La estruendosa salida del alto comisionado para la paz, Danilo Rueda, fue la confirmación de que la paz total del presidente Gustavo Petro no ha dado los frutos que se esperaba en el primer año de gobierno.
Tras múltiples críticas por “desorden”, “improvisación” y hasta “inoperancia”, Rueda salió de su cargo con un corto mensaje en X, en el que el jefe de Estado le agradeció por “su inmenso esfuerzo” y nombró su reemplazo inmediato: Otty Patiño, el jefe negociador del Gobierno con el Ejército de Liberación Nacional, ELN.
El remezón no solo les da un giro a todos los diálogos, acercamientos y negociaciones de paz que adelanta el Gobierno con todos los grupos armados del país, sino que es una derrota para Petro, quien había mantenido a Rueda en ese cargo pese a las múltiples críticas, los resultados adversos y el pedido constante del Congreso de solicitar su renuncia.
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Por eso, el mensaje que queda en el aire es que la paz total no va bien ni para el mismo jefe de Estado, pues mover a Rueda es cambiar el eje central de esa bandera política y aplicar cambios profundos con un personaje, como Otty Patiño, que puede ser “más moderado y conciliador con las fuerzas políticas y mucho más duro y exigente con los grupos armados”, como dijo una fuente cercana a esos procesos.
De hecho, una de las grandes falencias de Rueda fue la implementación del Acuerdo de Paz con la extinta guerrilla de las Farc, un acuerdo nacional que terminó el conflicto con la guerrilla más grande y antigua de Latinoamérica y que este 24 de noviembre cumple 7 años desde la firma en el Teatro Colón.
Pese a que Petro llegó al poder prometiéndoles a sus electores que “cumpliría el 100%, a cabalidad y de manera integral el Acuerdo de Paz de La Habana”, lo cierto es que varios puntos siguieron estancados y las negociaciones con otros grupos terminaron por relegar ese objetivo.
Así lo ve el senador Julián Gallo, exintegrante del Secretariado de las Farc y exnegociador de ese grupo armado que hoy ocupa una curul en el Congreso por el Partido Comunes.
Tal como detalló en diálogo con EL COLOMBIANO, los firmantes de paz han tenido por lo menos dos reuniones con el jefe de Estado en las que le comunicaron que el Acuerdo estaba quedando relegado y que Rueda, al frente de tantos procesos, estaba quedándose corto.
“Fue ahí cuando el presidente Petro nos dijo que iba a revivir la Alta Consejería para la Paz y que nombraría a una persona para ese fin. Pero han pasado 8 meses desde que nos dijo eso y no ha pasado nada. (...) Nosotros confiamos en la voluntad política de este Gobierno y estamos de acuerdo con la paz total que promueve. Pero sí le pedimos celeridad en ese tema”, dijo Gallo.
Y esa es otra de las claves de la salida de Rueda: el rol de la hoy directora de implementación, Gloria Cuartas.
Como es bien sabido, el jefe de Estado decidió eliminar la Alta Consejería para la Paz que antes ocupaba Emilio Archila y, en su lugar, creó una dirección que estaba bajo la “sombrilla” de Rueda.
Sin embargo, ese movimiento “maniató” a Cuartas y dejó al Acuerdo de Paz de Colón sin las herramientas necesarias para pelear por presupuestos y ejecuciones. “Gloria Cuartas quedó totalmente relegada a Rueda y quienes trabajamos ahí sabemos que el comisionado está en mil cosas. No creo, francamente, que hubiera mucha interlocución. Por eso se va”, le dijo una fuente del Gobierno a este diario para la época en que Cuartas presentó su carta de renuncia.
Y es que el desorden era tal, que en la misma semana que renunció Cuartas también se retiró de la Mesa de Paz de Medellín la excomisionada de la Comisión de la Verdad Lucía González, una mujer que le daba mucho peso político y credibilidad a ese proyecto por toda la trayectoria con la que cuenta.
Aún así, Cuartas siguió en su puesto porque “el presidente nunca me dijo personalmente que aceptaba mi renuncia” y está ahí, a la espera de que revivan la Alta Consejería y se defina qué pasará con su dirección.
La implementación
Esta semana que pasó el expresidente Juan Manuel Santos lanzó duras críticas contra Petro y el también expresidente Iván Duque.
Según dijo, Petro encontró el país con múltiples problemas estructurales de Duque, “pero en vez de solucionarlos los ha profundizado”. Una crítica que continuó diciendo que “Petro está negociando con traquetos” y que eso iba en contra del Acuerdo, no como parte de su implementación.
De igual modo, insistió en que el cumplimiento de los 6 puntos del Acuerdo de Colón iban lentos y relegados.
Y no es el único. Esa misma lentitud y falta de coherencia con lo que prometió se la han reclamado expertos como el exjefe negociador Humberto de la Calle y hasta la vicepresidenta Francia Márquez, quien criticó a su propio Gobierno por no aplicar el capítulo étnico del Acuerdo.
“Quizás uno de los avances más importantes –dice Gallo– es que el tema de tierras sí se ha movido muchísimo más que en los últimos dos gobiernos. El acuerdo de compra de tierras con la Federación Nacional de Ganaderos, el Plan Plurianual de Inversiones y el Plan Nacional de Desarrollo ayudarán muchísimo en ese propósito”.
No obstante, ese tema de tierras en el que sí se ha destacado el Gobierno también tiene su propio lunar.
Tal como reveló la propia ministra de Agricultura en julio de este año, el director de la Agencia Nacional de Tierras, ANT, estaría inflando las cifras para ganar indulgencias con “padrenuestro” ajenos.
Según había anunciado el Gobierno, de los tres millones de hectáreas que se han formalizado desde la firma del Acuerdo casi un millón se habrían dado durante su primer año de Gobierno. Una cifra que quedó desmentida con un informe interno de la ANT que concluyó que “más de 600.000 son de gobiernos anteriores y cerca de 250.000 hectáreas no tienen fecha”.
Y lo mismo con la sustitución de cultivos de uso ilícito. Con su llegada, Petro modificó los procesos de erradicación del país y casi que eliminó por completo la erradicación forzada.
Según el nuevo Plan Nacional de Drogas que lanzó, su propósito es asfixiar a los grandes traficantes y darles aire a los pequeños cultivadores. Un movimiento riesgoso si se tiene en cuenta que el 67% de los cultivos de uso ilícito del país eran de “pequeñas o medianas” plantaciones de no más de 10 hectáreas, tal como concluyó el Departamento de Estado de los Estados Unidos en su informe anual.
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Con todo eso, Colombia atraviesa máximos históricos de coca –que ya va por las 230.000 hectáreas en el país según el más reciente informe– y podría continuar acelerando su proceso.
Eso sí, expertos e institutos de investigación, entre ellos los de las universidades de Antioquia, El Rosario y de Los Andes, han concluido que es mejor esa sustitución voluntaria y sin glifosato.
En lo que sí ha acertado el Gobierno Petro, según las cifras de la Misión de Verificación de la ONU, es en la disminución de asesinatos en contra de firmantes de paz.
Según el informe trimestral del 27 de junio al 26 de septiembre de 2023, este año van 36 asesinatos de excombatientes, una reducción notable comparada con los 51 de 2022 y 55 de 2021.
Por ahora, al Gobierno le quedan 3 años para demostrar que su intención de implementar los Acuerdos y de alcanzar la paz en todo el país es cierta y que encontrarán la manera de hacerlo.
Pero no será fácil en un país pesimista que cada vez pierde más la confianza en las intenciones de paz de los grupos armados.
Con el secuestro del papá del jugador colombiano “Lucho” Díaz, el ELN terminó de minar la fe del país, hecho que podría también haberle costado el puesto a Rueda.
Si Otty Patiño endereza las cosas, Colombia podría alcanzar su tan anhelada paz. ¿Lo hará?, eso aún está por verse.