En 60.262 viviendas en Medellín existen cuartos ocupados por más de cuatro personas. En Bogotá hay 7.803 viviendas cuyas paredes están hechas con tablas, caña, materiales de desecho o simplemente no tienen división alguna.
Hoy, gracias al Geovisor del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane), es posible conocer, por cada cuadra, barrio y vereda del país, si existen estos u otros componentes que determinan el déficit habitacional, que abarca la falta de viviendas para la cantidad de hogares que requieren una (cuantitativo); y aquellos que requieren mejoramiento para cumplir con las condiciones de habitabilidad (cualitativo).
La información de base para el mapa de todo el país sale del Censo de Población y Vivienda 2018, realizado por esa misma entidad en colaboración con el DPN y la ONU, y las consultas pueden hacerse por población, municipio o barrio, sexo o jefatura de hogar, entre otros. En Colombia, más de 18 millones de colombianos, que integran 5.144.445 millones de hogares, viven en déficit habitacional, esto es el 36,59 % de la población total.
Conforme plantea Octavio Rojas, investigador del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional, tanto el sector público como el privado “se han enfocado mayoritariamente en atender el déficit habitacional desde una mirada cuantitativa con programas que estimulan la adquisición de unidades nuevas, sin ahondar en las dinámicas y causalidades demográficas, sociales y urbanísticas que cambian en cada territorio, y por eso, a pesar de grandes apuestas del Estado con programas de vivienda de interés social y subsidios, y de un sector inmobiliario muy próspero, no hemos avanzado como deberíamos en materia de hábitat digna”.
En 2020 se vendieron 176.157 unidades de vivienda VIS y No VIS, resultado récord en el país. El primer semestre de este año también fue importante con 100.000 viviendas VIS y no VIS vendidas, la misma cantidad de unidades negociadas en 2013, según el Minvivienda. Además, el Gobierno Nacional entregó 15.000 unidades gratuitas.
Sin embargo, de acuerdo a datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), desde 2012 el país solo redujo el déficit habitacional en 0,41 %.
Comprender la población
Olga Lucía Ceballos, docente asociada del Instituto Javeriano de Vivienda y Urbanismo, reconoce la necesidad de atender el déficit de tenencia. No obstante, señala que “la edificación masiva no es un modelo sostenible, comenzando por el hecho de que el sector de la construcción aporta el 40 % de las emisiones globales de CO2 y demanda el 20% del agua potable del planeta”, dice.
El Censo de 2018 registró 1.378.829 hogares en déficit cuantitativo (9,8 % de la población nacional). En tanto que 3.765.616 hogares (26 %) viven en casas que no cumplen cabalmente con las condiciones de habitabilidad, bien sea porque están en condiciones de hacinamiento, el inmueble presenta deterioro o carece de alguno o todos los servicios básicos.
Ceballos dice que aunque históricamente ambos déficit “se han abordado desde enfoques diferentes, el país ha subestimado estrategias que pueden ofrecer soluciones compartidas”.
El profesor Rojas concuerda e ilustra como ejemplo de esto el Plan de Revitalización del Centro de Bogotá en 2012.
“Fue una apuesta ambiciosa que planteaba soluciones como la rehabilitación de edificios, muchos en desuso y otros subutilizados, para adecuación como nuevas unidades de vivienda; mejoramiento de casas en barrios periféricos del centro, muchas de estas con algún valor patrimonial; la recuperación y remodelación de inquilinatos, históricamente invilizados en los planes de vivienda pero absolutamente funcionales para buena parte de la población vulnerable en ciudades principales e intermedias; y la recuperación de espacios para nuevos usos como baldíos y parqueaderos. No se ejecutó finalmente, pero dejó pilotos con resultados interesantes para replicar”, expone.
Pero antes de formular o replicar cualquier plan, la profesora Ceballos plantea que el país debe avanzar hacia una mejor comprensión de su población y las necesidades diversas de vivienda.
“La Ley 2079 sancionada este año es un gran paso hacia el acceso a vivienda digna con enfoque diferencial, por ejemplo, para mujeres con jefatura en el hogar, para minorías étnicas y de acuerdo a las características socio-económicas. Sin embargo, es necesario ahondar más en esa diversidad de la población y que la política de vivienda responda a esos cambios demográficos que estamos viviendo”, dice.
Solución para cada hogar
Diva Marcela García, investigadora de la Javeriana y del Centro de Estudios Demográficos de la Universitat Autònoma de Barcelona, ilustra el caso de los hogares unipersonales que en 15 años pasaron del 11 % al 18 % del total.
“Son 2,6 millones de personas las que viven solas, y dentro de este grupo hay profundas diferencias: están los jóvenes que arrancan una etapa de independencia económica; pero la mayoría de hombres y mujeres en esta condición tienen más de 50 años, y las necesidades de unos y otros estriban, por ejemplo, en cuanto a demanda de servicios y redes afectivas y sociales que tejen. También hay una amplia participación de adultos mayores, y otro 11,5 % (casi 300 mil personas) con dificultades de funcionamiento humano, bien sea por enfermedad o por su edad avanzada”, detalla.
El auge de los hogares unipersonales; el flujo migrante; la mayor participación del rol de jefatura femenina en el hogar que ya es del 40 %; el envejecimiento de la población colombiana, todas estas transformaciones sociales deben estar contempladas, según la profesora García, para lograr progresos definitivos en la reducción del déficit habitacional en la siguiente década.
Rojas, por su parte, hace énfasis en la población migrante. “Sabemos que es un factor crítico en cuanto a déficit habitacional y también que gran parte de sus necesidades de vivienda las están solucionando los inquilinatos. Por qué, además de pensar en subsidios para los migrantes regularizados como lo está planteando el Gobierno Nacional, no pensar también en una estrategia público-privada que permita que esta forma de vivienda tenga unas garantías de habitabilidad”, dice.
Medellín realizó en 2014 una caracterización de los inquilinatos con miras a incluirlo en planes de desarrollo futuros. Y Camacol realizó un estudio para determinar cuántos edificios subutilizados o en desuso en el Centro de Medellín podrían servir para reciclaje habitacional, hallando 67 inmuebles con un potencial para 3.200 viviendas.
Y es que según los expertos, las soluciones habitacionales de los próximos años tienen que partir de la llamada “ciudad construida” y no tanto de la renovación y expansión urbana.
“Tenemos que ocuparnos más por ofrecer soluciones de habitabilidad más integrales. Hoy vemos en las ciudades intermedias proyectos de vivienda nueva que se alejan de la zona céntrica y no van de la mano de oferta de servicios, ni laboral ni académica ni comercial ni de ocio. Entonces corremos el riesgo de que se replique el fenómeno ocurrido en la capital mexicana que en las últimas dos décadas construyó vivienda social en zonas periféricas que fueron progresivamente abandonadas por sus ocupantes por la falta exclusión que tuvieron en la oferta de todos los servicios de ciudad. Hemos ido aprendiendo que la vivienda y hábitat digna requieren una mirada integral que va más allá de construir techos”, señala Patricia Acosta, docente de Gestión y Desarrollo Urbano del Rosario
11,7 %
de los hogares en Colombia vive en hacinamiento, según el geovisor del Dane.
150
mil subsidios de vivienda completó en total el Gobierno Nacional, hace dos semanas.