Por el país van rampantes arrastrándose, nadando o trepándose a árboles. Son al menos 270 especies, equivalentes al 8 % de la diversidad mundial. Estas cifras permiten ubicar a Colombia entre los 10 países del mundo con mayor variedad. Hablamos de las serpientes, de las cuales en el país solo el 5 % representa un riesgo para quienes estén en suelo colombiano, al ser venenosas.
En la infografía que acompaña este artículo puede conocer las cinco más venenosas que hay en Colombia.
Para diferenciarlas, detalle las escamas que están en la cabeza. Si es venenosa, tiene muchas pequeñas escamas, mientras que, si no lo es, sus escamas son menos y más grandes, aunque esta tendencia no se aplica en las corales, que tienen un patrón de formas, colores y escamas particular.
Los datos son del libro Programa nacional para la conservación de las serpientes en Colombia, publicado por el Instituto Nacional de Salud (INS) el año pasado, en un esfuerzo por hacer pedagogía frente a estas especies.
El libro, según Tito Gerardo Calvo Serrato, director de Bosques, Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos, es un esfuerzo que puede servir "de instrumento de consulta a las entidades gubernamentales y no gubernamentales y a la sociedad en general, para adelantar esfuerzos orientados a lograr la conservación de las poblaciones naturales de las serpientes que hasta el momento han sido identificadas en Colombia", según se lee en la presentación de la publicación.
Algunas características
David Echeverry López, biólogo de la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare (Cornare), señala que el asunto con las serpientes es "bastante complejo", dado que hay una mala fama frente a estas especies, que principalmente se da por los ataques.
El INS señala que las víboras, aunque cautivan por su extrañeza, poderío y belleza, "han sido estigmatizadas", al creer que son malignas. "Esta falsa creencia ha generado que el hombre se convierta en una de las principales amenazas para su existencia".
Frente a esto, el especialista hace énfasis en que "ese temor está bien, siempre y cuando se proteja el animal", es decir, no manipularlo ni atacarlo. "Muchas veces lo que hace el humano cuando se encuentra una culebra es molestarla o matarla", señala.
Juan Salvador Mendoza, biólogo del grupo de investigación en Biología y Química de la Universidad del Norte, agrega que al ser mesodepredadores (están en la mitad de la cadena alimenticia), pueden adaptarse a vivir en diferentes entornos y por eso, en algunos casos, pueden estar cerca a los humanos.
La explicación se basa en que su función ecológica es "mantener a raya animales que son prolíficos", como los roedores, que tienen "capacidades explosivas de reproducirse". Por ello, al tenerlos en su base alimenticia, al buscarlos, se pueden encontrar con los seres humanos.
"Esa es la razón por la que es tan necesario que los humanos hagamos un buen manejo de nuestros residuos", agrega el especialista, quien detalla que ellas están prácticamente en todo el país: se podría decir que, desde Punta Gallinas, en La Guajira, hasta la última punta de Leticia, Amazonas.