Con el paso de las horas, la crisis en el Gobierno de Gustavo Petro se agudiza. En su más reciente pronunciamiento por el escándalo que se desató tras interceptaciones ilegales a una niñera por parte de la exjefe de Gabinete, Laura Sarabia, y la filtración de audios del exembajador Armando Benedetti sobre financiación irregular en la campaña de Petro, el Congreso decidió frenar en seco las polémicas reformas que avanzaban a paso de tortuga en el legislativo.
Así lo confirmó el presidente de la Cámara, David Racero, quien explicó que “discusiones tan importantes como esas que proyectan la transformación del país no pueden ser mediadas por factores externos que puedan llevar a un desenlace no positivo para el país”.
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Además, Racero aseguró que para poder retomar los debates de las reformas a la salud, la pensional y la laboral, primero tienen que reconstruir la coalición de gobierno que ya venía en picada por las relaciones fallidas con el partido Conservador, el Liberal y la U que se bajaron del bus. Sin embargo, el presidente de la Cámara fue enfático en que es el escándalo la principal motivación para congelar las reformas sociales de Petro.
Esa suspensión significa que todas las reformas pasan a la próxima legislatura, el problema es que para ese momento el país va a estar en plenas elecciones y los congresistas no van a centrar su atención en las discusiones del Capitolio. Ese panorama en sí, dilata el cambio que prometió Petro.
¿Cómo estaba el panorama de las reformas?
La reforma a la salud a duras penas logró pasar el primer debate y su segunda discusión estaba programada para este 6 de junio, sin embargo, tras el anuncio de Racero, queda suspendida hasta nueva orden. Por otra parte, la reforma pensional estaba en pausa y así se quedará, mientras que la reforma laboral no fue incluida en la agenda de esta semana.
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Precisamente, esas dos que están atascadas fueron radicadas en marzo por la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, pero no han pasado ni el primer debate en la Comisión Séptima de la Cámara –la misma que se demoró para tramitar el articulado de la salud– y su aprobación depende de que el presidente vuelva a cocer su coalición echa retazos.
Las estadísticas dan cuenta de que necesitará aguja e hilo para unir pedazos del Congreso. Solo el 37% de los escaños del Senado y 28% de los de la Cámara (ver gráfico) están ocupados por congresistas afines al Gobierno, del Pacto Histórico, la Alianza Verde o grupos minoritarios como los que ocupan las curules de paz y que le apoyan. A simple vista, no tiene la mitad más uno de los votos tramitar sus proyectos.
A Petro se le dañaron las cuentas cuando los partidos Conservador y La U se declararon en independencia, poniendo el 35% de los asientos del Senado y 53% de la Cámara en el centro de la balanza: pueden inclinarla a cualquier lado. El resto están en la oposición.
Y ante un Congreso que no le camina, el presidente Petro anunció que ya no era tiempo de balconazos porque saldría a marchar el 7 de junio buscando apoyo para sus reformas. Incluso Petro tenía su última esperanza puesta en las sesiones extras en el Legislativo para aprobar sus proyectos, pero en ese escenario, las posibilidades también eran bajas por la negativa de los partidos a apoyar las reformas y de la oposición a asistir a los debates.