Hace casi 30 años, desde 1997, en el norte de Bogotá no se registraba un nivel de lluvias tan intenso como el registrado el pasado miércoles. El torrencial aguacero fue de tal calibre que provocó sendas inundaciones, colapsó la movilidad y afectó a centenares de personas, entre ellas al menos 121 menores.
La emergencia reavivó el debate entre desarrollo e infraestructura y conservación medioambiental. Sin embargo, desató también una discusión con tufillo político entre el presidente Gustavo Petro y otros dirigentes frente a la responsabilidad de lo ocurrido y las medidas venideras para atajar otra crisis.
Si bien diferentes zonas de la capital resultaron afectadas por las lluvias, las miradas se centraron en la Autopista Norte, entre calles 170 y 245, donde el agua alcanzó niveles inéditos y paralizó el flujo vehicular. Se trata de uno de los corredores viales más importantes de la ciudad, que comunica a Bogotá con municipios cercanos como Chía, Tenjo, Zipaquirá o Sopó.
La zona está atravesada además por un importante sistema hídrico que abarca los humedales Torca y Guaymaral, cuyas conexiones ecológicas se extienden hasta la Reserva Forestal Protectora Bosque Oriental de Bogotá y la Reserva Forestal Regional “Thomas Van Der Hammen”.
En búsqueda de un equilibrio que permita armonizar el medio ambiente con el tránsito vehicular –considerando que por la Autopista se movilizan centenares de rutas escolares–, a mediados de 2023 la concesión encargada de operar el corredor (Concesionaria Ruta Bogotá Norte) le pidió a la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) una licencia ambiental.
El objetivo era ampliar ambas calzadas de la Autopista, mejorando y rehabilitando la vía desde la calle 191 hasta la calle 245. Sin embargo, a principios de año esa entidad negó la solicitud –es decir, frenó la obra–, y ratificó su determinación en mayo pasado. ¿La razón? Según la ANLA, la información técnica presentada por la concesionaria en el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) fue insuficiente.
“La concesionaria no desarrolló los estudios hidráulicos requeridos y por tanto no se cuenta con la información que permita verificar que las obras propuestas garanticen la conectividad de los humedales”, concluyó, entre otras, la ANLA.
La parálisis en la que quedó el proyecto –que se destrabará una vez la concesionaria presente otro estudio y subsane deficiencias de información–, desató críticas contra el presidente Gustavo Petro, pues la ANLA es una entidad adscrita al Ministerio de Ambiente, es decir, sus determinaciones, aunque técnicas, dependen del Gobierno.
La nuez del asunto es el denominado “box”, las cajas por las que circularía el agua que se almacena en los humedales y que la concesionaria propone para no afectar el medio ambiente. Aunque se contemplan “box” de hasta 40 metros, para la ANLA se quedan cortos para garantizar la conectividad. En ello coincidió el primer mandatario, quien sostuvo que “eso no sirve” y que “por ahorrar dinero condenan la vida de la gente”.
En esa línea, advirtiendo que las inundaciones en Bogotá no se deben a la anchura de sus vías, el jefe de Estado indicó que lo que se sufrió en el norte de la capital “se debe a la urbanización desmedida de la Sabana Norte, que pavimenta sus suelos blandos, y se debe también a construir vías y barrios sobre humedales”.
En este contexto, la emprendió contra Germán Vargas Lleras y, recordando su paso por la Alcaldía de Bogotá (2012-2015), Petro reclamó que el entonces vicepresidente propuso ampliar la concesión de la Autopista Norte. Ante ello, dijo, pidió que una de las condiciones fuera la elevación de la vía “para dejar pasar las aguas de quebradas”.
Sin embargo, explicó que Vargas Lleras “hizo caso omiso” a su solicitud como alcalde y, al final, se “impuso la tesis peñalosista de la expansión urbanística depredadora, que deja enormes ganancias de especulación inmobiliaria”.
Incluso, en medio de su diatriba, Petro otra vez planteó la disyuntiva entre un metro elevado o subterráneo, con todo y que la primera alternativa ya registra un inédito avance del 40,7 %. Lo anterior, tras compartir un video en la red social X en el que se evidencia el colapso del sistema de transporte Transmilenio en el norte de Bogotá.
“Y así quieren un metro elevado. Si en Bogotá la intensidad de aguaceros crecerá con el tiempo por el colapso climático, ¿cuántos días al año durará cerrado el metro elevado? La ingeniería debe incorporar el impacto del colapso climático a sus estudios”, declaró el primer mandatario.
Uno de los primeros en responder a los reparos del jefe de Estado fue el exalcalde Peñalosa, que justamente gestó el metro elevado que actualmente está en marcha y quien sostuvo que Petro “cada vez dice cosas más absurdas y hasta ridículas”. En esa línea, cuestionó qué tiene que ver que el metro sea subterráneo o elevado con el cambio climático.
Además, el exmandatario capitalino señaló que los metros subterráneos –como el que insiste en implementar Petro– son los que se inundan “y con frecuencia”. “Algunos de los que han sufrido graves inundaciones en los últimos años son los de Viena, Madrid, Nueva York, Tokio y en Zhengzhow en China, donde incluso hubo 12 muertos”, dijo.
En este contexto, Peñalosa alegó que Petro trata de distraer la atención en la manera como supuestamente “está bloqueando a los bogotanos y a los ciudadanos de los municipios al norte impidiendo la construcción de la Avenida Boyacá, la ALO y hasta la ampliación de la Autopista Norte”. Por su parte, desde la Alcaldía de Bogotá el secretario General, Miguel Silva Moyano, señaló que la conectividad hídrica entre los humedales de Torca y Guaymaral requiere un paso regulado.
“Elevar la autopista con un viaducto podría generar la inundación de todo el costado occidental. El proyecto actual eleva la Autopista entre 4 y 6 metros y contempla 8 sifones (box culvert) de mayor capacidad que los actuales”, explicó.
Al recordar que los metros subterráneos “también se inundan”, Silva pidió dejar de lado los motivos para pelear –“no los hay”– y pidió trabajar conjuntamente “para resolver el problema estructural de la Autopista Norte, con una solución de ingeniería basada en la ciencia y no en dogmas”.
Si bien ayer nuevamente hubo lluvias en el norte de Bogotá, no tuvieron mayor intensidad y no hubo encharcamientos, ni incidentes. Eso sí, habrá vigilancia y medidas hasta el próximo martes en caso de desbordamientos. No obstante, no dejan de ser medidas transitorias y ahora, tanto el Gobierno Nacional como la Alcaldía, deberán acordar estrategias de largo plazo.