hasta informar sobre movimientos en la zona antes de empuñar las armas.
116
Menores reclutados por ilegales han sido recuperados por la Fuerza Pública en este 2024.
